Homenaje a la etnia china

En marzo de 2022, fue realizado en la sede de la Asamblea Nacional un homenaje a la etnia China en Panamá. Este evento se convirtió en un testimonio de amistad y solidaridad.

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La etnia china contribuye al desarrollo nacional.

Por Julio Yao Villalaz
Presidente honorario del CEEAP; ex asesor de Juan Antonio Tack y del general Omar Torrijos

30 de marzo de 2022.

Señor presidente, H. D. Crispiano Adames Navarro, Su Excelencia, Wei Qiang, Embajador de la República Popular China, Honorables diputados, invitados especiales, público presente:.

Como hijo de ciudadano chino y nieto de otro por parte de mi madre, doy las gracias a los Honorables Diputados por honrar el Día Cívico y Día de la Etnia China Nacional en reconocimiento del aporte de nuestra comunidad al progreso de Panamá.

Fue el embajador en la ONU, Huang Hua, quien, en marzo de 1973, dirigiéndose a la comunidad china panameña en el marco de la Reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, exclamó: “Los chinos de ultramar y sus descendientes deben considerarse panameños y trabajar para desarrollar y engrandecer a Panamá. Panamá es su nueva Patria”.

Como mejor que yo lo saben nuestra querida Berta Alicia Chen y el prominente empresario don Fermín Tomás Chan, los orígenes de los chinos se remontan a mediados del siglo XIX, cuando fueron traídos en condiciones de semi esclavitud cientos o miles de culíes chinos a construir el primer ferrocarril interoceánico del mundo, el paso geopolítico más trascendental de la época. Fueron traídos, engañados con falsas promesas.

Muchos paisanos murieron en la travesía. El resto fue maltratado por la empresa y sus alguaciles a tenor del Tratado Mallarino-Bidlack de 1846, que le daba derechos de intervención al gobierno norteamericano para aplastar la primera protesta laboral que encabezaron los chinos contra una empresa transnacional en Latinoamérica, ya que la Compañía del Ferrocarril confrontaba dificultades para cumplir con el plazo pactado con Colombia a fin de culminar el proyecto.

En caso de incumplimiento, el proyecto pasaría a ser propiedad de Colombia, lo que explica la sobreexplotación de los trabajadores chinos. Ellos vinieron a reemplazar a los europeos que habían desertado ante las penalidades del trabajo, las enfermedades y las condiciones insalubres.

Los paisanos, a quienes se les pagaba inicialmente con dinero y luego con opio, dejaron de consumirlo debido a la prohibición súbita y drástica de importarlo, y por ello sufrieron al punto de que se suicidaron de diversas maneras para librarse de su vía crucis, a la tasa de treinta trabajadores por día durante un mes (mil en total). A ellos se les encomendó la parte más difícil del trabajo, pero cumplieron la tarea antes de quitarse la vida.

Por insertar a Panamá en la geopolítica del mundo con ese paso previo al Canal futuro, nuestro pueblo les debe un homenaje a aquellos culíes que, enlazados con las futuras oleadas de chinos en el Canal francés y el Canal norteamericano, fueron los pioneros de la comunicación interoceánica, que se integraron después a la nación panameña.

Estamos en deuda con ellos. Da vergüenza decirlo.

Pero más vergüenza nos debe dar que sea un historiador norteamericano, William McCain, quien, en su obra, Los Estados Unidos y la República de Panamá (enero de 1965) nos restriegue en nuestra cara que los panameños estamos en deuda con el único Mártir o Víctima de la Separación de Panamá: Wong Kong Yee.

No fue un miembro de nuestra incipiente oligarquía el que se conjuró con norteamericanos y “dio su vida por la Patria”, sino un humilde médico chino oriundo de Hockshang, quien vino de la misma aldea o ciudad de la que vino mi padre en la provincia de Kwantung.

Wong Kong Yee cenaba en Salsipuedes a las diez de la noche del 3 de noviembre de 1903, cuando una granada de un barco colombiano lo mató en la casa del padre de Ignacio Molino. Sin embargo, los primeros historiadores de la Separación de 1903, dijeron que en esta fecha, “solo murieron un chino y un burro”. Subrayo “solo”.

Fiel a mi juramento a los diez años de edad de aclarar los hechos en torno al rol de Estados Unidos en la Separación, viajé a Bogotá y descubrí que se trataba de una vil manipulación histórica ¡para degradar al chino y dignificar y enaltecer al burro!

Pero los mártires del ferrocarril y el único mártir de la separación no son los únicos chinos dejados atrás por la “Historia”. Juan Antonio Tack, el mejor canciller de la historia republicana, declarado “Forjador de la Nacionalidad” por haber sido el artífice del Tratado del Canal, antes de fallecer, me hizo la siguiente confesión en agosto de 2008:

“Resulta que el origen de mi apellido Tack viene de mi bisabuelo, que se llamaba Wong Tack (el verdadero apellido era Wong), y Tack es un nombre como cualquiera, quien vino a trabajar en la construcción del ferrocarril (1850-55). Él se casó con panameña de Santiago de Veraguas. Al tener su primer hijo, mi abuelo, este quedó registrado con el nombre de Juan Pablo Tack. De esta manera, el nombre de mi bisabuelo quedó convertido en apellido”.

El relato del canciller Tack da fe de la discriminación que siempre hubo contra los chinos, que provocó oleadas de saqueo de las familias chinas en las provincias centrales desde 1899, obligando a sus cambios de nombre, hasta la expropiación de Arnulfo Arias en 1941 de que fue víctima mi familia en Pocrí de Aguadulce. Discriminación racial que, aunque prohibida por las Naciones Unidas, en Panamá todavía no es un delito.

El canciller Tack era no sólo descendiente de un sobreviviente de los Mártires del Ferrocarril, sino que podríamos afirmar que nuestra política exterior en su época de oro (1971y diciembre de 1976) —especialmente en la Cancillería—, estuvo en manos de dos descendientes de chinos: Juan Antonio Wong (o Tack) y Julio Yao. La Declaración Tack-Kissinger debió ser Wong-Kissinger o Yao-Kissinger, si se considera que este servidor fue su redactor por Panamá.

Los chinos panameños tenemos más que un pie asegurado dentro de la historia nacional.

Para coadyuvar en esa rectificación, urgimos a esta Honorable Asamblea que se restaure la cátedra de Historia de las Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos, eliminada en 2012 (Aplausos) por orden del Consejo de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, en connivencia con malos panameños, y cuyo Plan de Estudios elaboré en 1973 por acuerdo entre el Ministro de Educación, Aristides Royo, y el canciller Juan Antonio Tack, como consecuencia del éxito alcanzado en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU cuando, según el canciller Juan Antonio Wong, “Estados Unidos vetó a Panamá, pero el mundo vetó a los Estados Unidos”.G8

¡Viva la amistad permanente entre China y Panamá!

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