Fidel y Omar

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Fidel y Omar

Manuel Orestes Nieto
Poeta, Ex embajador de Panamá en Cuba
28 de noviembre, 2016

Cada minuto de aislamiento a Cuba constituye sesenta segundos de vergüenza hemisférica.  Omar Torrijjos

Cuando aquellas extraordinarias palabras del discurso del general Omar Torrijos retumbaron en el hemiciclo del Consejo de Seguridad -celebrado en Panamá, en 1973- sobre el hecho de que cada minuto de aislamiento a Cuba constituía sesenta segundos de vergüenza hemisférica, se enarboló ese día las banderas de dignidad de ambos pueblos; el veto estadounidense a Panamá no fue el dique que detuvo la persistencia y la tenacidad por la superación colonial y el reintegro a Panamá del Canal, el último día del siglo XX.

Así, ambos países -Panamá y Cuba- y dirigentes -Fidel Castro y Omar Torrijos- tejerían sucesivos y cada vez más profundos y verticales lazos en el tiempo, donde la solidaridad y el mutuo respeto fue el signo de esa inquebrantable amistad, donde las razones históricas justas, fueron los motores de sus decisiones políticas, incluyendo el escenario internacional.

Cuando Torrijos visita Cuba y se restablecen las relaciones diplomáticas entre La Habana y Panamá, se evidencia -en sus propias palabras- que esa amistad era ya de acero y se concretaba en una comunicación permanente y fluida, en coincidencias sobre los asuntos hemisféricos, donde el consejo responsable de Fidel era la paciencia, serenidad y flexibilidad en el fragor de las arduas negociaciones, para alcanzar la conquista de los Tratados Torrijos-Carter.

El viernes 25 de noviembre pasado, su corazón de oro se detuvo, pero su nave elevó anclas y su bandera se enarboló en lo más alto del mástil. En la marcha que se realizará a lo largo de la isla de Cuba, desde el miércoles 30 hacia su Santiago natal, donde reposarán sus restos, en el cementerio Santa Ifigenia, cerca del Apóstol José Martí, el general Omar Torrijos estará acompañándolo.

Ambos líderes coincidieron en el tiempo de las batallas por la libertad, del fin del colonialismo y de la soberanía de nuestros pueblos. Ambos latinoamericanos, caribeños, tercermundistas, profundamente solidarios, dignos estadistas, no se avasallaron ante los designios imperiales.

Ambos, con sus respectivos idearios, desafíos nacionales y circunstancias -como en su época lo hicieron los grandes capitanes y patriotas de esta América mestiza- fueron y son soldados leales de estas tierras y que José Martí pudo ver desde sus atalayas visionarias.

Cuba, con la existencia y vida de Fidel, fue otra Cuba. Panamá, con Torrijos fue otro país, cerrando la herida territorial que tanto ofendió a los panameños.

Ellos, independentistas, emancipadores, profundamente hijos de sus pueblos, siempre tuvieron su mirada y su compromiso con los humildes.

Sobre Omar Torrijos, como un privilegio, varias fueron las veces que Fidel me expresó su afecto entrañable por él. Al hablar, sus imágenes hiperbólicas y elocuentes, coincidían con imágenes reales, porque las extraía de los seres humanos. Y entonces, me precisó: «Torrijos es el más grande patriota de tu país. Es realmente asombroso lo que hizo, y logró lo que parecía imposible».

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