La poesía de Matilde Real de González

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Matilde Real de González.

La poesía de Matilde Real de González

(Tomado de Panamapoesía.com)

Nació en Boquete, Provincia de Chiriquí, Panamá, en 1928. Obtuvo su título de maestra en Santiago de Veraguas, en la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena. Con sus estudios de magisterio comenzaron también sus primeros ensayos literarios. Titulada de Filosofía, Letras y Educación por la Universidad de Panamá; Doctora en Filosofía Romántica por la Universidad Central de Madrid; Especialista en Lingüística y Dialectología en los Institutos Superiores, Interamericano de México y el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá.

Ha enseñado en los planteles primarios y secundarios de la República y ejercido las Cátedras de Español y Gramática Histórica, con pasión y estilo, en la Universidad de Panamá.

Obtuvo el Premio Ricardo Miró en varias ocasiones y el Primer y Tercer Premio del Concurso Nacional de Poesías a la Madre, auspiciado por el Club de Leones de Panamá en 1969, con los poemas Madre Campesina y Madre Prisionera respectivamente.

La Universidad de Panamá auspició la edición de su primer libro, que fue recibido por la crítica en forma encomiástica.

A continuación, dos de sus poemas sobresalientes:

Madre Campesina

La he visto amanecer en los manglares
en busca de las conchas enlutadas;
también por las sabanas calcinadas
segando arroz, con golpes regulares.

La vi encorvarse bajo las brazadas
de leña seca, allende los palmares;
la vi trazar los signos seculares
con manos fuertes, por el sol doradas.

La vi peinar la negra cabellera
del hijo triste que el destino afina
para el rudo camino que le espera.

Duro es el pan donde el dolor domina:
tan sólo es fresco y claro en la pradera
el amor de la madre campesina…

(Primer Premio del Concurso Nacional
de Poesías a la Madre
Auspiciado por el Club de Leones de Panamá)
Diciembre 8, de 1969.

Paisaje costumbrista. (Foto: Epasa).
Paisaje costumbrista. (Foto: Epasa).

Saloma Aguacero

Llueven sombras y hace frío
sobre el camino y el huerto
un blanco geranio muerto
flota en las aguas del río.
Es que en su canto bravío
verde viento de montaña
hace llorar la cabaña
con su saloma aguacero
y tiende sobre el potrero
un manto de luz extraña.

(De Poemas Fragmentarios
1965).

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