La hipocresía judicial

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La Justicia mira hacia donde le conviene.

Por Ricardo Stevens
Abogado y analista político

Las crisis, nos asegura la historia, como el agua caliente tirada en el patio limoso, también saca cucarachas. Es su forma de decir que, junto a la valentía, el arrojo y la heroicidad insobornables, salen a la luz ante las bajezas de almas ruines, y la reciente coyuntura contra el contrato minero y la tragaldaba coimera no es la excepción.

En esta oportunidad, tampoco faltaron los que dijeron ver en el Suntracs y en sus dirigentes espectros que solamente encontraban existencia en sus débiles y pervertidas imaginaciones: desde infundados cargos de saqueo, vanguardismo, antidemocracia, y otros vicios. Acusaciones que, simplemente, fueron las expresiones de sus propias incapacidades materiales de mover a nadie, incluso de sus minusvalías intelectuales. Esa perturbación, la mental, se evidenció en la absurda simpleza de proponer por escrito que esos luchadores ”solamente buscan el caos”, como si ese estado, el caos por el caos, en sí mismo, fuese un objetivo.

Sin embargo, esa vocinglera rambulería, seudo democrática y seudo patriótica, cuando no celebró, se hizo la que no reconoció la arbitrariedad de los agentes del Estado, de expulsar del banco de la familia panameña a los fondos del Suntracs, depositados en la Caja de Ahorros. Ello ocurrió bajo el claramente inventado señalamiento de vinculación con el terrorismo internacional, cuando el más lelo entre nosotros, el que menos sabe, sabe que una acusación como esa habría producido la conducta contraria, la incautación de los dineros, no solamente en esa entidad financiera, sino en todas las otras del país, y el arresto de la representación de los titulares de la cuenta.

Ahora, resulta que, con la tolerancia cómplice de esa misma gente cazadora de fantasmas, el Estado estructuralmente corrupto y vendepatria pretende procesar a los dirigentes del Suntracs, cuando los únicos que debieran ser exhibidos y llevados a la picota con grilletes en manos y pies son los que intentaron otra vez empeñar el presente y el futuro de los panameños y las panameñas.

Afortunadamente, para este país, ese valeroso, muy organizado y poderoso sindicato de trabajadores y de trabajadoras, la consigna de “Patria o muerte” tiene significado real, en ambos extremos, no imaginario, no poético, no demagógico. Siempre que existan hombres y mujeres como los del Suntracs, en la gloriosa e inclaudicable estirpe de los de abajo, de Urracá, Bayano y Victoriano Lorenzo, la nación tendrá quien la defienda, aun cuando el precio sea la vida: “Yito” Barrantes (1986), Osvaldo Lorenzo (2007) y Al Iromi Smith (2008), trabajadores y dirigentes del Suntracs asesinados por la represión policíaco-empresarial de siempre.

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