Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político
El actual fenómeno de la Fuerza Pública panameña, de cuatro (4) Servicios de Policía, que de Policía sólo tiene el nombre, ha sido una constante histórica, en virtud de nuestra condición de Nación-protectorado del imperialismo estadounidense.
La presente reflexión viene a colación en razón de la reciente visita -por enésima vez- a Panamá, de la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos de América, cuya presencia tiene el objetivo de la clausura de los ejercicios castrenses, ”Fuerzas Comando 24”, en el que participaron 17 ejércitos del Continente con el objetivo de realizar ”operaciones especiales” y promover ”las relaciones entre las milicias»(los ejércitos)”.
La pregunta que todos los panameños debieran hacerse desde hace 35 años, en que el triunvirato Endara, Ford y Arias Calderón, supuestamente, eliminaron las Fuerzas Armadas y en su lugar crearon ”servicios de policías”, es ¿por qué Panamá participa en en ejercicios militares, si el artículo 310 de la Constitución Política dice: ”La República de Panamá no tendrá ejército…”?
La respuesta es inequívoca: desde la fundación de la República, el 3 de noviembre de 1903, Estados Unidos ha moldeado la Fuerza Pública panameña en función de sus propios intereses geopolíticos de dominación regional y mundial.
Hasta 1904, este país tenía el ejército bolivariano comandado por el general Esteban Huertas, pero a pedido del representante diplomático del ”Norte revuelto y brutal”, el primer presidente de la República de Panamá —colonia o protectorado norteamericano— Manuel Amador Guerrero, ”ordenó” el licenciamiento de los miembros del ejército istmeño y solicitó la renuncia al general Huertas.
El ejército nacional, heredero de las gestas libertarias del general Simón Bolívar, fue reducido —por designios de los intereses imperialistas norteamericanos— a ”policía de pito y tolete”.
Más tarde, en razón de los resultados de la ”segunda guerra mundial”, particularmente, a causa de la ”guerra fría” entre ”Occidente” y el campo socialista (bipolaridad global), los Estados Unidos se propuso reorganizar el Servicio de Policía en Panamá para convertirlo —con el nombre de Guardia Nacional— en ejército, único instituto armado, que en menos de dos décadas dieron a luz el militarismo (formalización del control político del Estado por los entorchados, mediante el golpe militar del 11 de octubre de 1968).
Sin embargo, parece que ”la historia se repite en espiral” o que ”el hombre (gobernante panameño) es el único animal que tropieza dos o más veces con la misma piedra”.
Los gobiernos panameños pos invasión, con su conducta política de lacayos de Estados Unidos, se han unido al ”carro” de la unipolaridad que propende Estados Unidos versus la multipolaridad de gran parte de los países del mundo. En este contexto conflictivo de lucha por el control del mercado global con China, la guerra proxy en Ucrania y más recientemente el conflicto bélico en Medio Oriente (HAMÁS vs FDI); el ”establishment” estadounidense ha llegado al convencimiento que debe acelerar el proceso de uniformar las Fuerzas Armadas latinoamericanas aliadas y, para ello, en esta fase, debe reconvertir los cuatro Servicios de Policía (Policía Nacional (PN), Servicio de Protección Institucional (SPI), Servicio Nacional Aeronaval (SENAN) y el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) en cuatro (4) ejércitos.
En síntesis, este avieso propósito de los Estados Unidos, ha contado, como en el pasado del ancien régime liberal, con la complacencia y colaboracionismo —durante los últimos 35 años— de los gobiernos neoliberales de la plutocracia corrupta y pro estadounidense, sendero político que a todas luces seguirá —si no es rechazado por el pueblo— el presidente proclamado.
¡Así de sencilla es la cosa!