Hasta luego amigo

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Ramiro Vásquez-Chambonnet

Por/:Gerardo Berroa Loo 
Director de La Estrella de Panamá
Viernes 4 Dic 2020

Se fue mi gran amigo, sí, porque fue mi gran amigo. Los últimos tres años tomé café con él todos los lunes. Conversábamos sobre historia, política, y la familia. El último domingo antes de ingresar al hospital, y no lo vi más, me llamó para posponer el café para el martes, porque iba a hacerse unos exámenes ese lunes. Me entristece su partida, porque dejamos inconclusas sus memorias…

Muy pocos saben que Ramiro Vásquez Chambonnet era nieto de uno de los  Soldados de la Independencia, Carlos Chambonnet, y del gran Eusebio A. Morales… Es más, su apellido debió ser Morales, pero su padre fue inscrito solo con el apellido Vásquez de su madre…

Me contó gran parte de su vida, la que recopilaba para narrar una parte de la historia de Panamá desde la perspectiva de un hombre de izquierda, de la denominada Tendencia, y cómo lo adoctrinó el partido comunista, que fue a parar a Rusia, donde fue entrenado en las estrategias de inteligencia.

Combatió al principio a Omar Torrijos, pero en uno de sus arrestos, Torrijos se acercó al cuartel y lo mandó a llamar. Frente a frente le dijo: «Muchacho, tú y yo tenemos las mismas ideas, las mismas metas… no hacemos nada estando en bandos contrarios».
Desde aquella conversa, Ramiro Vásquez Chambonnet, el comunista, el revolucionario, se convirtió en torrijista.

Me llegó a decir que hay tres motivaciones del ser humano: la intelectual, la económica y el prestigio personal. «La mía es la última… ¡Prestigio personal!».
Pierdo a un buen amigo. Alguien con quien disfruté semana tras semana, compartir un café. A veces me convocaba para un encuentro con sus amigos y la mesa se llenaba con personas de diferentes corrientes y posiciones económicas. Llegaba el millonario y el no millonario, pero todos con gran preocupación y conciencia de patria.

Extrañaré a mi amigo… espero que se encuentre con Dios y allá lidere otra Tendencia y hasta se reencuentre con su amigo Omar Torrijos Herrera. ¡Hasta luego, amigo!

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