La democracia y el proceso electoral

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Durante décadas, los plutócratas han ordenado los recursos del Estado.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

Hasta ahora, todos los candidatos presidenciales legalmente proclamados coinciden en el hecho cierto de que el sistema político panameño fracasó. Algunos han adelantado medidas para tratar de paliar una crisis de carácter estructural y se han referido, no a la causa, sino a los efectos de la descomposición, por ejemplo, la existencia del clientelismo político y el cohecho. Sin embargo, lo que realmente ha colapsado, es el verdadero sentido de la democracia que ha sido usurpado por el sistema político electorero de la plutocracia corrupta y clientelar.

¿Cuál es la esencia de la democracia y que constituye la utopía esperanzadora de los panameños? Sin duda, la establecida hace 159 años por el orador Gettysburg, aquel 19 de noviembre de 1863, cuando definió la democracia como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. No el poder político para hacer fortunas mal habidas. Tampoco una administración violentada por la narco política. O, dicho parroquialmente, el gobierno de la clientela política o de los “emplanillados”.

Los panameños no toleran más a políticos truculentos dirigiendo la cosa pública. Ni ex presidentes que hoy se venden como un dechado de virtudes o de jefes de Estado u otros servidores públicos de alto nivel “inhabilitados” para entrar a EEUU y retirada la visa, por presunta “corrupción significativa”. En pocas palabras, el pueblo no quiere elegir ni reelegir políticos sinvergüenzas.

Para cambiar ese sistema político perverso de la plutocracia corrupta y clientelar que perdura desde la invasión de los gringos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, y por el cual han transitado siete (7) presidentes de la República, se debe señalar, primero, el actual sistema político como el causante de los males que padece la mayoría de los panameños. Pero, adicionalmente, el candidato presidencial debe expresar sin tapujos cómo, efectivamente, pretende subrogar ese sistema.

En mi opinión, hay sólo dos formas de transformar el sistema político de la plutocracia corrupta y clientelar, actualmente “convoyado” por la narco política. Una, es mediante la participación pacífica y en concordia nacional de los ciudadanos, a través de la convocatoria para la elección de una Asamblea Nacional Constituyente y; la otra, por medio del derecho de la insurrección del pueblo que, por supuesto, traerá luto y dolor a las familias panameñas, principalmente, a las más humildes.

Desde luego, ha transcurrido un año, desde que los honorables magistrados del Tribunal Electoral, en cumplimiento de los artículos 329, 330 y 333 del Texto Único del Código Electoral y en virtud de las disposiciones establecidas en el Decreto 29 del 30 de mayo de 2022 y publicado en el Boletín Electoral N° 5065, anunciaran el inicio del proceso electoral que culminará con la elección, de toda la oferta electoral, esto es, del presidente y vicepresidente de la República, 20 diputados del PARLACEN, 71 diputados de la Asamblea Nacional, 81 alcaldes, 701 representantes de corregimientos y 11 concejales, en las elecciones generales del 5 de mayo de 2024.

Sin embargo, frente al sentimiento nacional de abandono por parte de las actuales autoridades nacionales y locales, no surge la esperanza. Todavía no se vislumbra en lontananza el líder reivindicador de la ilusión nacional del panameño de a pie, el cual aspira y sueña con la dignificación nacional, con una democracia radical y “de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

¡Así de sencilla es la cosa!

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