La defensa soberana de Panamá se tejió en San Miguelito

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Licenciado Luis Gómez.

Luis “Lucho” Gómez pasó a la historia, al asumir la conducción de la defensa de Panamá, mientras algunos militares panameños huían o se entregaban a las tropas estadunidenses que iniciaron la invasión a este país el 20 de diciembre de 1989.

Para recordar esos momentos, Bayano digital presenta a sus lectores un resumen de la entrevista realizada en la sección Café Bayano, que se transformó en un interesante diálogo con Luis Gómez, para conocer aspectos desconocidos de la resistencia a la invasión militar extranjera.

Por Cecilio E. Simon E.

Licenciado Gómez: después de tantos años, el embajador cubano Lázaro Mora empezó a develar en su libro la historia de la invasión y el papel que jugaron hombres y mujeres de la denominada Tendencia. En la noche del 19 de diciembre usted tuvo que asumir la jefatura del Estado Mayor de la Fuerzas de Defensa, ¿Qué fue lo que ocurrió el 19, al amanecer del 20?

Creo que es importante hacer un pequeño resumen de las horas antes del inicio del ataque de los norteamericanos a nuestro pueblo y a nuestro país. Vinimos de un movimiento barrial, estudiantil, un movimiento de lucha de la izquierda de la Tendencia y de una formación política nacional del partido, donde fui primer secretario de la juventud durante tres períodos consecutivos. Nos formamos con el pensamiento e ideales de Omar Torrijos Herrera.

Ese día de la invasión, ya teníamos información. La Tendencia, como tal, no era muy bien vista por un sector importante de los militares, a quienes apoyamos en la lucha de liberación nacional. Lucha que comenzamos con Omar Torrijos, frente al problema del Canal de Panamá. Pero estábamos listos como un sector de la izquierda. Había un sector de los militares que le plantearon a Noriega, como habían planteado al general Torrijos en su momento, que no podía haber dos ejércitos en la República de Panamá, y que nosotros queríamos constituirnos en un grupo militar, y que con esa formación nadie iba a tener control sobre nosotros.

Independientemente del criterio de esos militares, nosotros somos panameños y habíamos decidido no formar parte directa de los famosos Batallones de la Dignidad (milicianos), pero la preparación que vimos por largo tiempo, era de formar fila, sin mayores entrenamientos militares para una situación grave, que vivía el pueblo panameño. A partir de ese momento, nuestra dirección decidió que una invasión no nos podía encontrar sin una preparación, tanto militar, sicológica y con nuestras propias armas.

La historia nuestra no es inventada. No queríamos venir a hablar de la invasión por invasión, sino que teníamos la decisión nacional y política de defender el país al precio que fuese. Eso nos llevó a buscar información, ampliar el panorama de interrelación con experiencias de algunos países de América Latina. Tuvimos mucha colaboración en la preparación de algunos compañeros.

Para la invasión, esa noche, teníamos información de que venía una invasión. No sabíamos la hora, cómo era, pero sí teníamos información de que se iba a dar. Ello nos llevó a reunir en mi casa, en Los Andes número 2, al Estado Mayor nuestro y a designar al compañero que tenía en custodia las armas, para buscarlas y distribuirlas a los compañeros. En ese instante, se recibió una información directa sobre la invasión y llamamos por instrucción de un compañero de la dirección. Yo era el enlace con el Estado Mayor, en este caso directamente con Noriega. Entonces, yo era vicepresidente de la Asamblea Legislativa y se me dijo: llama a Noriega e infórmale que tenemos los movimientos para la invasión.

Llamé a Noriega. Eran las 10 de la noche y me contestó el jefe de Seguridad del comandante Noriega. Tomó el teléfono y le dije: comandante, está pasando esta situación: hay estos hechos y nosotros no estamos viendo ningún movimiento en el Estado Mayor, en la Policía ni en el ejército panameño para defender el país. Textualmente, me contestó: Lucho, yo creo que ustedes están equivocados, no hay ninguna invasión. Estados Unidos lo que quiere es hacer una “operación pinza” para sacarme del país, así que no tengas cuidado o temor. No hagan nada. Yo no le había dicho a Noriega lo que estábamos haciendo nosotros. Llamé al compañero que me había dado las instrucciones, al cual le conté sobre la conversación con Noriega. Le pregunté: ¿desmontamos las cosas?, y dijo que no, porque se tenía información concreta.

Mantuvimos nuestra formación con nuestros compañeros que tienen comunicación con el resto de otra gente, Continué llamándolos a sus casas, trabajando con ellos e informándoles los puntos donde tenían que ir. Eso se había discutido y se sabía lo que teníamos que hacer.

El 19 de diciembre yo recibí una llamada del Profesor Saúl Landao, de la Universidad de Nueva York, y me dijo: la 82ava. División salió a Panamá y la 82ava. no va de paseo. Ante esa advertencia, llamé a Mario Panther, quien estaba en la casa de su hermana Elvia, junto con el general Noriega. Panther detalló al general Noriega el mensaje que venía de Nueva York. Mario relató que Noriega se separó del grupo y habló con su escolta y ordenó: ¡llámenme al hombre! No sabemos a qué hombre se refería, pero dijo: no tengan preocupación ni cuidado, que no va a haber tal invasión. Cuando eso se da, no nos quedamos con la información, sino que la transmitimos a otros compañeros, como Mitchell, y éste se encargó de compartirla y la llamada que tú le haces, es la segunda llamada que recibe.

