La AUPSA, como cereza en el pastel

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Por el Ing. Juan Carlos Calzadilla

Quedarse en el debate del tema de la eliminación de la Autoridad Pananameña de Seguridad de Alimentos (AUPSA) y su transformación en otro oganismo, es insuficiente para abordar con seriedad la crisis agropecuaria en Panamá.

Es necesaria una revisión completa del sector primario de la economía, afectado por el modelo impuesto tras la invasión de Estados a este país, iniciada el 20 de diciembre de 1989. Se requiere examinar y corregir las distorsiones que impiden la modernización del sector para obtener nuevas capacidades tecnológicas.

Es necesario señalar que hoy sigue vigente el modelo del transitismo que privilegia al área circundante a la vía interoceánica y un creciente consumismo orientado por la conexión con los mercados externos y grupos agroimportadores.

Respecto al caso de la Seguridad Alimentaria, hay que advertir que en este país se apostó a la consolidación de aquellos grupos históricamente importadores, en detrimento de la diezmada producción nacional.

Bajo ese esquema antinacional y contrario a la Seguridad Alimentaria, Panamá es deficitaria en la mayoría de los productos alimenticios de primera necesidad.

Este país importa no menos de 1,200 millones de dólares anuales en productos alimenticios. Ese monto equivale a las ganancias anuales del Canal de Panamá.

En la práctica, ello equivale depositar la soberanía de Panamá, en las manos de los importadores de la comida. Sin duda, ese dinero gastado se queda en las manos de 100 familias importadoras.

La AUPSA fue creada en Panamá luego de haber firmado acuerdos internacionales y la incorporación del país a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ese hecho fue el punto de inflexión, perfecto para el control de la Soberanía Alimentaria.

Bajo esas condiciones, la autosuficiencia alimentaria parece una quimera lejana.

Si existe o no existe ese ente regulador de las importaciones y exportaciones, es un tema para distraer la atención sobre lo medular: la importancia de recuperar la producción nacional, y consolidará con tecnología propia, redes de distribución efectivas y eficientes y hacer sentir al hombre del campo el orgullo de su función económica y social.

Esto es un asunto serio. Lo demás es caer en luchas que hacen la diferencia. Los productores deben preocuparse por lo importante y lo estratégico, y desarrollar tecnologías agrocologicas amigables con el medio ambiente, que garanticen Seguridad Alimentaria y la protección ambiental del entorno.

Un Estado serio se propondría la revisión de todos los acuerdos internacionales firmados y garantizaría el interés nacional, como centro para un nuevo compromiso con la producción nacional, tomando en cuenta a los hombres y mujeres del campo que están en una amplia desventaja.

Los dos Panamá que existen como resultado de fuertes contradicciones vigentes, deben integrarse con un solo objetivo: la Soberanía Alimentaria y el desarrollo humano y social.

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