Faltan más “pruebas” para “suprimir” el corona virus

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Test clínico para descartar casos de coronavirus.

Por Marco A. Gandásegui, hijo
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

Los infectólogos asiáticos y europeos señalan que hay tres políticas para enfrentar el coronavirus. La primera, consiste en no tomar acción alguna y dejar que la infección siga su curso natural. La segunda, consiste en “mitigar” el desarrollo del coronavirus con un conjunto de políticas que frenaría su avance. La tercera, sería proceder a “suprimir” el virus y eliminarlo por completo. El primer escenario es catastrófico. Cuando le dijeron al presidente Trump que podían morir millones de norteamericanos si no hacía algo, se comenzó a movilizar. En el caso de Panamá, podría costar la vida a miles de personas. La segunda alternativa –mitigación– puede reducir el número de muertes a menos de la mitad. Consistiría en tomar medidas que no afecten la economía: mantener abiertas las empresas y espectáculos. La tercera opción es la “supresión”. Esta reduciría la tasa de mortalidad al mínimo, pero significa paralizar el país durante un mes o dos.

El gobierno panameño ha tomado las medidas más severas que se recomiendan, menos la correspondiente a la aplicación masiva de los “test” o pruebas de la infección. Según fuentes extraoficiales, China está enviando a Panamá un cargamento de 15.000 pruebas. China ha donado pruebas y equipos a otros países que los han solicitado. La falta de las pruebas puede estar engañando a los especialistas. Sin ellas, no se sabe cuántas personas con infecciones asintomáticas (infectadas, pero sin síntomas) están circulando y contagiando a todos a su alrededor.

La epidemia del coronavirus tiene dos vertientes que deben ser analizadas para garantizar la salud de la población a escala global. La primera ha sido objeto de intenso seguimiento y divulgación constante: las medidas epidemiológicas acompañadas por las acciones en el campo de la salud. La segunda tiene un perfil mucho más bajo a pesar de ser igual o más importante. Son los aspectos socio-económicos y políticos de la epidemia.

En el campo epidemiológico, se ha insistido en que son tres áreas bastante sencillas que deben ser privilegiadas. Así lo hicieron China y Corea del Sur, logrando contener por ahora la epidemia en esos países. Estos son el lavado de manos, la cuarentena y las ‘pruebas’ de la infección al mayor número posible de personas. Esta táctica disminuye el número de casos y reduce la demanda sobre el personal y los establecimientos de salud. La reducción garantiza el funcionamiento de los equipos y evita el colapso de los hospitales como ocurrió en Italia. El éxito de la táctica ha sido desigual. Panamá, ha podido, hasta ahora, mantener niveles aceptables de morbilidad, pero se desconoce la verdadera dimensión de la población afectada. Ello se debe a la falta de una política masiva de pruebas. Tampoco se sabe si la población cumple las instrucciones de higiene y resguardo voluntario.

Sólo se han hecho cerca de 3.000 pruebas y han resultado 443 casos positivos. Un total de ocho fallecimientos se atribuyen al coronavirus. Los resultados que da a conocer el Ministerio de Salud sobre los casos sólo se refieren a datos demográficos (edad, sexo y corregimiento de residencia), sin ofrecer información socio-económica (ocupación, educación e ingreso). Con relación a la distribución geográfica de los casos, se destacan los barrios donde viven los más pudientes de la ciudad capital: Punta Paitilla, Punta Pacífica en San Francisco, Costa del Este y Santa María en Juan Díaz y en Bella Vista. Según las estadísticas, el 30 por ciento de los casos detectados residen en esos lugares. Sin embargo, esos barrios tienen menos del 10 por ciento de la población del área metropolitana.

Se puede atribuir esa concentración de casos que han sido infectados por el virus al hecho de que en esos barrios vive una alta proporción de familias que han viajado al exterior en las últimas seis semanas. Además, esas mismas familias han tenido un alto nivel de contactos sociales. Mediante una extrapolación se puede deducir que esas personas contagiadas tienen ocupaciones profesionales, altos ingresos y niveles superiores de educación. Sólo se puede saber si en efecto esa hipótesis tiene fundamento, si el Ministerio de Salud da a conocer la información. Sobre la base de esos conocimientos se pueden diseñar políticas adicionales que detengan la proliferación del virus. Además, se puede determinar la relación entre esta población que trae la infección del exterior con sus contactos en el país.

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