Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista
Hace poco, conversaba con un ex compañero de los años 80. Coincidimos en las labores dentro del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), y recordábamos las discusiones, planificaciones y las ”guerras”, algunas no tan amicales, que sostuvimos con el Norte, de levantar una institución de primer orden dentro del engranaje gubernamental.
Muchas veces, las situaciones apuntaban a la necesidad de mantener la calidad del producto que muy orgullosamente defendimos como una de las mejores aguas del mundo. En otras ocasiones, sólo nos referíamos al emblemático eslogan de nuestro sector: “Salud Igual para Todos” que iniciaba con lo establecido por el Dr. José Renán Esquivel, referente a que la salud iniciaba con tener acceso al agua como elemento básico de vida.
Difícil de evitar ha sido poder comparar el ayer con el hoy de dicha institución y preguntarnos dónde quedaron los frutos de todo aquel trabajo técnico y administrativo que iniciamos. Lo más doloroso fue recordar con nombres propios las tareas visualizadas e, incluso, iniciadas que no culminaron ni cerca de las metas establecidas.
Revisemos algunos componentes:
• Controlar las pérdidas para lograr eficiencia y rentabilidad. Es evidente que gran parte del agua potabilizada se pierde en roturas y en ”conexiones brujas”, entre otros factores. La combinación entre la macro medición y la micro medición en forma sectorial con la instalación de válvulas, macro y micro medidores para determinar la diferencia entre el producto que entra en la red y lo que se factura daría las magnitudes de las fugas del sistema y se podría entrar en forma planificada a su eliminación.
• El establecimiento de cuadrillas de reparación debidamente equipadas, tanto en herramientas como personal clasificado y entrenado para atender diferentes tipos de daños con un seguimiento y supervisión, sobre la base de la efectividad del trabajo redundaría en el sostenimiento de una red virtualmente más estable y segura.
• La ubicación de tanques de reserva y estaciones de bombeo, según estudios de consumo, basados en una medición real y no estimada para responder a las exigencias de volumen y presión de la red.
• En fin, varios proyectos que debían ser aprobados y financiados en forma sistemática y permanente para sustentar y proyectar el servicio de agua 24/7.
La realidad actual, respuestas ausentes de relación con el cumplimiento de la meta institucional y orientadas a favorecer la privatización. Tercerización de gran parte de los servicios, falta de inversiones en el fortalecimiento de la empresa de agua vista como un organismo de interés social con capacidad de auto financiamiento, velada promoción del negocio del agua embotellada (ya no nos sentimos capaces de garantizar una de las mejores aguas del mundo). La sola presencia permanente de roturas y bajas presiones en la red nos conversan de contaminaciones del vital líquido.
La ineficiencia que pone en duda la calidad del servicio es, de hecho, un llamado a entregarle la empresa estatal al sector privado, como ya ocurrió con las tan cacareadas deficiencias del IRHE y el INTEL en tiempos pasados. Ya sabemos el resultado.
Esa verdad oculta en el comportamiento asumido gobierno tras gobierno, de las Agencias Internacionales de Financiamiento y de sus defensores locales, justifica no sólo la realidad actual del IDAAN, sino el desprecio hacia este recurso vital que se muestra en la negociación respecto a los efectos de una mina a cielo abierto en las montañas donde nace la fuente de la vida: el agua.
Esa dura verdad se comprueba sin mucho esfuerzo. Las comunidades exigen respuestas que no están al alcance de las autoridades actuales del IDAAN,. Esas respuestas transitan por muchas mentiras sólo sustentadas por el desprecio a la vida a cambio de unos reales más. El contrato minero suscrito entre el gobierno y Minera Panamá, S.A., es la continuidad de lo mismo y de lo que son capaces de hacer.
¡Basta de mentiras! ¡Sean honestos y caminen por el camino correcto!
