Por Deyna Arrocha
Deynagisvel@gmail.com
Una impactante imagen difundida en las redes sociales revela la desesperante situación y la cruda realidad de la “clase media” (capas medias de la población) en Panamá. Cada día, la vida es más costosa y los salarios son insuficientes. Me identifico con lo desglosado en la mencionada publicación, porque “no todos tenemos un ingreso de 3.000 dólares al mes” y los que lo tienen ese recurso tampoco viven a manos llenas.
El término clase media es un grado o estamento de la estratificación de clase social que se aplica a las personas con un nivel socioeconómico medio que se sitúa entre la clase obrera y la clase alta. En ella figuran personas que han estudiado arduamente para aspirar a una vida digna, no con lujos, sino con ingresos familiares decentes para educar a sus hijos.
Quienes pertenecen a la clase media en Panamá viven endeudadas, con tarjetas de crédito al límite y agobiadas por los impuestos. Disponen de un automóvil promedio para movilizarse, que muchas veces tienen que pagar en cuotas hasta por ocho años. En realidad, son víctimas de un modelo económico que empobrece y reduce las posibilidades de bienestar familiar.
¿Qué nos depara la vida, si en este momento un salario mínimo está en 640.00 dólares aproximadamente? Un periodista que ha estudiado cuatro o cinco años en la universidad devenga 700 ó 800 dólares al mes, mientras que un docente percibe 1.200 dólares mensuales. Si sigo mencionando rangos salariales, quedaré llorando o abrumada por las inequidades sociales imperantes.
Los gastos mensuales se incrementan, pero el salario no. El impuesto sobre la renta está exageradamente alto y tiene impacto en los individuos y en deterioro de la calidad de vida. De hecho, ir al supermercado y comprar la canasta básica se ha vuelto un lujo. A la mayoría de la gente le incomoda pagar elevadas tarifas de energía eléctrica. Ir semanalmente al cine, como ocurría hace años, ya no es una opción de esparcimiento.
Según aduce el presidente Juan Carlos Varela, en Panamá “tenemos el crecimiento más alto de la región”. Tener una simple mascota se ha vuelto un lujo. Incluso, la comida y atención médica de perros domésticos es a veces más cara que la de los dueños. Tengo un perro de la raza Husky, de nueve meses de edad. En agosto, desembolsé 80 dólares para pagar la consulta en la clínica veterinaria y varios exámenes de rutina prescritos.
Es inverosímil que una familia promedio sobreviva con salarios exiguos y elevados gastos. A ello se debe la proliferación de los “prestamistas” y las “financieras” que contribuyen a aumentar el endeudamiento y disminuir el nivel de vida de la población. Hace algún tiempo escuché a un profesor decir: “El verdadero problema es la desigualdad”. La afirmación es correcta, ya que la clase media se empobrece en forma progresiva. ¡Qué tristeza, que la mayoría de los panameños tenga un salario de miseria, mientras la publicidad gubernamental sostiene que Panamá sigue creciendo!