La corriente cambiante y la dinámica de lo impensado: una historia de compromiso

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Benajamín Colamanrco Patiño

Benjamín Colamarco Patiño
Especial para Bayano digital

Eran las cuatro de la madrugada de un martes fresco, de esos que en Darién vienen cargados de ese olor a campiña y café; los equipos humanos del Plan Panamá Solidario en la zona oriental del país, se aprestan a iniciar la faena, ese compromiso social de llegar a la mayor cantidad de personas en condición de vulnerabilidad socioeconómica en estos tiempos de pandemia.

La misión de ese día era llevar el alivio del Plan Panamá Solidario a Jaqué;  las complicaciones de las operaciones, y  el estado del tiempo en la Provincia de Darién y en la Comarca Emberá, habían retrasado la entrega a la población en ese corregimiento.

El coordinador del PPS para la Provincia de Darién y la Comarca Emberá – Wounan, Carlos Sánchez, con antelación, dispuso todo para llevar 10,000 libras de pollo, 2,000 libras de salsichas y 2,500 mega bolsas solidarias de alimentos.

El SENAN con quienes coordinó antes Sánchez, había dispuesto el transporte, en una motonave mayor, de todas las mega bolsas solidarias el día anterior.

El equipo coordinador llegó a Puerto Quimba, para abordar una lancha rápida del Servicio Nacional Aeronaval, que los llevara a su destino en el Distrito de Chepigana.

Con Sánchez y Juan Carlos Brin, de la SEPRODACAN del Ministerio de la Presidencia, viajaban otros dos miembros del equipo del PPS, además de otras dos unidades del SENAN.

Todo marchaba conforme lo planificado, prestos a emprender el viaje de cuatro horas hasta su destino.

El clima estaba despejado, con algo de viento, pero todo como son las cosas por esas tierras en las que la naturaleza marca el paso y el tiempo es la realidad de los hombres.

Motivados, se acomodaron en la embarcación, con el entusiasmo de quienes sienten la mística de servir, ese compromiso de dar con espíritu resuelto, convencidos del propósito que nos anima, como dice el Presidente Cortizo: «uniendo fuerzas, para transformar, cercanos a la gente».

Zarparon con la frescura de la mañana, de cara al Sol, rodeados por la armonía de la selva y  el horizonte del mar.

La travesía  transcurría con normalidad, animados en el bote; incluso cantando.

El viento arreció, las olas se encrespaban,  cierto nerviosismo afloró en la mente de los tripulantes. Habían transcurrido dos horas de viaje.

Frente a El Buey, corregimiento de Puerto Piña, por esas fuertes corrientes que si te dejas te llevan a las Galápagos, una inmensa ola, oscura, impredecible, los sorprendió en el acto, un golpe, la lancha voló por los aires, uno, dos metros, cayó; una segunda ola de inmediato los volvió a embestir, otro salto interminable y la dura caída.

Ahí donde se juntan las corrientes, el motorista se revolvió, pero no soltó el timón, el resto quedó mezclado como fuera en la base de la lancha. Las olas implacables, el dolor de los golpes, las quejas ¡carajo!

Si la lancha se hubiese dado la vuelta, como aquellas que llamábamos de «carnera», y hubiesen caído al mar los tripulantes, la historia fuese otra.

Pero el hado dispuso que fuese distinto.

Se aplacó un poco el mar, una calma rara, o una impresión tras el susto. Carlos Sánchez tranquilizó al equipo, su experiencia y la de los marinos del SENAN, les permitió mantener el control de la situación. Se reacomodaron adoloridos. Juan Carlos Brin fue el que peor cayó. Su dolor era intenso y agudo, insoportable.

Decidieron seguir, estaban más cerca de Jaqué, que de Quimba.

Casi dos horas después del incidente náutico, llegaron a su destino.

