La muerte de la centroizquierda y los Trumpistas

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Donald Trump con uno de sus gestos característicos.

EL CAMBIO DE CLASE A GRUPOS DE STATUS HA DEJADO PROFUNDAMENTE RESENTIDOS A LOS RESTOS DE LA CLASE OBRERA TRADICIONAL

  • Cuando la clase obrera desmovilizada se sienta abandonada gira políticamente en favor de los intereses específicos de pequeños grupos.

WOLFGANG STREECK agosto 2017

Las personalidades extrañas surgen en medio de las grietas de las instituciones en proceso de desintegración. A menudo son extravagantes, de encendida retórica y alardean de poder sexual.

El primer Trump de la posguerra fue un rebelde tributario danés, Mogens Glistrup. Fundador del Partido del Progreso Nacional, después de haber puesto sus principios en práctica, fue a prisión por evasión de impuestos. Geert Wilders en los Países Bajos y Boris Johnson en Inglaterra son los Trumpers, rebeldes del pelo y del peinado. Pim Fortuyn y Jörg Haider eran dandies, playboys; murieron en su ley. Beppe Grillo, Nigel Farage, y Jean-Marie Le Pen, solo los tres juntos hacen un Trump completo.

Los Trumpers generan su carisma populista desafiando las convenciones. Lucen como extraordinarios para aquellos que viven intimidados por los mecanismos democráticos de control social. En retrospectiva, pareciera que las democracias capitalistas han estado esperando por sus Trumpers.

La promesa de Donald Trump de volver a hacer grande a Estados Unidos es un reconocimiento que su nación es un imperio en decadencia. Los Estados Unidos han sido incapaces, desde Vietnam de ganar, o incluso de terminar, las guerras que comenzaron. Trump, con su discurso xenófobo y sus llamados al proteccionismo económico ha cuestionado los dogmas de los internacionalistas liberales.

Cuestionando la política de las últimas décadas los Trumpistas se preguntan: ¿Los acuerdos de libre comercio son realmente beneficiosos para todos? ¿Entonces, por qué el gobierno de Estados Unidos dejó que su país se desindustrializara? ¿Por qué si tenemos una política de inmigración legalmente establecida el país tiene once millones de inmigrantes ilegales? Los Trumpers de otros países dicen que esto hay que cambiarlo, y los Trumpistas , en otras partes del mundo, están de acuerdo con el cambio.

Bonapartismo

En El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx relató el golpe de estado de 1851 del sobrino de Napoleón I. Luis Bonaparte, tomó el poder, gobernó a Francia primero como su presidente y un año más tarde como emperador. Ejerció el poder como Napoleón III hasta 1871, cuando el ejército prusiano comandado por Helmuth von Moltke puso fin a su gobierno, y de paso terminó con su «amour-propre».

Marx describió el bonapartismo como una forma de gobierno personalista y populista. Surgió, argumentó, en sociedades europeas estancadas, con una clase capitalista demasiado dividida y una clase obrera demasiado desorganizada para conquistar el poder. El resultado fue un grado de relativa autonomía estatal, que expresaba, aunque de manera enmascarada, un equilibrio entre las clases sociales.

Las políticas bonapartistas, no han sido una receta eficaz. Bajo los regímenes inspirados en el bonapartismo el estado carece de poder para controlar a las fuerzas del mercado, por tanto, los capitalistas pueden darse el lujo de permitir que símiles de Bonaparte realicen sus espectáculos de bravuconería política. Detrás de estas representaciones histriónicas, los mercados hacen lo que hacen los mercados. Al reflexionar sobre los dos Napoleones, Marx señaló que el primero fue una tragedia, pero el segundo, una farsa.

Nadie desea ver demasiada farsa en la escena política internacional. La lenta ruptura del capitalismo, administrado por el Estado, en la década de 1970 fue seguida por el catastrófico colapso de su sucesor neoliberal en 2008. Este evento y una serie de acontecimientos destruyeron la credibilidad del neoliberalismo como doctrina económica y dejaron a los administradores del capitalismo global desorientados.

En la actualidad existe un profundo desacuerdo acerca de la gobernanza del sistema capitalista: ¿debería estar a nivel nacional o global? – En medio de esta coyuntura desaparece el centro-izquierda y, la fragmentación de los sistemas de partidos, provoca difícil o imposible la formación del gobierno; a esta crisis política hay que sumar el aumento de la desigualdad y el endeudamiento en las economías capitalistas desarrolladas.

Trump ganó las elecciones presidenciales con el apoyo de una clase desorganizada, los trabajadores industriales de la América media, comparables, a su manera, a los pequeños campesinos descritos por Marx en la Francia de mediados del siglo XVIII. [9] Hillary Clinton fue incapaz de forjar una coalición entre Wall Street y el ciudadano de a pie, o entre la burguesía grande y pequeña, o entre Silicon Valley y trabajadores de la industria, o entre las fuerzas de las finanzas y los partidarios de Bernie Sanders.

En el lado opuesto de este sistema político en decadencia, el partido republicano fue incapaz de salvar la brecha entre el viejo republicanismo y el tea Party, o entre modernizadores sociales y fundamentalistas religiosos, o entre hedonistas urbanos y puritanos rurales, o entre intervencionistas internacionales y nacional-proteccionistas.

Las pequeñas grietas se convirtieron en grandes grietas, abriendo el camino para que un outsider como Trump ganará la nominación republicana. Si el establishment demócrata se hubiera defendido tan débilmente como el establishment republicano, Trump podría haber sido derrotado por Sanders. Continuará…

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