¿Es la Asamblea el Problema?

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Asamblea Nacional de Diputados Panamá

¿Es la Asamblea el Problema?

Revista Matutina | El país registra una serie de problemas que van desde estructurales hasta de fallas en la políticas públicas. Administrativos, morales, de seguridad, etc. Lo peor es el ambiente que se ha creado, la percepción, que le dicen, las reacciones de la sociedad o lo que el hombre de a pie padece. No hay entidad que esté a salvo. Valga leer el análisis que publica Mario Rognoni en la Estrella de Panamá.

Pese a que se trata de un problema general que en principio se propuso resolver mediante una constituyente, algunos críticos levantan su dedo acusador contra la Asamblea de Diputados, como eximiendo a otros y ubicando al parlamento como el eslabón más débil, y como si con atacarla se resolvieran los demás problemas.

Muchas esperanzas abrieron para el país tanto las promesas de campaña sobre una constituyente, como la declarada guerra contra la corrupción que a inicios de su gobierno abrió el presidente Juan Carlos Varela. Pero el escenario de hoy no puede ser más desalentador y frustrante. Ni los temas de corrupción se resolvieron, ni la administración es eficiente, no ha habido una constituyente, y el país se acerca a una etapa electoral donde una acumulación de hechos negativos parecen esperar tan solo un detonante para expresarse con todo su rigor.

En ese escenario el facilismo político, y cierta dosis de oportunismo mediático trata de situar a la Asamblea como la causa de todos los problemas, al extremo que algunos hablan de cerrar el parlamento. Ciertamente es que el país pasa por una grave situación institucional que muchos atribuían al pasado gobierno pero que en lugar de ser resuelta en el presente, parece agravarse. Ni el órgano judicial se presenta como garante de transparencia en la justicia, ni el propio ejecutivo ha demostrado capacidad para atender los acuciantes problemas que aquejan a  la sociedad, pero hay quienes hablan de cerrar la Asamblea, como si tuvieran en sus cabezas viejas reminiscencias golpistas.

En lugar de fórmulas mágicas, quienes hablan de cerrar el parlamento debían acoger como buenas las convocatorias del órgano legislativo para diálogos nacionales donde estén presentes todos los sectores de la sociedad. Más que un golpe técnico, lo que el país necesita es una reflexión colectiva que ponga a salvo sus instituciones, las críticas que, en un marco constructivo, proponga alternativas viables antes que traumas que pocos o nadie, saben qué consecuencias pueden generar. Un escenario donde, en reiteradas ocasiones el presidente de la Asamblea, Rubén de León ha ofrecido como escenario al hemiciclo legislativo. Pero parece que hay quienes añoran las escenas inestables y la falta de gobernabilidad, cuando los hechos tan solo demandan más responsabilidad y menos pasión, más orden y menos anarquía.

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