El día que Panamá recompuso su mapa

El país de la quinta frontera tenía la bandera de las múltiples estrellas clavada a lo largo y ancho de una franja de 16 kilómetros de ancho y 82 de costa a costa, lo que cambió su geografía y pisoteó su dignidad.

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James Carter estrecha la mano de Omar Torrijos, en un histórico encuentro bilateral.

Por Benito Martínez
Especial para Bayano Digital

El ex presidente estadounidense James Carter firmó la nota de transferencia del canal, se la entregó a la entonces presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, y le susurró al oído: “Ahora es de ustedes”.

Así reportaron los medios la sencilla ceremonia protocolar de intercambios de notas diplomáticas de la Zona del Canal aquel 14 de diciembre de 1999, poco antes de que oficialmente el enclave colonial pasara completamente al país centroamericano el 31 de diciembre de ese año, como mandataron los Tratados Torrijos-Carter.

El país de la quinta frontera tenía la bandera de las múltiples estrellas clavada a lo largo y ancho de una franja de 16 kilómetros de ancho y 82 de costa a costa, lo que cambió su geografía y pisoteó su dignidad.

De la conjura para mediatizar que la victoria lograda sobre la descolonización tuviese el alcance negociado, dan fe dos “confesiones” que el periodista estadounidense John Lee Anderson recogió en sus Cartas de Panamá: parcelas en venta con vistas al mar.

“Estas Unidos no se retira de Panamá. Antes bien, estamos reconfigurando las relaciones. El siglo que viene Panamá y Estados Unidos seguirán siendo amigos y socios. Lo que cambiará, eso creo, es que el sector privado tendrá más prioridad en nuestra agenda bilateral”. Simón Ferro, embajador estadounidense en Panamá (1999-2001).

“Aquí hay mucho miedo a que se vayan los gringos. Lo mejor que puede suceder es que los gringos se vayan y todos los vean, y que luego regresen. Y creo que eso es lo que ocurrirá”. Pedro Rognoni, exministro panameño ya fallecido.

Con tales antecedentes puede comprenderse el discurso de Moscoso, a quien la coyuntura electorera la colocó como la receptora del canal a nombre de los panameños, y dentro de una larga relatoría (justa e injusta) de figuras que hicieron posible la soberanía, deslizó el nombre del general Omar Torrijos.

Al referirse de soslayo a los Tratados Torrijos-Carter, la entonces mandataria dijo: “… luego la renegociación y firma de los tratados de 1977, cuya dirección correspondió de manera principal al general Omar Torrijos…”. Años después, otro presidente de su propio Partido Panameñista, Juan Carlos Varela, ni siquiera se atrevió a mencionar el nombre del acuerdo.

TORRIJOS, EL GENERAL QUE MURIÓ DOS VECES

El monumento más bello está en el corazón de los panameños que agradecen tanto a ese hombre a quien admiro, expresó en 2016 el párroco Vicente Moreno al referirse veladamente al intencional olvido del general Omar Torrijos Herrera.

Pocos lugares del país exhiben al menos un recuerdo de quien fue el artífice del retorno de la llamada Zona del Canal de Panamá a manos nacionales y junto al presidente estadounidense James Carter, enfrentara a los escépticos y enemigos de tal acción, para en paz firmar los acuerdos en 1977.

Con dolor algunos refieren el desdén con que la administración de Varela tomó la propuesta de la Fundación Torrijos para que las esclusas de la ampliación canalera, inauguradas en 2016, se bautizaran como Torrijos-Carter.

“Nuestros mártires, han muerto ya de bala. Que no vuelvan a morir de indiferencia”, es un pensamiento premonitorio atribuido al desaparecido líder, quien sufre el olvido en la historiografía burguesa que predomina en la nación, la cual intenta borrarlo de la historia.

La muerte de Torrijos no fue accidental, según John Perkins en su libro Confesiones de un sicario económico, sino que fue asesinado por órdenes de sectores de poder en Estados Unidos y así lo acreditan algunas evidencias iniciales recogidas por el primer grupo militar en llegar al siniestro.

La cola del avión no estaba en el lugar de la caída, sino la encontraron a tres horas de camino del lugar del impacto, lo que confirmó la explosión en el aire y el informe firmado por el teniente Juan González se refirió por eso a la tesis del atentado.

Para algunos analistas el éxito en lograr la devolución del canal estuvo entre la larga lista de motivos que arguyen quienes sostienen la teoría del atentado, porque el general panameño se impuso en la arena internacional a la diplomacia de las cañoneras y con el apoyo de su pueblo y la comunidad internacional coronó el éxito.

LOS PANAMEÑOS DEMOSTRARON SU ADMINISTRACIÓN EFICIENTE

Al hacer justicia al período transcurrido en la última década, resalta que los panameños echaron por tierra los malos augurios de que no podrían administrar el enclave canalero, y no solo lo hicieron con eficiencia, sino que superaron con creces la lograda por los constructores de la vía.

La organización milimétrica y el orden permitió que las operaciones nunca se detuvieran, mientras que la planificación de los tránsitos se cumple con estricto rigor de horarios y protocolos de seguridad, lo que elevó la confianza de las navieras en usar este trayecto interoceánico, incluso con enormes naves.

Un cronograma que incluye reservaciones y lista de espera, tiene como resultado el pase diario de unos 40 buques de uno a otro océano, algunos de ellos separaron su turno previamente y otros esperaron fondeados una oportunidad para cruzar la ruta fluvial y ahorrarse 15 mil kilómetros a través del Cabo de Hornos.

El canal entregó 16 mil 818 millones de dólares como aportes directos al erario en los 20 años de soberanía sobre el enclave; solo este año, la Junta Directiva del Canal (JDC) aprobó entregar al Tesoro Nacional de mil 786 millones de dólares correspondientes a los excedentes y derechos por tonelada de tránsito en el último ejercicio fiscal que concluyó el 30 de septiembre pasado.

“Este aporte tiene un significado adicional porque se cumplen 20 años de la transferencia del canal a Panamá, y en estas dos décadas los panameños hemos demostrado nuestra capacidad de cumplir la tarea encomendada”, indicó Aristides Royo, presidente de la JDC y ministro para Asuntos del Canal.

En cumplimiento del mandato constitucional de operar de forma rentable, la vía interoceánica se obliga a trasladar al Tesoro Nacional sus excedentes económicos luego de cubrir los costos de operación, inversión, funcionamiento, mantenimiento, modernización, ampliación y las reservas necesarias para contingencias, previstas de acuerdo a la ley.

La entrega del canal a los panameños fue un acto que, entre otros motivos, le costó la reelección a Carter, pero las administraciones estadounidenses posteriores tuvieron 22 años para acomodar sus fichas y lograr mantener sus intereses protegidos, lo que consolidaron con la invasión militar de diciembre de 1989.

Esa es la razón de que este vigésimo aniversario tenga un sabor agridulce porque la Zona del Canal pasó de manos estadounidenses a las de la élite económica del país, que capitalizan su valor para desarrollar multimillonarios negocios privados anexos.
Después de la reversión, cuando Panamá recompuso su mapa y el territorio volvió a estar unido, se acentuó la mala redistribución de la riqueza y la nación de renta alta se convirtió en la sexta más desigual del mundo, donde el 20 por ciento de sus cuatro millones de habitantes está en pobreza multidimensional.

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