La población panameña guardará siempre en su memoria colectiva el hecho de que Cuba fue el primer país en ofrecer asistencia médica humanitaria en el combate contra la pandemia de Coronavirus (Covid-19), convertida en una grave amenaza a la Salud en el ámbito planetario.
El primer contingente de la brigada médica Henry Reeve arribó a la ciudad de Panamá con la credencial de haber contribuido a la lucha efectiva contra la pandemia en países como España, Italia, Guatemala y Chile, donde declinó la muerte de pacientes hospitalizados.
Los integrantes de la brigada Henry Reeve han brillado con luz propia por su paciencia, modestia y humildad, al colocarse al lado de los médicos panameños para enfrentar juntos la crisis sanitaria y devolver la salud a millares de pacientes convalecientes.
Cuba y sus contingentes médicos han dado un ejemplo digno y demuestran que es posible sobreponerse a la adversidad y construir un modelo de Salud Pública funcional y solidario. Las acciones de tender la mano franca al afligido pueblo panameño, en momentos de desolación, dicen más que las palabras o los mensajes oficiales de gratitud.
Esa importante ayuda, que algunos gremios vinculados a la Medicina Privada se empeñan en criticar y difamar, es, en resumen, un esfuerzo solidario dirigido a salvar la vida de seres humanos contagiados con el virus causante de la enfermedad de rápida propagación.
Esa valiosa expresión de solidaridad no debe ser obstaculizada por medidas burocráticas que impidan al personal médico cubano incorporarse en forma oportuna al trabajo hospitalario en Panamá. La demora en garantizar el acceso expedito de ese grupo de especialistas podría convertirse en un factor negativo en la tarea de salvar vidas.
Por ello, es injusto y denigrante encontrar en las redes sociales comentarios de personas mezquinas y llenas de odio que atacan sin razón a la brigada Henry Reeve, intentando con ello instigar en la población un sentimiento de rechazo político.
Si algo ha quedado claro, a través de la ayuda médica de Cuba a Panamá, es que los amigos verdaderos se encuentran en los momentos difíciles para avanzar en procura de objetivos compartidos. Deseable sería que este hecho ejemplar y sobresaliente sea el comienzo de una era de colaboración médica y científica, de afianzamiento de la paz regional, como la extensión de la hermandad solidaria de Fidel Castro y Omar Torrijos en la lucha por la soberanía panameña sobre todo su territorio.