Después de ello, Mitchell insiste: ¡llama nuevamente y dale esas informaciones nuevas que llegaron directamente del área militar en Panamá, la preparación que estaba allí, el acondicionamiento de la tropa! Llamé otra vez a Noriega, como a las 10:45. Contestó como disgustado y cuestionó: ¿cuál es el problema, Lucho? Le doy toda la información y responde: no hay tal invasión. Se puso un poco grosero y añadió: ¡si tienen miedo, cómprense un perro! No hagan locuras, como siempre han hecho.

Después de 20 minutos, nuevamente me llama el compañero y me interroga: Lucho, ¿la gente nuestra está preparada?, le dije que estaba preparada. Ya mandamos a buscar los juguetes, otras cosas y ya se están distribuyendo. No habíamos terminado. Unos 10 minutos más tarde, comenzamos a sentir el movimiento de ataques a diferentes áreas. Estábamos convencidos de que no era una “operación pinza” para sacar al señor Noriega y llevárselo, porque si ellos hubieran querido hacerlo, lo hubiesen realizado muchísimo tiempo antes a ese día de la invasión.

Imágenes de la invasión de Estados Unidos a Panamá.

¿Qué fue lo que pasó con el Estado mayor?

Cuando salimos de nuestra casa, todos los compañeros del Estado Mayor se fueron a sus áreas y los que no estaban allí, porque no pudieron llegar. Se les llamó e informó. Fuimos a ubicarnos donde teníamos la responsabilidad de estar. Había algunos compañeros al final de la Avenida Tumba Muerto, iniciando donde está El Machetazo. Estaban cerrando allí. Ellos detectaron a tres vehículos, dentro de los cuales estaban miembros del Estado Mayor. Habían iniciado una marcha hacia el Cuartel de San Miguelito. Un compañero llamó e informó que estaban cerca del Cuartel de San Miguelito y revela la llegada de los vehículos. Entonces, salí con algunos compañeros que estaban conmigo hacia el Cuartel.

¿Cuál fue la sorpresa? Había seis miembros del Estado Mayor. Ese hecho me impresionó y pregunté: ¿ustedes, qué hacen aquí?, ¿no se han enterado de que están bombardeando y que han comenzado por los cuarteles de Avenida A, y así sucesivamente, cosa que ustedes deben saber? Esto es un Cuartel Militar de Policía, no sería una zona militar de soldados, pero es militar de inteligencia de importancia para una invasión, como ésta. El coronel Marcos Justines, jefe de Estado Mayor, dijo: ¿entonces, qué hacemos? Recomendé salir de allí. En ese tiempo, él tenía una oficina frente a la Iglesia El Cristo Redentor, ubicada al lado donde quedaba el Municipio de San Miguelito, y nos fuimos hacia allá, porque era una oficina grande.

Llegó Justines, Arosemena King, García y dos miembros más del Estado Mayor. Llame a Mitchell y al Dr. Montalván, cuando ellos llegaron, les dije: no sé qué está pasando con esta gente. Además, le sentí a uno de ellos aliento alcohólico. Pensé que ellos no estaban preparados, lo que parecía algo raro. Comenzamos a discutir con ellos. Yo todavía no sabía dónde estaba Noriega. Los que sabían eran tú y Mitchell, porque tú le habías informado, y Panther.

El Estado Mayor parecía que no sabía qué hacer. Marqué el número de Radio Nacional, donde se estaba transmitiendo alguna que otra orientación, y digo: comandante Justines aquí está para que usted de una instrucción al pueblo para la resistencia, para que la gente sienta que vamos a pelear, que no nos vamos a quedar con las manos cruzadas. Él profirió estas palabras textuales: ¡cierra el teléfono, Lucho, que nosotros debemos recibir órdenes de Noriega, y no vamos a hacer nada, si no tenemos instrucciones directas de él!

Pero no había en ellos ninguna orientación, ni nada por el estilo. Mitchell, Montalván y yo, pasamos a un cuartito que estaba al lado y allí se redactó el único comunicado que a nombre de Noriega y del Estado Panameño salió a la luz pública. Se llamó a Radio Nacional, y poco después la bombardearon. Dicho comunicado fue redactado por Montalván y Mitchell Doens, pero lo que más me preocupó, es que estando en esa situación, dos miembros del Estado Mayor me preguntaron: ¿tú no tienes caja de seguridad? le dije que sí. Les mandé una caja de seguridad y todavía dicen que yo les salvé la vida. Pero eso no fue lo que más me preocupó, sino que un miembro de alta jerarquía que estaba con ellos allí me planteó que algunos de sus agentes se habían quedado sin armas, al tener que salir con rapidez. Le contesté que tenía de 25 a 30 fusibles y se los entregué.

Regresamos a otra área en la que habíamos tomado la decisión de enfrentamiento. Allí, el compañero Mackenzie y otros, tuvieron sus primeros choques con alguna gente. Otros compañeros ya habían estado en disposición, a estas alturas ya eran como las dos o tres de la mañana, Se había visto movimiento en los lugares del distrito. Un helicóptero pequeño pasaba al principio y ubicaba a la gente estratégicamente. Después pasaba el helicóptero grande que era el que te mataban o disparaba a la gente a pie.

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