Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político
“Estamos urgidos de una visión de la historia que explique y promueva el nacionalismo panameño de hoy, que es el instrumento más eficaz para resistir la distorsión imperial. Para ello, la inteligencia panameña tiene como tarea ineludible la de comprender el pasado y nacionalizar su historia”.
Ricaurte Soler.
Sin duda, la independencia de Panamá de Colombia y su constitución como Estado Nacional, bajo la denominación de República de Panamá, el 3 de noviembre de 1903, es un hecho incontrovertible a la luz de los conocimientos arrojados por los estudios geológicos, históricos, económicos, sociales y políticos del Istmo de Panamá; y peca consciente o irresponsablemente de “colonialismo cultural”, todo aquel que por ignorancia o por cualquier otro motivo niega los hechos antes enunciados o los tergiversa o los califica de forma inexacta, como es la manida costumbre de identificar erróneamente la independencia como “separación”.
Unas de las formas eficaces para “nacionalizar la historia” de la independencia de Panamá de Colombia del 3 de noviembre de 1903, es enfrentando los “mitos” antinacionales como el “I took Panama” de Theodore Roosevelt o la más reciente propuesta de sendas obras escritas por dos panameños, que se inspiran en los hechos históricos mencionados en las tesis trasnochadas del “antiimperialismo de derecha de Oscar Terán para quien Panamá se inventó en la hora cero de las tres de la tarde del 3 de noviembre de 1903”.
Quienes así piensan ignoran por completo la historia geológica, colonial, del “período heroico del liberalismo”, de la “Guerra de los Mil Días” y de la traición oligárquica-liberal-conservadora al líder invicto de la indiada coclesana el “Guerrillero Transparente” y general de hombres libres, el “cholo” Victoriano Lorenzo; del istmo de Panamá.
Sólo hay que señalar que estudios geológicos indican que Panamá no perteneció al bloque continental de Sur América, que aproximadamente hace unos 3,5 millones de años emergió como una masa de tierra única, que cerró una brecha y unió tres continentes: El continente Norte Americano, el Continente Centro o Meso Americano y el Continente Sur americano, a este último siempre perteneció la actual Colombia, no así el Istmo de Panamá.
Históricamente, durante los 300 años coloniales, el Istmo de Panamá se vinculó directamente con la metrópoli de la corona española. En este territorio hispanoamericano, el gobernador Pedrarias Dávila no fue encomendero, sino un burócrata del Reino de España. Al decir del Maestro Ricaurte Soler, “Pedrarias no es un conquistador-encomendero que se hará pagar con mayorazgos sus servicios, sino un conquistador-funcionario que directamente representa la Corona”. En el sitio de Panamá no se desarrolló el modo de producción feudal -o duró muy poco- de las “capitulaciones, repartos y encomiendas”. En Istmo de Panamá, tampoco prosperó el “cuatequil” mexicano, ni la “mita” peruana, formas de trabajo obligatorio de carácter feudal.
Por otro lado, por su posición geográfica y su dependencia directa de la metrópolis española desde 1501, fecha del descubrimiento, hasta el eclipse de la ruta transístmica y de las “ferias de Portobelo” en el segundo tercio del siglo XVIII el Istmo de Panamá fue un emporio comercial. Precisamente, la decadencia de la ruta Portobelo-Panamá lo llevó a la condición de “situado” (región colonial dependiente fiscalmente de otro lugar de Hispanoamérica más favorecido económicamente).
Luego, durante los prolegómenos y desarrollo de las luchas de independencia de Hispanoamérica, el Istmo de Panamá tuvo un desarrollo inverso con relación a las demás colonias de España. Citando una vez más, al doctor Ricarte Soler (historiador y filósofo), quien indica que “el desarrollo mercantil de la metrópolis y el desarrollo de nuevas rutas marítimas hizo que la circulación mercantil dentro del mercado mundial en formación creara nuevas fuerzas económico-sociales que estarán en la base de la formación estatal-nacional de los diversos Estados Hispanoamericanos. Su ausencia en el Istmo, durante el siglo XVIII, explica la imposibilidad en que se encontró para realizar el Estado nacional panameño a principios del siglo XIX”, ocasionando el desarrollo tardío del Estado Nacional.
En la transición istmeña del yugo español al dominio colombiano o “agregación de Panamá a la Gran Colombia” en 1821, bajo el influjo bolivariano, Panamá se unió voluntariamente a Colombia, pero su propia debilidad impidió, una vez más, la constitución del Estado Nacional en 1830 con el derrumbe de la Gran Colombia, como sí lo hicieron Venezuela y Ecuador. Sin embargo, Panamá continuo su proceso de especificación -“terquedad histórica”- durante el todo el siglo XIX hasta alcanzar su independencia nacional en 1903.
En ese contexto tenemos que mientras Tomás Herrera edificaba el Estado del Istmo en 1841, Nueva Granada, por su parte, concertaba con el ascendente imperialismo norteamericano el ignominioso Tratado Mallarino-Bidlack de 1846, Instrumento bilateral que hipotecó la soberanía del Istmo de Panamá al conceder a Estados Unidos el derecho de garantizar a Colombia su soberanía sobre el Istmo de Panamá. De manera que no fueron los próceres de la independencia de 1903 quienes cedieron y mediatizaron la independencia nacional de Panamá, ella estaba enajenada desde medio siglo atrás.
En consecuencia, negar que el 3 de noviembre de 1903, mediante la independencia –no “separación”- el pueblo panameño, por supuesto, bajo la conducción de su fuerza hegemónica, la burguesía comercial, erigió el Estado nacional denominado República de Panamá; con el argumento de que el imperialismo, “desde sus propias perspectivas y posiciones lo hizo posible”; es también negar el desarrollo histórico del imperialismo estadounidense, así como también que la acción revolucionaria del pueblo panameño “abrió un cauce a un proyecto históricamente legitimado; económica, social, política y culturalmente progresivo”.
Mismo proyecto popular nacional y anticolonial, que condujo a la “lucha inquilinaria” del pueblo panameño del arrabal santanero en 1925. Que escenificó el primer golpe de Estado a la oligarquía por la juventud de “Acción Comunal” en 1931. Que condujo al rechazo del Tratado de Bases Militares Filos- Hines, de 1947. Que propició la colosal y gloriosa gesta patriótica de los estudiantes y el pueblo panameño el 9, 10 y 11 enero de 1964. Que indujo al rechazo de los “tratados 3 en 1” de 1967. Que impulsó la lucha popular por la expulsión del colonialismo norteamericano del territorio panameño (Bases militares) y la recuperación del Canal de Panamá mediante los Tratados Torrijos-Carter de 1977.
Es el mismo nacionalismo que nos hace pergeñar este ensayo con motivo de la celebración del 119 Aniversario de la independencia de Panamá de Colombia de 1903, henchido de patriotismo, en el marco del cambio de paradigma global de la necia unipolaridad estadounidense, hacia un mundo multipolar de paz y cooperación entre los pueblos y sus Estados Nacionales.
“Nacionalismo que ya ha mostrado su ardor y continuará haciéndolo”.
¡Así de sencilla es la cosa!