La JMJ, la equidad y la apuesta por la vida. Editorial del 15 de enero

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La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), convocada en Panamá del 22 al 27 de enero de 2019, se perfila como escenario idóneo de reflexión y oportunidad para privilegiar el inaplazable debate sobre la pobreza y la marginalidad en Latinoamérica, región inequitativa del mundo donde crece el rechazo al opresor modelo económico neoliberal y la violación de derechos humanos.

El Papa Francisco aceptó realizar la JMJ para estar más cerca de los empobrecidos y saqueados países centroamericanos, a sabiendas de que Panamá es dirigido por una elite financiera que arrebata el futuro a millones de jóvenes lanzados al sector informal de la economía o condenados a una vida miserable, a causa del despojo del patrimonio nacional y la corrupción.

En su encíclica Laudato si’, el sumo pontífice pondera el valor del ser humano y reprocha el sistema de usura y destrucción que ha provocado una crisis ambiental sin precedentes, y exhorta a los jóvenes a ser valientes y “jugarla siempre adelante” a favor de un mundo más humano, en vez de permanecer callados o convertirse en cómplices de la destrucción insensata que arrasa al mundo.

Para los panameños, anfitriones de la 34 edición de la JMJ, no escapa el hecho de que el gobierno de este país intenta sacar réditos políticos de ese evento y “lavar la cara” del oficialismo tras haber rendido pleitesía a Washington en el diseño de una política exterior identificada con el aislamiento de Estados soberanos bajo constante asedio diplomático, militar y económico.

Es incongruente la materialización de una política entreguista y subordinada a los planes trazados por el intervencionismo y el desprecio a sectores productivos nacionales, como resultado de la supeditación al modelo neoliberal. En cinco años de mandato, esa realidad se ha vuelto más atroz, para dejar en evidencia los graves abismos entre riqueza y precariedad, y pérdida de soberanía.

El Papa Francisco no debe cerrar los ojos ante esa cruda realidad. Su reiterado compromiso con el evangelio y la recuperación del profundo sentido cristiano lo compelen a tomar partido por los marginados y excluidos, víctimas del escarnio. Los pueblos perseguidos y ultrajados por prácticas represivas esperan que el Vaticano reclame el derecho a la vida honrada, justa y digna.

La Conferencia Episcopal Panameña (CEP) y la jerarquía católica latinoamericana han identificado el peligro que se deriva del acelerado empobrecimiento regional, así como la amenaza bélica hemisférica. Esa reflexión, contextualizada en Laudato si’, ofrece un punto de partida para rescatar en la JMJ el derecho a la paz, la autodeterminación y el clamor contra el intervencionismo.

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