Nicaragua y Venezuela bajo el mismo asedio

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XXIV Encuentro Anual del Foro de Sao Paulo.

Nicaragua y Venezuela bajo el mismo asedio

Por Carmen Esquivel

La Habana (PL) – Masaya, Managua, Estelí y otras ciudades de Nicaragua enfrentan desde mediados de abril una escalada de violencia que tiene mucha similitud con esquemas desestabilizadores dirigidos desde el exterior y aplicados ya en otros países, como es el caso de Venezuela.

Golpe suave o blando, es el nombre con el que se conoce esta estrategia para derrocar gobiernos democráticos, no con las armas convencionales, sino con la guerra mediática, la creación del malestar social y la promoción del caos y la ingobernabilidad.

Lo que comenzó con protestas contra reformas del gobierno al seguro social, posteriormente derogadas, devino en disturbios, ataques e incendios contra edificios públicos, mercados, escuelas y centros de salud, bloqueos de carreteras y otros actos vandálicos con un saldo de más de 250 muertos.

Para el presidente de Bolivia, Evo Morales, se trata de una reedición del guión ya usado por la derecha y Estados Unidos en Venezuela.

“Ambos países son víctimas de una arremetida del imperio que patrocina y gestiona una guerra de cuarta generación en complicidad con las oligarquías locales”, escribió Evo en su cuenta de la red social Twitter.

Entre abril y julio de 2017, bandas armadas, financiadas por sectores radicales de la derecha venezolana, destruyeron negocios, instalaciones públicas y asesinaron a decenas de personas, algunas de las cuales fueron quemadas vivas.

Conocidas como las guarimbas, estas protestas violentas dejaron más de 100 muertos, unos 1.400 heridos y daños millonarios en bienes públicos y privados.

De acuerdo con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, existe una similitud entre lo ocurrido en su país y la situación que hoy enfrenta Nicaragua.

“Yo he estado en una constante comunicación con el presidente Daniel Ortega. Ellos han enfrentado una emboscada como le han hecho a Venezuela. Ellos triunfarán”, dijo Maduro.

El canciller venezolano, Jorge Arreaza, alertó sobre las similitudes entre la línea editorial tendenciosa de las agencias y medios occidentales sobre la violencia en Nicaragua y la narrativa tergiversada aplicada en Venezuela en 2017.

Catalogan como “protesta ciudadana” la participación de grupos violentos en la quema de instituciones estatales, saqueos y ataques a las fuerzas del orden público, resaltó.

En Nicaragua, hasta junio, los daños ocasionados sólo a los bienes públicos por actos vandálicos ascendían a 182 millones de dólares, según cifras del Ministerio de Hacienda y Crédito Público.

En el sector del turismo se perdieron entre 40.000y 50.000 empleos, lo cual tendrá un impacto tremendo en la economía, informó el titular del sector, Iván Acosta.

Si hasta el último lustro el Producto Interno Bruto (PIB) nacional creció en alrededor del cinco por ciento, ahora el Banco Central de Nicaragua (BCN) redujo la proyección del alza del PIB al uno por ciento.

El BCN estima pérdidas de 238 millones de dólares en inversión extranjera, 440 millones en exportaciones y 465 millones en importaciones.

“La destrucción que han causado no se repone fácilmente y la pérdida de vidas humanas es irreparable”, declaró el secretario de Relaciones Internaciones del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Jacinto Suárez.

En opinión del también presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales e Integración de la Asamblea Nacional de Nicaragua, las acciones desestabilizadoras de los últimos tres meses responden a un “golpe suave” orquestado desde el exterior, similar al aplicado en Venezuela, que busca la renuncia del presidente, Daniel Ortega, y la intervención extranjera.

Esta estrategia no es nueva. Fue usada ya en Bolivia en 2008 cuando el golpe cívico prefectural en la llamada Media Luna, es decir, en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando. Violentos disturbios estallaron en esos departamentos, con la ocupación y saqueo de oficinas públicas, la toma de un aeropuerto y el intento de ataque     contra un gasoducto destinado a las exportaciones con Brasil.

El objetivo de ese golpe “atípico” era dividir al país y atentar contra la vida del presidente Evo Morales, que dos años antes había nacionalizado los hidrocarburos y otras importantes empresas.

Según documentos filtrados por Wikileaks, Estados Unidos financió a los separatistas y, a través de la Agencia Internacional para el Desarrollo (Usaid), entregó al menos cuatro millones de dólares a esos grupos.

La situación que enfrentan gobiernos progresistas en la región salió a relucir en el XXIV Encuentro Anual del Foro de Sao Paulo, celebrado del 15 al 17 de julio en La Habana.

Un día es Venezuela, otro Brasil y luego Nicaragua, advirtió el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, al hacer un llamado a apoyar a esas hermanas naciones.

Varios oradores en el foro respaldaron también a los ex presidentes de Brasil, Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva; de Argentina, Cristina Fernández; y de Ecuador, Rafael Correa, víctimas de la persecución política y de la contraofensiva contra líderes y gobiernos progresistas.

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