TESTIMONIO: Hace 43 años, Tito Benítez, un nacionalista caído

En ese mes, nos llegó, el recién fundado periódico quincenario Bayano, de nuestra organización interna La Tendencia. Ávidos, nos enteramos del acontecer político nacional e internacional. 

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Lugar exacto donde cae el compañero Manuel Tito Benítez hace 43 años Señalado por el compañero Ricardo Dicki Fernandez en Coclesito.
Ricardo Dicky Fernandez

Por Ricardo Fernández
Un hombre de Cara al Viento
Miembro de la «Brigada Tito Benítez»

Hace 43 años, el 24 de agosto de 1976, en un sector montañoso al norte de la provincia de Coclé, en los contornos del Proyecto Conquista del Atlántico – Coclesito; un joven de 17 años perdía la vida aplastado por el tronco de un enorme árbol, haciendo una jornada de trabajo voluntario con la gloriosa y combativa Federación de Estudiantes de Panamá (FEP).

Allí, en esa escena estuve, como militante convencido de reafirmarle al General Omar Torrijos Herrera, líder máximo del proceso revolucionario descolonizador, para la recuperación de la franja de tierra y agua conocida como Zona del Canal de Panamá… que el compromiso revolucionario de nuestra generación, la del relevo generacional patriótico, era hasta el final de esa lucha por la vía que fuese necesaria, para eliminar la estaca colonialista impuesta por EE:UU en 1903.

El nombre de ese adolescente, era Manuel «Tito» Benítez. De la provincia de Colón, estudiante del Colegio Abel Bravo y miembro de la Asociación Federada de Estudiantes de este aguerrido plantel de la costa atlántica, Humilde como la mayoría de integrantes de la Brigada de Estudiantes, tanto del nivel secundario, como de universitarios procedentes del Frente de Reforma Universitaria (FRU) que conformamos los cerca de un centenar de brigadistas seleccionados para ir a esa misión.

Luis «Lucho» Gómez, quien era el Secretario Nacional de Organización del Consejo Ejecutivo Federal de la FEP, era el designado como jefe del grupo. Fuimos entrenados en el Fuerte Cimarrón. Esa preparación fue física con los instructores militares de la Guardia Nacional.

La parte técnica para la tala, con motosierras primero y después con hachas por unidades especializadas que conquistaron el tupido Bayano del Darién, para construir la famosa área de represa para la hidroeléctrica.

La capacitación política, como fue la tradición, por connotados compañeros intelectuales que nos nutrían de saber político e ideológico en principios y valores de la lucha social del mundo. Además, sobre el curso de las negociaciones en pleno calor, que se realizaban en Washington por nuestros negociadores.

No obstante, éramos conscientes que si fallaban esos entendimientos pacíficos, no había duda en nosotros, que estaríamos dispuestos y preparados para estar al lado o por nuestra propia parte, con los comandos armados del Comandante Omar, entrando con fuego vivo, otra vez y en forma definitiva traspasando la cerca «zonian», aún a costa de nuestra sangre por la Liberación Nacional y como tributo a quienes cayeron el 9 de enero de 1964.

Esas plenas convicciones las sentí cuando nuestras energías juveniles e idealistas, fueron puestas a prueba durante la jornada en el proyecto Coclesito en 1976.
En aquella fecha trágica era nuestra misión conectar una manga de bosque entre el embarcadero, perteneciente a Coclé y Coclesito jurisdicción de Donoso, Colón.

Todos los días, marchábamos desde nuestro campamento en la escuela del caserío, hasta el tramo boscoso a una hora de distancia. Cerca de nosotros, un pelotón de la Guardia Nacional con enfermeros. Varios oficiales jóvenes, de academia compartían esta experiencia.

Cantando marchas patrióticas o revolucionarias, alegres, sin cansancio, nos hundíamos en la vegetación espesa, con afiladas hachas y filosos machetes todos los días. Durante un mes, retornábamos fuertes.

En ese mes, nos llegó, el recién fundado periódico quincenario Bayano, de nuestra organización interna La Tendencia. Ávidos, nos enteramos del acontecer político nacional e internacional.

El General Torrijos andaba por Sri Lanka, muy lejos, nos dijeron, llevando la causa panameña. Buscando solidaridad mundial «el viejo» . Eso nos llenaba de orgullo. Ahora los militares estaban con la lucha nacionalista. Antes, el estandarte y los mártires eran de los estudiantes. Omar, lo demostraba.

