Por Teyuné Díaz Díaz
La Habana (PL) – Ante un futuro previsible de escasez de petróleo y, por consiguiente de su encarecimiento, muchos países tornan la mirada al empleo y aprovechamiento de las fuentes de energías renovables (FER) como alternativas viables para el desarrollo.
A propósito de la participación en el primer salón de Energías Renovables en Cuba, el secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), Alfonso Blanco, conversó con Prensa Latina sobre las fortalezas y vulnerabilidades de las FER en el área.
En América Latina existe una fuerte tradición en el empleo de las mismas, pero se comporta de forma desigual en toda la región, y el Caribe es la zona más rezagada debido a su característica insular y la carencia de grandes recursos hídricos, situación que transformó este lugar en dependiente de los combustibles fósiles, explicó.
Agregó que esos elementos condicionaron en gran parte el desarrollo del sector energético de las renovables en los países caribeños a diferencia de Latinoamérica, donde existen naciones que cerraron 2017 con una participación entre el 96 y 97 por ciento de generación de energías limpias en su matriz eléctrica, como son los casos de Uruguay y Costa Rica, considerados líderes mundiales en ese apartado.
Recordó que desde la década de 1980 América Latina fomentó la generación hidroeléctrica, lo cual condicionó fuertemente la actual impronta, pero reconoció que es necesario ampliar esa experiencia hacia el Caribe.
Blanco significó que el empleo de las FER en el área caribeña es una necesidad y consideró ineludible despertar los niveles de participación en Latinoamérica y, pese a las barreras, sumarse al uso de esta alternativa energética como una condición para el progreso.
En el ámbito de las renovables es necesario un trabajo comprometido, significó, y abogó por implementar esa política en toda la región, que actualmente ostenta una participación del 25 por ciento en materia de fuentes limpias, dato por encima de la media global ubicado en torno al 10 por ciento.
Amplió Blanco que el mercado de energía se encuentra en proceso de cambio, pues los costos de producción son más económicos, y hay que atrapar esa oportunidad, sentenció. Los países del Caribe y Cuba tienen una potencialidad muy fuerte para el aprovechamiento de estos recursos.
Esto se traduce, señaló, en una mejora de la productividad y la eficiencia. Ejemplificó que si se utiliza el bagazo de caña en la industria azucarera para aportar energía a la red y también se logra eficiencia en dicha esfera, es una ecuación ganar-ganar.
En cuanto a Cuba, comentó que trabajan en el apoyo de las políticas sectoriales a largo plazo, en el fortalecimiento de los sistemas de información, trabajos sistemáticos y la disposición del organismo de acompañar a la isla en este importante proceso de transformación.
Apoyo de la Olade
Dispone la Olade del conocimiento necesario para impulsar este sector. En tal sentido, hay un espacio muy fuerte para la Cooperación Sur-Sur, el trabajo colaborativo desde los países con mayores avances en estos mercados hacia aquellas naciones que dan los primeros pasos, enfatizó el directivo.
La integración regional y el apoyo de capacidades técnicas son premisas de trabajo del organismo, así como favorecer que la planificación energética pase de acciones de gobierno a políticas de Estado, donde se involucre un modelo de desarrollo ajustado para cada país.
Unido a ello, la Olade apoya la identificación de fuentes de financiamiento para que cada nación se pueda desarrollar, ya sea mediante proyectos de estructura o el fortalecimiento de sus redes.
Blanco rememoró que en 2017 presentaron el manual de planificación energética donde se encuentran las pautas para ampliar las bases del sector a largo plazo y sus metas futuras.
Agregó que la Olade capacitó a unas 5.000 personas de la zona en 2017, las cuales se instruyeron en temas técnicos de alto interés.
Eficiencia energética
Al referirse a la importancia de la eficiencia energética, Blanco explicó que es necesario tener una idea común de su rol y a partir ahí construir una política de largo plazo.
Para ello, amplió, se requiere de diálogo y presencia social como punto de partida para establecer una estrategia en esta materia, lo cual demanda de un empoderamiento de los usuarios de energía.
El tema, opinó, debe estar en la agenda de discusión e interpretarlo tanto a nivel nacional como por cada uno de los individuos que integran un país, y hacer comprender que es una necesidad trabajar en la eficiencia energética y en los sectores productivos.
Valoró que Cuba tiene ese problema resuelto, a partir del convencimiento a nivel de la sociedad en su conjunto, y recomendó trabajar en función de no asociar el ahorro con la eficiencia energética, pues el ahorro significa reducir el consumo, no eficiencia, remarcó.
El pacto social es más complejo en aquellas sociedades que interpretan el consumo como un elemento de diferenciación o de estatus social, apuntó el secretario ejecutivo de la Olade.
Señaló que en Latinoamérica hay niveles de subconsumo para lograr el confort necesario, pero afirmó que el aumento de demanda se debe realizar bajo pautas eficientes a fin de disponer de la energía necesaria y así, una vida bajo los elementos mínimos de comodidad.