“El golpe de timón” chavista
Marco A. Gandásegui, hijo,
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
La Revolución bolivariana de Hugo Chávez experimentó una derrota electoral contundente en los recientes comicios celebrados en Venezuela. Lo primero que tiene que hacer la dirección revolucionaria es explicarle al país y a su militancia partidista la causa de la debacle. Una vez analizado el problema, tiene que realizar los correctivos y avanzar hacia las metas con más energía y determinación.
Los resultados de las elecciones parlamentarias apuntan más hacia una derrota de las fuerzas chavistas que a un triunfo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que aglutina 28 partidos pequeños y desorganizados. Los errores estratégicos del gobierno venezolano en los últimos años desmovilizaron al pueblo bolivariano y socavó su compromiso con las urnas. Algunos dirán que la intervención directa del poderoso brazo político y económico de EEUU contribuyó en forma significativa. La campaña de desestabilización de la oligarquía venezolana se sumó a los esfuerzos de Washington.
EEUU quiere conservar intacto su control sobre las reservas petroleras más importantes del planeta que están precisamente en Venezuela. Los Cisneros y sus aliados temen perder su dominio sobre la red financiera y comercial que les permite dominar la economía del país bolivariano. A pesar de las derrotas electorales sufridas desde 1998, en esta ocasión la unidad de la oposición ganó la contienda.
La coalición de la MUD puede obtener 110 curules, que le daría una amplia mayoría de casi dos tercios. Mientras tanto, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fundado por Chávez, ocuparía 55 curules de los 167 escaños de la Asamblea Nacional. Según el periodista Dick Emmanuelson, la nueva Asamblea, una vez instalada, puede tomar control de los poderes públicos. “Tiene la potestad de convocar una Asamblea Constituyente, reformar la Constitución, aprobar Leyes Orgánicas, nombrar y remover magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral”. Emmanuelson pronostica que “lo primero que va a hacer (la oposición) es juntar firmas para pedir la revocatoria del mandato del presidente Maduro”. Tendría que recoger firmas del veinte por ciento de los electores inscritos, para convocar a un referéndum.
Según el sociólogo Juan Agulló y Rafael Rico, hay seis claves que ayudan a entender los resultados electorales en Venezuela. La primera fue tomar posesión de la “renta petrolera” que enemistó a EEUU. Segundo, no romper con la dependencia petrolera. Tercero, sucumbió ante la campaña de desestabilización económica. Cuarto, no logró institucionalizar los programas sociales. Quinto, le permitió a una derecha radical tomarse las fuerzas de oposición. Sexto, no diseñó políticas claras y precisas.
Si la oposición encabezada por EEUU y la oligarquía, y con un movimiento político disperso, identifica un gobierno debilitado o inseguro no dudará en utilizar su triunfo electoral para pretender arrasar con la Revolución chavista. Para ello, cuenta con recursos financieros sin límites. Todo indica que la Casa Blanca apoya al ex candidato a la presidencia, Enrique Capriles Radonski, quien está midiendo su tiempo y espera las elecciones presidenciales de 2019. Los grupos más extremistas, como los representados por Leopoldo López, tienen el apoyo de sectores importantes de la oligarquía venezolana que apuestan a una salida violenta. No hay que descartar el magnicidio como una carta en el arsenal de estos grupos.
El petróleo ha sido la fuente de ingresos fiscales desde que el dictador Juan Vicente Gómez presidía Venezuela y fue descubierto el primer pozo a principios de la década de 1920. En 25 años, 1923-1948, surgió una oligarquía asociada al oro negro que logró amasar una de las fortunas más grandes de América Latina. A mediados de la década de 1950, un movimiento encabezado por las clases medias urbanas –social demócratas y social cristianos– se apoderó del gobierno y puso la riqueza petrolera al servicio de ese sector. La corrupción y abusos, sin embargo, llegaron a tal extremo que se produjo el “caracazo” en 1989.
El pueblo frustrado y movilizado apoyó la propuesta del coronel Hugo Chávez quien llegó al poder en 1999 e inició un proceso de redistribución de la riqueza petrolera entre todas las clases sociales, especialmente las más pobres. Antes de morir en 2011, era consciente que el proyecto se estaba agotando y necesitaba ‘un golpe de timón’ para impulsarlo a puerto seguro. Capriles, en cambio, representa un retorno a los gobiernos corruptos que culminaron su período con el “caracazo”. López representaría un retorno a los tiempos oligarcas de Juan Vicente Gómez.