La recuperación del Canal de Panamá y sus áreas ribereñas, así como la descolonización del territorio, en 1999, fue el resultado de la aplicación de los Tratados “Torrijos-Carter”, suscritos en Washington en 1977. Esa conquista fundamental fue posible debido al sacrifico supremo de los mártires de la gesta patriótica de enero de 1964 y una larga acumulación de luchas.
Aquella sangre derramada por la juventud inerme, pero valiente que soñaba con la liberación del territorio usurpado, trazó el camino soberano de la República y las posibilidades de desarrollo humano. Sin embargo, tras la invasión de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, las élites económicas antinacionales clavaron sus garras sobre ese patrimonio de la nación.
Progresivamente, los panameños han sido despojados de las áreas de gran valor catastral que debieron servir al crecimiento económico y social, pero terminaron convertidas en objeto d espantoso lucro y especulación. La estrategia original de desarrollo diseñada por el Estado para el racional aprovechamiento del territorio canalero, vinculado al tránsito marítimo, fue desmantelada a favor de empresas de bienes y raíces, acaparadores de tierras y agentes financieros dotados de privilegios y poder de influencia.
Una nueva conducta patriótica y visionaria debe resurgir en la población para evitar que se derrumbe el patrimonio soberano y se esfume el valioso fruto colectivo de la soberanía. Esto no es sólo una cuestión sentimental que atañe a este país, sino a América Latina, sin cuyo apoyo efectivo e incondicional habría sido imposible materializar la firma de los Tratados del Canal en 1977 y el escalonado y definitivo cierre de las 14 bases extranjeras en su suelo. .
Hoy, se perciben nuevos retos y peligros globales que se ciernen sobre la franja canalera, 58 años después de la gesta de enero de 1964. El Canal figura en los planes de expansión militar de Estados Unidos. Debido a ello, es necesario evitar que la vía acuática recuperada cambie de manos y sea transformada en plataforma de agresión a otros pueblos del mundo. Se requiere un Canal neutral, seguro, eficiente y abierto al tránsito de todas las naves del mundo, bajo la operación exclusiva de los panameños.