“El lucro no vale la vida” o aprensiones sobre represas

“Cabe esperar que se refuercen las aprensiones frente a los potenciales proyectos de construcción de reservorios, en esas cuencas, aun cuando las mismas se conceptúen con propósitos de un mejor manejo de los recursos hídricos”.

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Fuego en la Amazonia. (Foto: Shutterstock).

Por Roberto Antonio Pinnock Rodríguez
Sociólogo y docente universitario

En Brasil, además de incendios que el apetito de las empresas extractivas y agroexportadoras han estimulado en la Amazonía, puede mencionarse el rompimiento de represas de relave (desechos mineros) de una de las empresas más grandes del mundo en extracción de hierro, causando la muerte de más de 300 personas y al menos 600.000 personas tienen sus fuentes de agua en riesgo de contaminación, en Brumadinho, Minas Gerais.

Se trata del segundo mayor rompimiento de represas en el mundo, detrás del desastre ocurrido en Bulgaria en 1966, que provocó la muerte de 488 víctimas. Pero ¿alguien en nuestro país supo de este hecho ocurrido en enero del año que estamos viviendo? Todas las consultas que he hecho sugieren que la respuesta es un rotundo no. A diferencia de la serie de incendios de la Amazonía, que resultó inocultable, dada las denuncias públicas de sus poblaciones organizadas, así como porque desde Bolivia se visibilizó tal catástrofe a nivel mundial, este hecho —el rompimiento de las represas— no tuvo mayor eco en los medios noticiosos de las grandes cadenas comerciales, por razones obvias: aplicación del código del silencio ante hechos que desnudan al capitalismo salvaje.

Es decir, este desastre no fue producto del azar —como los incendios en la región del Amazonas tampoco—, sino de una lógica en la que la prioridad imperante es la de satisfacer las más altas ganancias posibles a los accionistas —más del 80 % extranjero— de la empresa minera. Para esto, por ejemplo, redujo sensiblemente las inversiones en mantenimiento y seguridad, en los últimos tres años, lo mismo que la inversión en salud y seguridad de los trabajadores, de 353 millones de dólares en 2015 a 180 millones de dólares en el 2018, ya que son consideradas como costos que reducen los dividendos anuales de los propietarios (Le Monde, 2019; Movimento Dos Atingidos por Barragens, Sao Paulo, 2019).

Pues bien, esa clase de criterios —nunca aplicado antes de ser privatizada en 1997— dio al traste con la seguridad de las infraestructuras y… lo demás es historia. Es a esta lógica de la preeminencia financiera privada sobre los seres humanos, a lo que el papa Francisco ha hecho denuncias en múltiples oportunidades.

“Cuando estos actores sociales han compartido estas experiencias de desastres del capitalismo salvaje […]; las suman a experiencias tales como la de los desplazados productivamente por Minera Panamá […]”

En términos de este pontífice, “Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos y la avidez por el dinero, tutela todo el sistema socioeconómico” y con ello —dice más adelante— “se condena al hombre y a la naturaleza”. (P. Francisco, junio 2015). De aquí que, según nos describe este prelado de alta solvencia moral, “este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra” (Ibidem).

Desde este mismo razonamiento ético, es que el Movimiento de Afectados por Represas de Brasil, llega a la misma conclusión obligada, esta es, que “EL LUCRO NO VALE LA VIDA”. Y esta conclusión, convertida en principio rector de los modos de producción de riquezas y valores sociales, fue compartida durante la semana que recién termina, en nuestro campus universitario, por los participantes del Primer Encuentro Continental por el Agua, Energía y Soberanía de los Pueblos, donde participaron actores directos de catástrofes brasileñas, colombianas, peruanas y norteamericanas, entre otras. Los moradores con altos niveles de arraigo en áreas como las cuencas de los ríos La Villa, Santa María, Bayano o Indio, seleccionadas para ejecutar proyectos con represas —para hidroeléctricas, reservorios u otros— tuvieron su representación en este evento.

¿Y saben qué? Cuando estos actores sociales han compartido estas experiencias de desastres del capitalismo salvaje y las complementan con el abandono estatal del que han sido objeto; las suman a experiencias tales como la de los desplazados productivamente por Minera Panamá en territorios colonenses, ahora concesionados a esta corporación o a las afectaciones sufridas por moradores de El Llano de Chepo, a causa de aquella inundación incurrida por la empresa que controla la represa del Bayano. Cabe esperar que se refuercen las aprehensiones frente a los potenciales proyectos de construcción de reservorios, en esas cuencas, aun cuando las mismas se conceptúen con propósitos de un mejor manejo de los recursos hídricos.

Por esto, las autoridades deberán partir de este hecho como premisa en su relacionamiento con estos moradores, no sea que se encuentren más adelante que tales proyectos resultan social y políticamente inviables y, por consiguiente, pírricamente rentables.

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