El hastío: presa fácil para el político electorero

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Javier Milei, presidente de Argentina.

Por Eric Santamaría Vallejos

“Silencio en la noche
Ya todo está en calma
El musculo duerme
La ambición trabaja” (Letra: Horacio Le Pera/

Carlos Gardel

El Poder Ejecutivo argentino, anunció la semana pasada el envió de un proyecto con reformas para dos (2) artículos de la ley de Educación Nacional, con el objetivo de “penar el adoctrinamiento en las escuelas”, bajo el argumento de “Nos entristece ver contenidos en las aulas o en los actos escolares teñidos con militancia ideológica”. La primera reflexión que muestro, ¿las intenciones de este proyecto de reforma en las escuelas por parte del gobierno no es igualmente un adoctrinamiento? Adoctrinamiento, sería no comulgar con el dogma del que participa un gobierno, entonces el objetivo sería perseguir con una autocensura y persecución política e ideológica a los docentes que no piensen en sintonía con el Gobierno de turno. “Sólo el hecho de prohibir o corregir, es adoctrinar”

Con semejante pensamiento del gobernante argentino que hace eco en nuestro terruño, de tal manera, que un aspirante al “taburete presidencial”, comportándose como su casta doctrinal lo aúpa emitiendo un “delirio” que, para ser ministro de educación, no necesariamente tiene que ser un educador, sugiriendo quizás, que igual condición debe ocurrir en la Corte Suprema de Justicia, que bien puede ocupar la condición de magistrado un empresario y así, sucesivamente en cualquier ministerio. Deja entrever, vehementemente, que los únicos capaces de administrar las cosas públicas, son los empresarios, (visión economicista).

Desde una perspectiva educativa, el concepto dado para justificar el aberrante proyecto de penar el adoctrinamiento en las escuelas, y las concomitancias que, en el caso de Panamá, para ser ministro, poco o nada vale la formación académica o profesional especializada, en ambas situaciones, se presenta “una concordancia de casta”. En el caso del concepto “adoctrinamiento” asumido, desde una conceptualización peyorativa, y en el otro, una conceptualización de “todólogo”, que debe ser comprendida como un atentado terrorista a la estima de las profesiones y la academia.

En ambos maneras de pensar y actuar, conviven criterios comunes en cuanto estilos de algunos gobernantes o candidatos, en la cual nos tratan como marionetas de los que ejercen el poder por delegación nuestra que se atreven en gobierno o en los discursos de campañas electoreras, indicar lo que es conveniente o no para la población electoral, mediante un “inconsciente colectivo”, que en Sapolsky (2023), “nuestras mentes, que son el producto final de todos los momentos biológicos anteriores, modificadas por las circunstancias que nos rodean”.

Estas posibles “circunstancias” que nos rodean, (Síndrome de Abraracurcix), “abrumación de situaciones que se dan en el país”, “carreteras llenas de huecos”, “seguridad social colapsada”, “alto costo de vida”, “deficiente distribución del agua”, “altos costos de la energía eléctrica”,” medicamentos excesivamente caros y escasos” entre otras circunstancias, dirigen las inclinaciones de la masa electoral para que otorgue su voto a figuras políticas “disruptivas” que representan en palabras de Santamaría Vallejos, Guillermo (2024), “una decadencia política con muestra de una ausencia de liderazgos, en donde, se dejan ver figuras que hasta hacen pocas semanas no se asomaban en el escenario y, de manera súbita, como herederos ungidos, arriban a la dinámica electoral y aparentemente, marcan preferencias e inclinaciones a ser votados”.

¿Cuáles pudieran ser las razones que, en los últimos certámenes electorales acaecidos en algunos países de la región, y posibles inclinaciones de votos en figuras políticas nacionales que capitalizan y heredan simpatizantes y que, dado el caso en países de la región, los resultados favorezcan a figuras o candidatos que no proveen certezas sino más bien incertidumbres?

