Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político
La República de Panamá no cuenta con proyecto de Nación y tampoco con una politica internacional independiente que le indique a propios y extraños cuál es nuestro ”norte” politico, económico y social.
En un mundo convulsionado por el enfrentamiento entre la geopolitica unilateral de Estados Unidos de América y la multipolaridad preconizada por la mayoría de Estados en los cinco continentes, el Estado panameño es visto con recelo y desdén por la comunidad internacional, al no definir una clara posición entre el ”progresismo” que recorre el continente Latinoamericano y el desfalleciente neo conservadurismo (”Neo-con”) estadounidense.
El gobierno de Panamá es el único de la región con el cual el mandatario norteamericano Joe Biden, no se ha reunido, ni siquiera una llamada telefónica del ”Norte revuelto y brutal” ha recibido el presidente Laurentino Cortizo Cohen; y en el reciente pasado cuando su ”spare tire” lo representó en las Naciones Unidas, el jefe de la nación más poderosa de la tierra, que aqui los lacayos dicen que es ”nuestro socio estratégico”, ni una «fotico» quiso tomarse con José Gabriel Carrizo.
Sin embargo, a pesar de todos esos desprecios y desaires diplomáticos, a los cuales se le suma la rotunda negativa de la administración imperial gringa de revisar 5 articulos o bienes incluidos en el Tratado de Libre Comercio (TLC), entre Panamá y EEUU, en el suelo istmeño, los gringos y la oligarquía panameña —en violación de la Constitución Politica de la República— continúan el proceso de militarización de los servicios de policia, convertidos en verdaderos ejércitos pretorianos, que de policías solo conservan el nombre.
En los primeros seis meses del 2023, los únicos altos mandos castrenses yankees que no han visitado Panamá han sido el jefe de las Fuerzas Armadas y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, el general Charles Brown y el presidente, Joseph Robinette Biden Jr, respectivamente.
¿Cuál es el punto?
El pretexto de las visitas de los altos mandos militares estadounidenses, es, supuestamente, la coordinación con el gobierno panameño de las medidas para atender el creciente flujo migratorio clandestino o ilegal (”coyotismo” y trata de personas) a través de la selva del Darién).
Pero, la realidad es otra. Para nadie es un secreto el combate global entre Occidente (USA) y Oriente (Rusia, China, India, Sudáfrica, Brasil y otras potencias pertenecientes al bloque BRICS).
Al no definir una politica exterior independiente y neutral, Panamá ha quedado atrapada entre el ”neo-con” y unilateralismo estadounidense y el creciente desarrollo del ”progresismo” de América Latina.
Los gringos no nos respetan y nuestros hermanos latinoamericanos nos miran con desconfianza; porque no somos ni neoliberales aliados iguales del neoconservadurismo de las grandes potencias capitalistas. Tampoco nos decantamos por el progresismo y menos nos declaramos un Estado Neutral.
En conclusión, todo el mundo mira al gobierno panameño como lo que es, un régimen vasallo de los estadounidenses, gobernado por una pandilla de plutócratas corruptos y clientelares, que están a punto de instaurar un enclave colonial minero en el espacio natural mesoamericano istmeño.
¡Así de sencilla es la cosa!