Recuerdo ese mismo día, de la desgracia, lo que pasó. Yo estaba al lado de «Tito» Benítez talando ese árbol fatal. Era en la mañana, Por todo el predio intervenido de los fogosos camaradas, se escuchaba el toque brutal, sonoro de la derriba. Y por cada árbol se oían victoriosas voces que advertían: AAARBOOL ABAAAJOOO, SOOOBERANIIA TOTAL, PATRIA O MUERTE, ¡VENCEREMOS!, entre otras consignas místicas.

El golpe de las hachas sobre la dura corteza era continuo y recio. En una ladera, nos encontramos, Tito, un amigo colonense de Benítez de apellido Panezo y yo. Un rato después llegó cerca a este grupo, un compañero supervisor de grupo, apellidado Morales, universitario.

Unos y otro de los tres le dimos con todo desde el inicio. Extrañamente, el «palo gigante”, empezó a crujir rápido. En mi turno, tras varios «hachazos», frente a mi estómago y rostro se desprende las entrañas rotas y puntiagudas como flechas a millar y se elevan por encima de nosotros.


Casi a la mitad, se quiebra, y con el peso de la copa, se inclina con fuerza hacia el vacío de la ladera, mientras la cola del tronco, baja con velocidad mortal y directa sobre nuestras cabezas. Con una mirada hacia la altura, y por la intuición de supervivencia a segundos grité: ¡ HUYAN, HUYAN! Corrí unos pasos laterales delante de ellos y caí de lateral, mientras el filo del hacha me queda a centímetros de la garganta. Vuelvo la mirada y veo a Panezo cayendo tras de mí mientras miro a Tito, tratando de salir corriendo en declive, intentando con su mano derecha asirse a algo o a un arbusto.

Árbol que talaba Tito Benítez (Tomado de la película del GECU Hombre de Cara al Viento)

Estaba con el torso desnudo, con su casco blanco y el rostro de esfuerzo y desesperación. En una fracción de segundos vi el tronco, como una sombra oscura y potente sobre la parte trasera de su cuello, casi enterrándolo del todo contra la tierra.

Creo que empecé a guitar. Lo mató, lo mató, ayuda, ayuda…Perdón…no puedo seguir escribiendo más. Una tristeza y dolor interno me conmueve…Es una escena imborrable de toda la vida. Para siempre…Quise huir de ahí, Pero otras voces se escuchaban acercándose. Y gritaban también.

……No sé de donde hubo tanta fuerza para levantar la mole criminal de madera. Pero lo hicimos. Y Tito salió, creo que con vida. sus últimos alientos digo, porque el enfermero militar intento revivirlo. Cuando se despegó de su boca, un gesto profundo, de expulsión interna súbita, broto de los labios de Tito un borbotón de sangre pura, noble y nacionalistas, también su último hálito de vida. El suspiro final de ese, estudiante, héroe de la lucha nacionalista.

De allí, acompañado del dolor y llanto de sus compañeros, fue cargado en una camilla militar, por cada brigadista , de vuelta a nuestro campamento, a una hora, a pie.

Como perros tristes a la luna, casi aullamos con lamento, el cortejo fúnebre, «Tito » Benítez, presente, hoy y siempre. Soberanía. Y así.

En la tarde, un helicóptero de las Fuerza Aérea Panameña (FAP), llegó a buscar el cadáver de nuestro héroe caído. En la noche, una reunión de balance determinó continuar al día siguiente la faena y cumplir la meta impuesta. Y volvimos, a la montaña bravía y amenazante.

El sonido o ruido de la derriba era envolvente. No teníamos miedo a nada ya.
Éramos otros, éramos hombres de cara al viento virgen. Acabamos de madurar con la muerte de Tito. Con su sacrificio, fuimos más. Y escuché aquel día después del 24 de agosto, con cada árbol que caía rendido ante las rabiosas hachas, el nombre victorioso, e inolvidable de aquel «pelao» humilde como yo, único coclesano en esa histórica brigada que luchaba contra la descolonización y contra la pobreza.

«Tito Benítez, presente, hoy y siempre”, era la consigna.

Un año y 15 días después de aquella fatídica tragedia, El General Omar Torrijos Herrera, el 7 de septiembre, de 1977 a nombre de su pueblo, Panamá, firmaba con el presidente Jimmy Carter el Tratado del Canal de Panamá Torrijos -Carter, que eliminaban la quinta frontera y la perpetuidad sobre nuestra franja canalera.

Loor y honor por siempre a la sangre derramada por Manuel Tito Benítez y a la generación del 70 por la lucha generacional empeñada en ese objetivo nacional conquistado.

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