La inscripción de partidos políticos por convictos

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La corrupción alcanza a la esfera política en Panamá.

Por Alberto Velásquez

Se informó a través de los medios que sectores de la sociedad panameña iniciaron el proceso de inscripción de partidos políticos, para poder competir en las próximas elecciones generales, alentados posiblemente por los tumbos de las dos últimas administraciones gubernamentales en Panamá.

La organización y sustento de un partido político responde, fundamentalmente, a dos características. Una de ellas está encausada por motivaciones religiosas o ideológicas. La otra, está relacionada con es el perverso deseo de esquilmar los bienes públicos y favorecer a quienes financian campañas y a la clientela que los favorece.

La cacareada democracia, participativa o inclusiva, ha sido tan maltratada, que los grupos serios de la sociedad panameña cada vez la consideran poco eficaz para solucionar hasta los problemas de los sectores populares, cooptados por los partidos políticos clientelistas y líderes desacreditados que prometen cambios.

Se ha festinado tanto a la democracia electoral, al punto de que la mayoría de los votantes responde al “salpique” o la propina que le dan los demagogos al frente de las campañas proselitistas, sin considerar que el soborno pagado por depredadores profesionales compromete el futuro nacional y genera más pobreza.

Un partido ideológico o con bases religiosas, poco futuro tiene frente a grupos políticos que hayan demostrado crasa ineficiencia. Las facciones oportunistas que asaltan al Estado quebrantan inescrupulosamente sus responsabilidades ante el electorado.

En algunos casos, es evidente el hecho de que quienes intentan inscribir un partido político en apariencia novedoso, lo hacen, además de robar el dinero del pueblo, con la aviesa intención de apropiarse del poder gubernamental para saciar sus bolsillos y armar venganzas económicas y judiciales contra sus opositores.

Pero, esa situación no termina allí. Es necesario advertir que el grupo de asaltadores de camino o piratas, con el prontuario de haber sido acusados de recibir coimas o donaciones de parte de empresas o personas confesas, se atreven descaradamente a solicitar inscripciones para un partido de aparente nuevo cuño.

Seguramente, individuos sin escrúpulos y ajenos al destino soberano de este país, rubricarán el listado de inscripción.

Como sucedió recientemente, al ser incumplidas las normas sanitarias dentro de una discoteca, las críticas fueron dirigidas contra los protagonistas, pero también golpearon con la fuerza de un boomerang a las autoridades que toleraron el relajamiento de medidas de control en tiempos de pandemia.

En el caso de la inscripción de nuevos partidos encabezados por un liderazgo artificial, financiado muchas veces con dinero mal habido, es necesario calificar de “malos panameños” a aquellos que apoyen el registro o se adhieran a un partido político comandado por convictos que tienen casos pendientes con la Justicia.

Sin embargo, ante los peculados cometidos en perjuicio de la población, hay que prever que los convictos de marras conseguirán inscribir otro partido político electorero. Así se confirmaría, que la democracia electoral no es más que una caricatura y una farsa, y que el dinero manda en el escenario político en Panamá.

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