Gritaron por auxilio, desembarcaron; se apoyaron unos con otros, abrazados, hermanados, para distribuir las cargas adoloridas; es el buen espíritu humano, la empatía y la fuerza de los que compartimos objetivos superiores.

Los lugareños se acercaron alertados por el bullicio; el pueblo en el sopor del trópico, se vió «alborotado» por tan sonada llegada.

Fueron raudos al Centro de Salud, en el que se cuenta desde hace ocho meses, con un médico y una enfermera, quienes en cumplimiento del «juramento hipocrático», inmediatamente prestaron las atenciones a los maltrechos servidores públicos.

Juan Carlos Brin sufría, con un dolor insoportable. El médico de Jaqué lo canalizó con el auxilio siempre presente de la enfermera.

Se contactó por radio al SENAN, para trasladar a Brin a un hospital. Demoró la  llegada del helicóptero por mal tiempo. Luego se diagnosticó en la Especializada de la CSS, que sufrió la fractura de dos vértebras.

Cada uno de los afectados de la travesía fueron atendidos con cariño y acuciosidad por el personal del Centro de Salud.

Poco después, Carlos Sánchez reunido con su grupo del Plan Panamá Solidario, pese al dolor que cada quien padecía, en conjunto – no se amilanaron ni un instante –  decidieron continuar con la misión encomendada.

Se organizaron y procedieron con el plan de distribución ¡eso se llama mística!

Así fueron llegando sistemáticamente a cada hogar, con proteínas y la mega bolsa solidaria.

Ciertamente nunca haremos lo suficiente en medio de esta tragedia humanitaria que asola al mundo, pero sin lugar a dudas, hay una entrega, con buenos sentimientos, un  alivio, a través del Plan Panamá Solidario, que es un instrumento de paz social para nuestro país.

La pandemia puede sacar lo peor, o lo mejor de nosotros, depende de cada persona lo que queremos que aflore.

El ejemplo de mística, sacrificio, tenacidad, bondad, disciplina y solidaridad que nos han dejado los equipos del Plan Panamá Solidario, debe ser acicate que fortalece la convicción de lo que hacemos, con humildad, sin mayores pretensiones, por nuestros hermanos a lo ancho y largo de la geografía de la Patria. Es lo mejor que podemos expresar.

Es un estímulo que nos motiva a seguir adelante contra viento y marea, en el cumplimiento del deber, con alta moral, y que es el honor de quienes día a día, en más de siete mil, salen a entregar, con patriotismo, a riesgo de la propia vida, el alivio que el Gobierno nacional, liderado por el Presidente Cortizo,  entrega a más de 1,700,000 personas en condición de vulnerabilidad socioeconómica en estos tiempos pandémicos.

Esta es una historia real, que escribo para rendir tributo respetuoso a quienes, anónimamente, con incomprensiones de algunos, o no – seguro de que no existe perfección – en el lugar en que se encuentren, en las oficinas en que se planifica y se da seguimiento, en las Coordinaciones, en las instituciones empeñadas en el plan, en los centros de acopio, o en el campo, día y noche, saben lo que hacen, y por qué lo hacen.

No hay mejor saludo que aquel que la Patria agradecida rinde firme a sus buenos hijos.

27 de septiembre de 2020. Sexto mes de la pandemia.

*El autor es Secretario Ejecutivo de la Secretaría para el Seguimiento de la Ejecución y Cumplimiento del Gobierno Nacional.

3 COMENTARIOS

  1. Esa es la Mistica que demandamos los Torrijistas. Patriotismo, sacrificio y dedicacion a los mas necesitados sin esperar nada a cambio, mas que la satisfaccion del deber cumplido.

  2. Si las personas vivieran esos momentos en los que das tu tiempo para el bienestar de los demás… no estarían criticando la gran labor del presidente Cortizo y su gran equipo de trabajo que está enfrentando esta horrible pandemia… Sigan con está noble misión.
    Y esta narrativa estuvo maravillosa… sería bueno tener muchas más… Saludos

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