La izquierda de Panamá rumbo al 2019

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Sin ideología ni liderazgos, los movimientos contestatarios de izquierda pueden ser transitorios y desaparecer.

La izquierda de Panamá rumbo al 2019

Aclaración necesaria:

EL Consejo Editorial de Bayano digital no comparte el enfoque sesgado de este artículo, que intenta describir a los movimientos de izquierda en Panamá. Tampoco acepta como válida la idea de que sean innecesarias las ideologías. Sin embargo, ha considerado prudente publicarlo, ante la necesidad de abrir un postergado debate sobre el papel de la izquierda en este país y las nuevas expresiones del movimiento social alternativo.

Por Mario Enrique De León
Estudiante de la Escuela de Sociología, Universidad de Panamá

“Cuando hablamos de izquierda, no nos estamos refiriendo a partidos marxistas, leninistas o trotskistas, sino a todos los movimientos que impulsan –desde sindicatos, partidos, organizaciones sociales, estudiantiles, campesinas, indígenas–, los cambios estructurales que desembocaran en sociedades inclusivas, equitativas y justas”.

De cara a las elecciones del 2019 la izquierda panameña cuenta con dos proyectos políticos –en construcción– que transitan por caminos separados y distintos. No así en la dirección. Uno de ellos es el Frente Amplio por la Democracia (FAD). El otro es el Movimiento Independiente de Renovación Nacional (MIREN). Ambos ganaron experiencias en las últimas elecciones del 2014. Tendrán que poner en práctica las lecciones aprendidas.

El primero de ellos es un partido en formación que cuenta con una fuerte base sindical. Su estructura está formada, principalmente, por intelectuales, académicos, profesionales, estudiantes y una fracción obrera que responde a sus convocatorias. A su favor tienen la capacidad de auto-gestionarse.

Por otro lado, el MIREN conformado por intelectuales, académicos, profesionales, estudiantes, obreros, campesinos y, con una presencia menor de sindicalistas, con respecto al primero. Transita –por el momento- en una carrera independiente hacia la presidencia, en torno a la figura del profesor Juan Jované. Entendiendo que el movimiento pueda girar hacia la formación de un partido político.

El primero de ellos cuenta con una fortaleza estructural y de gestión, no tanto así en una aceptación, generalizada, de los sectores populares y de las capas medias. En cambio, la figura del profesor Juan Jované goza de popularidad, respeto y una considerable aceptación –subjetiva, pero no de hecho– de las capas medias y populares. No es el caso del MIREN como plataforma política.

Nos encontramos con dos caminos separados que pueden simplificarse: como una figura importante por un lado y por el otro, una estructura sólida con capacidad de trabajar. La unión de ambos proyectos políticos en conjunto con los movimientos populares, puede ser una vía para la solución de los problemas nacionales.

Propuesta

Ambos proyectos prometen convocar a una constituyente y un cambio profundo en el manejo de las arcas del Estado. Suponen construir un proyecto de nación con las rentas que pagan las transnacionales marítimas y financieras por el uso de nuestra posición geográfica. Además, de cobrar los impuestos que no pagan los más ricos del país. Con ellos será posible desarrollar el agro y la industria nacional para la formación de un mercado interno, eliminando así el trabajo informal y el desempleo. De paso, la iniquidad, la precariedad y la desigualdad social.

También, proponen el uso correcto de los fondos de inversión pública. Ambos subrayan la importancia de transformar el sistema educativo y de mejorar el sistema de salud. A su vez, de regresar al plan solidario de la Caja de Seguro Social (CSS) para asegurar la disponibilidad de las pensiones de todos los asegurados. Por otro lado, plantean democratizar los poderes del Estado y de respetar las libertades individuales.

Por mejorar

Según el profesor Aram Aharonian –la izquierda– debe masificar sus mensajes, porque carecen de medios masivos o porque no han sabido crear las redes que lo hagan. Saber informar más que denunciar.

Según el catedrático, los movimientos populares deben ser proactivos y no reactivos. Propone la desculturización de la cultura colonial y con ello, incluye, los símbolos adoptados de Europa Oriental. Hay que mirar más hacia adentro, a nuestras raíces y al pasado indígena. Sumar a las agendas políticas “contenidos que tengan que ver con nuestras idiosincrasias, nuestras luchas, nuestros anhelos y nuestra memoria”.

Proponer en cada circunstancia la horizontalidad que ayuda “a construir unidad, en procesos de organización, con movilización”. El sujeto cartesiano del siglo XXI no pretende, ni debe estar subordinado a directrices de Bureau políticos o sindicales. “La tarea de reimaginar la izquierda no se puede desarrollar desde los esquemas tradicionales o desde añejadas ortodoxias”.

El discurso complejo, sobrado de “marxicismo” (narcisismo marxista), de denunciología permanente o de la repetición de consignas y de la vocación por la resistencia debe ser sustituido por uno de construcción de procesos comunitarios, de propuestas, de unidad integral y de diversidad (inclusión) que proponga un camino alternativo a los pretendidos por los teóricos neoliberales y la clase dominante de Panamá.

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