Intentar comprender la interrogante anteriormente planteada, nos hace recurrir de acuerdo a la sintomatología de la masa electoral y sus posibles inclinaciones a figuras presidenciales, en donde surgen “arquetipos” de la “inconsciencia colectiva”. Enunciemos otra sintomatología; la decisión de votar por el menos malo, en lugar, del mejor de los mejores, es una acción (producto) de un pensamiento (proceso). Desde el proceso, para algunos votantes, el problema no es sólo la calidad del aspirante a la presidencia, sino el producto, en término de la cantidad de ofrecimientos que en campaña politiquera ofrece y que por las mismas razones no se podrá cumplir

¿Por qué a la hora de elegir un candidato presidencial, jugamos a la ruleta rusa, o conjugamos sin medir las consecuencias de la incertidumbre? El reflejo de algunos mandatarios de la región y su estilo de gobernar con premisas desacertadas peyorativamente, llama la atención sobre sus actuar político que quiera o no, en algunos casos, se convierten en réplicas de aspirantes a un certamen electoral con similitudes de pensamientos y proyecciones de conducta a la hora de gobernar.

¿Qué posibles razones pudieran servir de pivotes, para vender un discurso incoherente que la inconsciencia colectiva asume y respalda sin valorar consecuencia a futuro? La respuesta a tales sintomatologías, no las explica “el síndrome de Abraracurcix”, síndrome que describe y explica el sentimiento de una inconsciencia colectiva, abrumada y estresada por las necesidades individuales y sociales cotidianas que rodean a todos los panameños.

La carga semántica y semiótica de los medios de comunicación de masas, digitales e impresos, redes y plataformas digitales, generan las estrategias cognitivas de la “saturación” de la información con miras a generar estados mentales de abrumaciones y fastidio, con conductas de desapego a todo sentido de la realidad nacional, inclusive, posturas pasotistas y hasta postmodernistas en donde la sinrazón es la razón descuidando inclusive el sentir.

La saturación de la información y sus consecuentes conductas en el votante abrumado y fastidiado, lo induce a la preeminencia del hastió, como una estrategia más en las inconsciencias colectivas, que determinados sectores con claros intereses y que cuentan con los medios, manipulan el pensamiento y la conducta de la población, en donde se matiza la consigna que el gobierno saliente, su período presidencial, ha sido “el peor de todos”. Al respecto, Noam Chomsky, indica que “el propósito de los medios masivos no es tanto informar sobre lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante”.

En el posicionamiento mental del “arquetipo” de la inconsciencia colectiva, trabajado intencionalmente por los medios de comunicación, es reiterativo en cada certamen electoral que se aproxima, en el que la psique de muchos panameños, en donde se retroalimenta el “posicionamiento mental” que “en democracia ningún gobierno ha servido”.

Concluyendo, en Latinoamérica, pareciera que hay como una serie de nuevos comienzos que sirven inadvertidamente para encubrir una especie de conspiración, en la cual, aspirantes a la presidencia, así como gobernantes, reproducen una ilusión o estilo de gobernar como modelo unificado, al estilo de la Escuela de las Américas.

Lo ocurrido con la definición peyorativa “adoctrinamiento” y las posibles similitudes de intencionalidad de sugerir un ministro de educación que sea empresario, nos hacen sospechar esa especie de conspiración. Bien nos lo recalca Bauman, Zygmunt (2006), las condiciones de este tipo de personas (gobernantes o candidato presidencial), viene caracterizados por individuos para quienes el espacio (responsabilidades ministeriales) importa poco y la distancia (campo de especialidad académica o profesional), no supone molestia alguna. Viven en una sociedad de valores volátiles, egoístas y hedonistas.

Expresiones dichas por un candidato ungido sin ser elegido por un partido político en la cual expresa “un ministro de educación puede ser un empresario, que es un buen administrador”, “me tiene sin cuidado lo que puedan pensar” “Este país tiene que empezar a pensar que el gobierno es el que manda y si se equivoca, vuelve y manda”, son enunciados de un perfil de pensamiento que advierte la condición en la acción o el actuar que preconfiguran el comportamiento o manera o estilo de pensar. Aristóteles (384 ó 332 A.C), sobre este tipo de perfil de pensamiento dicho por el “ungido”, nos obliga a pensar y prever de acuerdo a una de sus reflexiones lo siguiente: “El pensamiento condiciona la acción; la acción determina el comportamiento. El comportamiento repetido crea hábitos; el hábito estructura un carácter o manera de pensar sería y actuar de un individuo; y, el carácter marca un destino. Lo citado, nos debe alertar en poner mucha atención en aquellas frases que rezan: “todo lo que digas será usado en su contra”, “por la boca muere el pez”, “en guerra avisada no debe morir soldado alguno”.

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