La República de Panamá y la geopolítica

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Mapa de Panamá y las rutas del comercio.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

Hace 177 años, el expansionismo estadounidense, mediante el Tratado Mallarino-Bidlack, vinculó el futuro geopolítico del pequeño istmo de Panamá, al “destino manifiesto” de la potencia del Norte. Precisamente, al mismo tiempo que despojaba a México (55%) de más de la mitad de su territorio.

En 1846, fueron los colombianos quienes cedieron la soberanía istmeña a manos del proteccionismo norteamericano. El 18 de noviembre de 1903, inmediatamente después de consumada la independencia —mediatizada por el intervencionismo— un aventurero francés, volvió a empeñar nuestra soberanía, en esta ocasión, a un ascendente imperialismo gringo.

Pero, el 7 de septiembre de 1977, en Washington, fueron ciudadanos panameños quienes nos pusieron “bajo el paraguas del Pentágono”, a través de la firma de los comúnmente conocidos Tratados Torrijos-Carter, integrados por dos convenios bilaterales: El Tratado del Canal de Panamá, que expiró el 31 de diciembre de 1999, y el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y al Funcionamiento del Canal, actualmente vigente, con el cual los negociadores, entre ellos, el ex presidente “de a dedo”, Arístides Royo, fantasearon con el vocablo “permanentemente”, para evitar indicar que la duración de este nefasto Tratado era ad infinitum o a perpetuidad.

De manera que la realidad geopolítica de la República de Panamá es que, no sólo vivimos sometidos a los designios del unilateralismo e imperialismo estadounidense, por situarnos geográficamente en su área de influencia, como lo son —en mayor o menor medida— el resto de los países latinoamericanos; sino que contractualmente, por el Tratado de Neutralidad, estamos uncidos al imperialismo norteamericano, a tal grado de degradación de la dignidad nacional, que el gobierno es “obligado” a declarar como nuestros “enemigos” a los enemigos de los Estados Unidos.

En síntesis, el denominado “Choque de Civilizaciones”, geopolítica predominante en el “Establishment” norteamericano del siglo XXI” (Bayano digital) y erigida en política belicista, se explicita concretamente en la “guerra proxy” en Ucrania, caracterizada por el enfrentamiento militar y mediático, entre estos dos grandes bloques geopolíticos que menciona en su ensayo el académico estadounidense Samuel P. Huntington, en este caso particular: “La Civilización Occidental o Euro-norteamericana versus la Civilización Europea-Oriental o Eslava”.

Otra manifestación del desencuentro mencionado es la reunión simultánea del pasado viernes 19 de mayo, por un lado, del grupo del “G-7”, en la ciudad de Hiroshima, que congregó a los representantes más significativos, del bloque occidental, integrado por las siete economías más grandes del planeta: EE.UU, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón.

Mientras que en la ciudad china de Xi´an, el líder del espacio geopolítico del Oriente, el presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, celebraba una cumbre (G-6) con los mandatarios de las Repúblicas ex soviéticas de Asia Central de Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán.

No es simple casualidad que en una reciente entrevista a medios de prensa españoles, el autor del ensayo “Choque de Civilizaciones”, señalara que “el mayor peligro de desestabilización se encuentra en Asia” y que “la amenaza viene de China”.

Ahora, los panameños pueden entender por qué el gobierno estadounidense ha solicitado a Laurentino ”Nito” Cortizo, la remoción de un integrante de la Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), cuya causa conocida es porque formó parte (ministro de Estado) del gobierno panameño que estableció relaciones diplomáticas con la República Popular de China (China comunista).

También, a la luz de la geopolítica de la sumisión y el vasallaje, se puede entender la incursión grosera y desmedida de los gringos, en el proceso de militarización, de los mal llamados “servicios de Policía” de Panamá, durante los 33 años tras la invasión, particularmente, en la administración de la plutocracia corrupta y clientelar, encabezada por el presidente, Laurentino Cortizo Cohen y el vicepresidente, José Gabriel Carrizo Jaén.

En consecuencia, en esta compleja y peligrosa coyuntura internacional de confrontación del unilateralismo norteamericano y el multilateralismo del resto del mundo, los panameños, de una vez por todas, debemos exigir al gobierno nacional, la definición de una política exterior independiente, conforme a los intereses nacionales del Estado panameño. Los cuales estarán mejor resguardados mediante la DECLARACIÓN DE NEUTRALIDAD de la República de Panamá (En el corto plazo) y el emprendimiento —en el mediano plazo— de la lucha nacional por la subrogación del Tratado de Neutralidad.

¡Así de sencilla es la cosa!

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