Entre Escila y Caribdis

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Odiseo desafiando a Escila y Caribdis.

Por Ing. PhD. Carlos Lorenzo

En LA ODISEA, el gran poeta Homero narra el viaje maravilloso de Ulises desde Troya, en la Anatolia, hasta la Isla de Ítaca, donde le esperan su esposa Penélope y su hijo Telémaco. Tras los diez años de la Guerra de Troya, el viaje de retorno tarda otros diez años pletóricos de aventuras y peligros inimaginables, estadías en lugares de ensueños y misterios tutelados por dioses y los más inverosímiles seres mitológicos que hacen del viaje a Ítaca una experiencia sin parangón (ver el poema de Constantino Cavafis).

En el trayecto, los viajeros deben atravesar por un escollo del estrecho de Mesina, situado entre Calabria y Sicilia, al sur de Italia, donde en sendos lados habitan dos monstruos de la mitología griega: ESCILA, de fuerza titánica, seis cabezas de perro y horribles triples hileras de dientes, doce patas y largos cuellos que extienden sus tentáculos en el acantilado para capturar a los marineros que osen intentar navegar a través del estrecho canal; CARIBDIS, que traga tres veces el agua del mar y luego la vomita, formando enormes remolinos que aterrorizan a los más intrépidos viajeros que, al alejarse de Caribdis, caen en las fauces de Escila y viceversa. De aquí a través de las edades la tradición acuñó la expresión «Estar entre Escila y Caribdis», para señalar la endeble situación de quien no puede evitar un peligro sin caer en el otro (DRAE).

En la coyuntura política actual, los poderes fácticos, el partido mediático, la clase política y sus operadores, han venido configurando una narrativa para los electores en el sentido de inducirnos a elegir entre un abanico de candidaturas a la Presidencia de la República, pretendiendo que sus ofertas electorales son diferenciadas y legítimas, y encerrándonos en un dilema donde se pudiera escapar de una propuesta mala a una peor.

La alternativa José Gabriel Carrizo-Martín Torrijos Espino sitúa a los Torrijistas, dentro y fuera del PRD, «entre Escila y Caribdis»; empero, se ha de tener claro que se trata de una alternativa tramposa desde la perspectiva de la sobrevivencia del sistema, del statu quo. Ninguno de los dos, salvo matices, rebasa el marco de hierro de las concepciones y políticas neoliberales; es por eso que sus propuestas para el Seguro Social son paramétricas, que defienden la minería metálica, que no propugnan por la soberanía alimentaria, que conciben un Estado improductivo y débil, que le temen a la industrialización y la sustitución de importaciones, que no les importa la gigantesca evasión fiscal y promueven los subsidios al gran capital turístico, financiero y bancario, que ni si quiera mencionan la posibilidad de recuperación nacional del control sobre los recursos y riqueza de la nación como son los puertos y las comunicaciones en manos de transnacionales, que hablan de crecimiento pero no de desarrollo socioeconómico integral, que estimulan la privatización de empresas públicas y la terciarización de las operaciones del canal, que entregan la soberanía, la dignidad y la independencia del país, que no les importa el sufrimiento multidimensional que padece día tras día nuestro pueblo en materia de hambre y desnutrición, desempleo, carencia de vivienda, precariedad de la salud, baja calidad de la educación, inseguridad.

La VISION 2050, elaborada en el seno del PRD, fue echada junto al agua sucia de la bañera. Escila y Caribdis sustentan sus propuestas en un neoliberalismo que como modelo ha fracasado en todas partes dejando una enorme estela de injusticia, pobreza y desigualdad para beneficio de una ínfima minoría. No son una alternativa para dar respuesta al pueblo panameño y para avanzar un proyecto de desarrollo como el que en su momento avizoró el general Omar Torrijos Herrera.

Llegó la Hora de los hornos, sentenció José Martí en 1881, en el contexto de la Conferencia Panamericana de Washington, convocada por Estados Unidos en pleno Tránsito del capitalismo a su fase Imperialista. Para los torrijistas, llegó un momento crucial e histórico y adelantar un debate largamente postergado, sin sectarismos y prejuicios, con madurez y responsabilidad política y ética. ¿Qué es el torrijismo hoy, un catecismo? ¿Sería idéntico al de la década del 70, cuando existía un escenario social e histórico nacional e internacional significativamente diferente al de hoy? ¿Torrijos endosaría hoy los proyectos de izquierda, progresistas, que se desarrollan en América Latina o endosaría las propuestas bolsonaristas, de Katz o Dina Boluarte? Yo no dudo cuál sería su posición, él vislumbró las salidas más avanzadas, así decía: » Sólo el pueblo panameño sabe hacia dónde se encamina su proceso revolucionario.

Pero, si ese destino fuese el socialismo, la decisión tendrá que tomarla el propio pueblo de Panamá. Exclusivamente el pueblo de Panamá» (Entrevista con Díaz Castillo, Universidad de Guatemala). El general Torrijos dirigió la lucha por la recuperación de la soberanía plena y de los bienes conculcados a la nación; pero también puso en marcha el proyecto social, económico y político más avanzado que era posible en las condiciones entonces imperantes y que definieron sus límites. ¿Caería el general en la trampa de Escila y Caribdis, en la que los «Dinosaurios» de uno y otro lado quieren arrinconar a los torrijistas? Estoy convencido de que el general endosaría hoy la propuesta más avanzada posible en las nuevas condiciones actuales, por el desarrollo, la independencia, la justicia y la igualdad social, por una vida digna.

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