Por Alberto Velásquez
Periodista y relacionista público
Los efectos letales y de carácter económico que se avecinan, como resultado del contagio del Coronavirus, derivaran en una serie de cambios a la sociedad internacional que son difíciles de imaginar, especialmente porque se trata de un caso inédito que sobrepasa los ámbitos de las llamadas guerras mundiales y las pavorosas pandemias como la peste bubónica, el cólera y la sífilis.
La república de Panamá, conectada al mundo por su posición geográfica y otros elementos importantes, no escapará de las consecuencias de una pandemia globalizada que no tiene respeto por las condiciones sociales de sus víctimas.
Está claro que el Coronavirus, o el Covid-19, contagia tanto a un individuo de a pie como a un millonario, sin que importe el color o la creencia religiosa. Fulmina a todos por igual y esta condición priva sobre los conceptos que hoy predominan en la sociedad moderna, caracterizada por el modelo del consumismo y la exclusión social.
El Coronavirus está demostrando al mundo que de nada sirve poseer grandes riquezas o ser una persona humilde. Estamos montados sobre una sociedad, que, pese a sus grandes adelantos, está preñada de intereses económicos que han empujado a un gran sector de la humanidad a la pobreza, mientras que otros se enriquecen escandalosamente. Sin embargo, cuando llegan situaciones como la actual pandemia, de nada sirve el caudal acumulado en forma egoísta, sin avizorar que un virus los puede convertir en polvo.
Mientras la pandemia avanza, los gobiernos como el nuestro y otros, tratan de vender la imagen de que están haciendo todo su esfuerzo por combatirla, pero al tomar ciertas medidas favorecen los intereses de sus más allegados, en detrimento de una gran población que no tendrá suficiente recurso para enfrentarla.
Particularmente, todo el país escuchó cuando un representante de la banca hacía énfasis en defender el auge económico de este sector, sin ofrecer un justo sacrificio, como lo tendrán que hacer muchos para eliminar la pandemia que está afectando a la sociedad en su conjunto. Y así también se empieza a conocer el comportamiento de empresarios e industriales, dispuesto a defender lo suyo en medio de una crisis en donde necesariamente todos tendremos que aportar una cuota de solidaridad humana.
Disolver contratos de trabajo, dar oportunidades fiscales como reducir a cero los aranceles de importación de ciertos productos que nunca favorecen el precio al consumidor, posponer el pago de renta sin condicionamientos y eliminar el pago de multas por retrasos en la entrega de órdenes de compra, reducción significativa en tiempos y costos de tramitología, son algunos de los presuntos beneficios empresariales. Además, con ello se pretende aportarles ayuda financiera, lo que equivale, ni más ni menos, a asegurar su estatus por encima de las condiciones en las que caerán los trabajadores, profesionales y productores agropecuarios, a quienes apenas corresponderán unas migajas.
Se ha organizado desde la jefatura del Estado una mesa económica con el pretexto de enfrentar los efectos de la pandemia sobre la población y el modelo económico predominante. Invito a que le sigamos la pista y vigilemos con rigurosidad para que no se convierta en un mecanismo conveniente a los intereses de los más poderosos, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.