La apuesta por el agua es garantía de vida y desarrollo humano

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Panamá posee inmensos recursos hídricos, pero están amenazados por la devastación.

Por Alfonso Waterman
Licenciado en Gestión Ambiental

Es sabido por todos los ciudadanos del mundo, que nuestro planeta alberga en forma de recurso hídrico el 70% de su superficie, y que únicamente es aprovechado en forma de agua potable el 1%, que debemos conservar.

Después de Colombia, Panamá es el segundo país de América donde anualmente llueve más. Además, posee una vocación de protección de los ecosistemas altamente frágiles, que aportan al ciclo del agua y al ciclo del carbono. Este aspecto fue establecido como la Capacidad Agrológica de Panamá, desarrollado por la Dirección Nacional de Reforma Agraria; Catastro Rural de Tierras y Aguas (mayo de 1968, Proyecto CATAPAN).

Este pequeño pero excepcional país cuenta con 52 cuencas; 34 en el Pacífico y 18 en el Caribe, y la calidad de sus aguas aún son consideradas buenas y hasta aceptables, en comparación con Canadá, que posee 5 y Estados Unidos de Norte América, que cuenta con sólo 3 cuencas hidrográficas. El 40,2% del territorio panameño dispone de cobertura boscosa, lo que identifica a Panamá como área de vocación de conservación, y, por tanto, como zona de Servicios Ambientales.

Panamá dispone de aproximadamente 115.000 m3 de agua/habitante/año.

¿Crisis de agua en Panamá?

Hoy día, el intento de convertir a la República en un país minero, cuando su vocación es de conservación y turismo; es negar la existencia del recurso estratégico más importante. Es contribuir a su deterioro, a su contaminación, a su escasez, a la alteración del ciclo del agua y del carbono, a la destrucción de su flora, fauna y recursos escénicos, a la desaparición del turismo que genera más ingresos económicos que la actividad del Canal de Panamá, al aumento de la marginación social y el incremento de la pobreza, a la limitación de las actividades agroecológicas como garantía de la Seguridad Alimentaria.

Entidades internacionales como PNUD, JICA, AECI, OIMT, CBMAPII y complementados por estudios realizados por entidades nacionales como ANAM (actual Ministerio de Ambiente), han demostrado el valor e importancia de la cobertura boscosa en el territorio. Buscar transformar esa realidad hacia una actividad extractiva y altamente destructiva provocaría impactos irreversibles, como lo es la minería a cielo abierto. Ello implicaría el principio del fin de los beneficios que históricamente y de forma permanente genera el sistema.

La fecha de hoy debe servir para crear un estado de alerta, con el objetivo de no caer en las ambiciones desmedidas de aquellos a quienes poco interesa el futuro de Panamá y sólo ven en la minería el brillo de algunos metales preciosos.

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