La poesía de Demetrio Herrera Sevillano

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Zaguanes capitalinos a los que cantó el poeta. (Foto Juan José Robleda | Revista Catapulta).

La poesía de Demetrio Herrera Sevillano

(Tomado de Panamápoesía.com)

De padre colombiano y madre oriunda de La Chorrera, nace en Panamá. Es un hombre pobre, que vive en esta capital, salvo algunas ausencias en San Blas y David. Sólo hizo estudios de escuela primaria. Pero en las lecturas y en la vida encontró su verdadera formación. Fue de oficio encuadernador. Se casó joven, y tenía hijos. Con uno de ellos vivía, en una habitación sórdida, cuando le sorprendió la muerte durante la siesta. Al regresar su hijo de la escuela, lo encontró muerto. Vivía cerca de la plaza de Santa Ana, verdadero centro popular de Panamá. El ‒como antes Demetrio Korsi‒ fue cantor de la plaza y de sus aledaños de pobres. Sus poemas, según Pedro Rivera, son “radiografías del alma popular”.

Se inspira en sus lecturas ‒Vicente Huidobro, García Lorca, Rafael Alberti, Nicolás Guillén y Julio Flores‒. Se le ha considerado como el verdadero poeta del pueblo que ha tenido Panamá. El poeta falleció en 1950.

Algunos poemas del poeta:

Nocturno de las Calles

En la rodilla de un poste
‒rubí que luce la noche‒
el foco sobresaltado
de una cajilla de alarma.

Los faroles eléctricos
‒candelabros ante el muerto
de la calle‒
echan sus brazos de luz
en las espaldas sedosas,
del silencio.

Están las casas pensando.
Y el cielo ‒mesa de Dios‒
viste su carpeta bruma.

Traigo la mirada: grave
me va observando la sombra.
Entre la sombra hay un bulto:
algún fantasma en la sombra.

Abro el compás de mis piernas
y marco un punto
2
3…
y marco miles de puntos.

La soledad ha dormido
a la ciudad en sus brazos.

Sólo mi existencia sigue:
la lleva el sueño a empellones
hacia sus paredes 4.

(Del libro: Kodak. 1937)

En la esquina

Trémula ramita,
rítmico vaivén,
la hija del obrero
va para el taller.

Olvidó el colegio
por necesidad:
peligra la madre,
pequeño salario
devenga el papá.

Por los arrabales,
tronchador de sueños,
al Destino siempre
pasearse vi.

La hija del obrero…
en el labio, brasa;
en la ceja, hollín.

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