Epitafio a Camilo Torres

Dora Alexandra grabó un LP en Medellín con mis décimas al 9 de Enero de 1964, y allí incluimos el “Canto a Camilo Torres”, que ella llevó a todos los escenarios de América Latina […]”

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Sacerdote Camilo Torres Restrepo.

Por Julio Yao Villalaz
Asesor en Política Esterior, escritor y poeta

El 3 de febrero de 2022 se cumplió otro aniversario del natalicio del sacerdote Camilo Torres, del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Camilo murió el 15 de febrero de 1966, tratando de tomar el arma de un soldado colombiano de la Quinta Brigada.

A raíz de su muerte, escribí un “Epitafio a Camilo Torres”, con diez versos en forma de décima. Seis años después, en septiembre de 1972, llegó a Panamá la declamadora colombiana Dora Alexandra, referida a mi persona por el más grande poeta negro de Colombia, Jorge Artel.

Dora pidió ver mis poesías, entre las cuales encontró mi “Epitafio a Camilo Torres”. Le impactó tanto que me preguntó si yo podría completarlo. Le dije que sí, pues estaba familiarizado con el viacrucis que Camilo padeció en manos de la oligarquía colombiana.

De este modo, escribí cuarenta versos adicionales, y el “Epitafio” se convirtió en “Canto a Camilo Torres”, extraordinario miembro de la Teología de la Liberación.

Dora Alexandra grabó un LP en Medellín con mis décimas al 9 de Enero de 1964, y allí incluimos el “Canto a Camilo Torres”, que ella llevó a todos los escenarios de América Latina dentro de la internacionalización del Canal. El disco se tituló: “Lloras, Panamá querida”.

A mediados de 1975, Dora me llamó jubilosa para decirme que había ganado un Concurso Internacional de Declamación del mundo hispanoparlante, auspiciado por la Alcaldía de Bogotá. Dora y una declamadora mexicana llegaron empatadas a las finales, después de meses de reñida competencia entre decenas de declamadores del mundo. Para desempatar, Dora tenía reservado declamar el “Canto a Camilo Torres”.

El público presente, acostumbrado a la buena poesía, la aclamó estrepitosamente como ganadora, pero el jurado nacional, representativo del Gobierno de Colombia, a través de la Alcaldía de Bogotá, sencillamente no podía avalar una propuesta tan “subversiva”. El Estadio explotó, porque la politiquería había privado sobre la poesía.

El pueblo de Colombia escogió a Dora Alexandra, de igual manera como en 1971 la declamadora ruso-argentina, Berta Singermann, la había proclamado como su sucesora, en un evento donde ambas participaron en el Caracas Hilton de Venezuela. Al escucharla y valorar su calidad artística, con lágrimas en los ojos, Berta, exclamó: “Ya puedo morir en paz” y le dedicó a Dora su repertorio.

Para mí, el honor más significativo de aquel certamen poético y declamatorio fue que el “Canto a Camilo Torres” se convirtió enseguida en un himno de la revolución colombiana y que se incluyera mi nombre en una Antología de Poetas Colombianos (me lo confesó Dora), en el país que ha producido los más grandes poetas de América Latina: solo un poeta colombiano, le decían, podría ser el autor del poema.

Dora Alexandra, que llevó la causa panameña a la gran Patria Bolivariana, falleció el 15 de enero de 2015 en Cali, Colombia. Yo la acompañé en sus últimos días y en un homenaje grandioso que su país le hizo en vida -como debe ser todo homenaje- el 8 de noviembre de 2014, cuando, entre muchos honores, la Biblioteca de Palmira-Valle, donde Dora residió, fue bautizada con su nombre: Dora Alexandra Pinto de Izquierdo. Posteriormente, Dora y la Biblioteca que lleva su nombre, han recibido otros honores nacionales.

He aquí los versos:

CANTO A CAMILO TORRES

(1) No te conocí, Camilo/ sacerdote guerrillero/ pero me lanzo al sendero/ que desbrozaba tu filo./ No fue mi sueño tranquilo/ desde que miré tu suerte,/ y al acercarme y al verte/ como a un Jesús fusilado,/ de ti me vi uniformado/ y no le temí a la muerte.

(2) No fuiste en vida mi amigo,/ cura revolucionario./ De tu glorioso calvario/ el fusil llevo conmigo./ ¡Duros contra el enemigo/ emprenderemos la lucha!/ Camilo Torres, escucha/ lo que el pueblo te promete:/ que por librarnos del foete/ la sangre no será mucha.

(3) Tu sangre abona la tierra/ y atemoriza a soldados./ ¡Mil por ti multiplicados/ subiremos a la sierra!/ Tu sangre-semilla encierra/ la esperanza del mañana;/ Camilo Torres, entraña/ de Colombia escarnecida:/ al igual que tú la vida/ jugamos en la montaña.

(4) ¡Qué más da perder la vida/ trozados por la metralla/ si por doquiera se halla/ la muerte bien repartida!/ El hambre es perenne herida/ que mata angustiosamente;/ es la metralla silente/ de la social estructura/ que lleva a la sepultura/ no menos rápidamente.

(5) Por eso, rebelde y fiera,/ ya la masa se levanta,/ lucha, muere, vive y canta/ al calor de tu bandera./ Cual reto en la cordillera/ flamea tu pabellón,/ Camilo, revolución/de la América explotada/ que avanza como una oleada/ hacia la liberación.

Panamá, febrero 1966 y septiembre de 1972.

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