El fracaso mundial de la medicina mercantilista

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Por: Jesús López Aguilar
Psicólogo social
Especial para Bayano digital

El panorama general de la coyuntura actual

La abrupta aparición del nuevo Corona virus, además de una agresividad muy acusada, según lo que demuestran algunos datos que vemos a diario, difundidos por la OMS, y otras agencias internacionales más, ha servido para poner en la palestra a los propios sistemas de salud de los 194 países miembros y otros más que no lo son. ¿A qué se refiere esto? Sin rodeos: al fracaso de los sistemas de salud pública, que han hecho caso omiso a varias de las propias premisas o principios esgrimidos por la propia OMS y los ministerios de salud de cada país: Prevención de Enfermedades y Males a la Salud, Acceso Universal a los Servicios de Salud y Promoción de la Salud, todo ello con miras a evitar la Atención de Enfermedades Transmisibles Prevenibles y disminuir la incidencia de otros muchos problemas de salud.

Pues bien, cuando hablamos de salud, a lo largo de todo un espectro de abordaje teórico sobre el tema, hacemos referencia a la visión de salud pública, que bien pensada toma como principal marco de referencia a los Determinantes Sociales, Culturales, Económicos de la Salud. Entonces, el corazón de cualquier buen sistema de salud hace el énfasis en esto y no en la curación ni en la intervención en eventos traumáticos como accidentes y otras enfermedades no prevenibles.

La importancia de la verdadera prevención

La falta de verdadero sentido de la prevención de enfermedades y males de salud física, mental y social, ha producido hace más de 35 años, un tremendo relajamiento en cuanto a la preocupación de los Estados y Gobiernos para mejorar los indicadores de salud que, todavía en la actualidad, distan de ser mejores, con todas las posibilidades que hoy poseemos, como sociedad, como humanidad. ¿Qué ha producido esto? Ni más ni menos que la mercantilización de la salud, con grandes recortes presupuestarios anuales a las inversiones en salud, carencia de recursos humanos que sean absorbidos por el sector, en un país, Panamá, donde hacen falta médicos, enfermeras y otros profesionales sanitarios no hay los suficientes para atender a la población, que no debe ser el enfoque, sino prevenir males futuros.

En Panamá, a raíz de la invasión estadounidense de 1989, el gobierno en el poder, después de ese evento recortó muchos gastos en salud, se cerraron Centros de Salud y otras instalaciones más, que se llegaron a considerar innecesarias, ese es un hecho histórico real y demostrable. Y de ahí, en adelante, esa fue la tónica del estado panameño: no invertir los recursos requeridos para poner a tono al sector salud del país, con los principios y premisas cardinales de la OMS: prevención. Aunque la OMS, como cualquier otro organismo internacional también se coloca del lado del visor que mejor le conviene.

En este punto se habla, luego entonces, del enfoque social de la salud, que posibilita que las respuestas gubernamentales, llegados algunos eventos pandémicos, sean más efectivas. Por mucho que se diga sobre el punto de la prevención no pasa de ser un simple slogan, que se repite como un estribillo cansón sin que los responsables, desde el Estado cumplan con esa labor. Por ejemplo, si vemos las causas de muerte de los pacientes del nuevo Corona virus 19, se ha demostrado que fallecen como parte de la asociación de morbilidades crónicas, tales como Diabetes, Hipertensión, Problemas Renales y otros males crónicos sistémicos, completamente prevenibles, caen en la categoría de Enfermedades No Transmisibles Prevenibles; estas enfermedades se relacionan, al ser prevenibles, con algo llamado Estilo de Vida. En conclusión, si hacemos una simple reflexión podemos comprender que, de no ser por estos males, las personas no morirían tan masivamente como ahora.

Resulta interesante también, ver que en estas enfermedades y otras de tipo crónico es donde se centra el gran negocio de las farmacéuticas, males crónicos de salud física y mental, situación que ha sido constantemente denunciada, con demandas multibillonarias, pero el poder de la industria permite pagar tales montos y seguir adelante.

La salud pública mundial vs la mercantilización de la medicina

El nuevo Corona Virus 19, he demostrado con crudeza que el sistema mundial de salud pública ha sido un fracaso en la gran mayoría de los países, incapaces de dar respuestas apropiadas desde el enfoque la prevención y la promoción, eso es lo que se ve; en nuestro país se vive el fracaso, el abandono por poco más de 3 décadas, del sector salud y el sector educativo. Solo escuchamos de reformas a los servicios de salud, en materia de tercerizaciones y privatizaciones parciales de servicios, que deben ser brindados por el estado de forma exclusiva. Prima la visual globalista y privatizadora, dedicada solo a lo curativo, ya que lo preventivo no es negocio.

La poca efectividad exhibida, a escala mundial es evidente, y se puede apreciar la diferencia en cuanto al enfoque social, inclusivo de países como Alemania, con una mortalidad muy baja, en contraste con el desastre que ocurre en los Estados Unidos, con una salud pública inexistente, que por años ha reivindicado las “bondades” de la salud privada.

Ciertamente, las epidemias, las pandemias no avisan, pero de la capacidad y preparación del sistema de salud depende que sus efectos sean más o menos graves para la población. Es una conjunción de factores que deben ir encaminados a promover estilos de vida saludables y constantes; con ello se garantiza un mejor combate a las enfermedades. No es casual que no exista un sistema de salud único, de cobertura universal real, que prevenga enfermedades que no deben representar problemas, poniendo énfasis en la no proliferación de tantas enfermedades crónicas en nuestro país. Se sabe que, al menos, un 11%, en cifras redondas, de nuestra población padecen de diabetes, un 35% padece de hipertensión, y ni hablar de la insuficiencia renal, y si a eso le agregamos que los pacientes con alguna de estas patologías terminarán desarrollando un problema sistema crónico con presencia de más de una enfermedad. La clave es la prevención; la prevención es educación, y la educación es poder lograr cambios en las conductas, perdurables y constantes.

No se ha educado psicosocialmente a una población, a la que ahora se le pide que, de la noche a la mañana, manifieste otras conductas distintas a las que históricamente se les ha inducido. ¿De quién es la responsabilidad?. Bueno, puedo tener varias lecturas, desde lo sociológico, político, educativo, económico, que nos convierte en víctimas de ese tipo de socialización, que tiene todas las trazas y visos de intencionalidad para la sumisión y dominio.

Mientras no volvamos a la raíz de un sistema de salud preventivo, universalmente accesible y equitativo para hombres y mujeres, estaremos siempre a merced del vaivén de estas pandemias que, por la conjugación de muchos factores, repito: históricos, sociales, políticos, culturales, económicos y psicológicos, trazan el camino hacia la muerte de miles de personas que habían sido condenadas desde siempre. Sin un sistema de salud integrado, organizado y que haga hincapié en la organización comunitaria, jamás podremos estar en ventaja ante pandemias como esta que, aunque no ha causado una mortalidad tan alta, ha servido para desenmascarar la realidad de la mayoría de los sistemas de salud, solo países con gobiernos que han robustecido su sector salud han sido eficientes y efectivos en su gestión actual del problema como Alemania, Corea del Sur, Japón, no han alterado tanto la vida de sus países.

Una conclusión

La acción no puede ser, tampoco, unilateral con un gobierno que no logra organizar a la comunidad; las respuestas que resultan efectivas son las que cuentan con la participación de la comunidad, y no solo de las autoridades ejecutivas o locales. Uniendo la participación ciudadana efectiva con un enfoque preventivo se tiene capacidad de responder con firmeza ante la amenaza de este tipo de catástrofes.

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