El Día de la Lealtad encendió la chispa de cambios en Panamá

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Omar Torrijos y su Estado Mayor el 16 de diciembre de 1969

Por David Carrasco
Director de Bayano digital

La historia de Panamá cambió a partir del 16 de diciembre de 1969, cuando el entonces coronel Omar Torrijos, jefe de la Junta Provisional de Gobierno, retornó en forma sigilosa a Panamá para asumir el mando de la Guardia Nacional y desplazar a la cúpula que lo había separado del poder mediante un acto de fuerza.

Tras el contragolpe, Torrijos inició un arriesgado retorno por vía aérea desde México a Panamá, con escala en Centroamérica, para enfrentar a los traidores, un grupo de oficiales sin prestigio institucional que seguía el libreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos.

Entre los cómplices del complot figuraban José María Pinilla, Bolívar Urrutia, Amado Sanjur y Ramiro «Pili» Silvera, de tendencia anticomunista. Todos ellos estaban ansiosos de instaurar un gobierno al servicio de las multinacionales.

Aquellos oficiales sublevados habían visto con recelo los encuentros de Torrijos con obreros de las empobrecidas zonas bananeras de Chiriquí, limítrofes con Costa Rica, y lo acusaron de ser un «peligro» para los intereses de este país, por estar vinculado con los sectores de izquierda.

Sin embargo, el giro hacia la derecha del régimen de los conjurados carecía de respaldo popular y no duró mucho tiempo. El regreso de Torrijos fue garantizado por oficiales y tropas leales que no se prestaron al juego de insubordinados ambiciosos que buscaban la aceptación de Washington.

En la provincia de Chiriquí, a donde arribó el coronel Torrijos en compañía de cercanos colaboradores, hubo vítores y aplausos. Desde allí, se inició una caravana hasta la ciudad capital, donde fueron liberados varios oficiales retenidos en el Cuartel Central durante el contragolpe, entre ellos Roberto Díaz Herrera, primo de Omar Torrijos.

Las tropas leales reciben a Omar

El jefe militar victorioso se referiría a esos episodios en un discurso el 16 de diciembre de 1971. En ese pronunciamiento, definió la visión y los objetivos morales del proceso revolucionario, y la construcción de un nuevo liderazgo a favor del desarrollo social y humano.

Indicó: «aquel día (16 de diciembre de 1969), nos embarcamos en un avión en compañía de los miembros del Estado Mayor que estaban conmigo. Nos embarcamos con la firme determinación de venir a morir en un pantano en nuestra Patria. Porque es más agradable la muerte combatiendo por la Patria, que seguir viviendo lleno de vergüenza, exiliado en una capital extranjera».

«Ese día, demostramos que no es jefe el que quiere mandar, que nuestro pueblo no acepta grados; acepta jerarquías morales, acepta la jerarquía del ejemplo, acepta la jerarquía de la valentía. Esos que reúnen todas esas condiciones son los que están predestinados a mandar a un pueblo que sólo cree en esa escala de valores», puntualizó Torrijos.

En un abierto rechazo al corrupto sistema clientelista instaurado desde hacía varias décadas, Torrijos sostuvo que «el idealista no trabaja por beneficio económico, no trabaja por recompensas, no trabaja para sí mismo; trabaja por ver surgir a su Patria, trabaja por romper las injusticias, trabaja por la recompensa de ver que una niñez, que un campesinado y que un pueblo enrumbe hacia un destino superior y que la Patria que recibimos nosotros, golpeada y maltratada, no sea la misma Patria que hereden estos niños que hoy se educan».

Con su discurso del 11 de octubre de 1971, Omar se hizo Torrijista (Mitchel Doens)

Ese discurso ayudó a esclarecer el horizonte político nacional y a dar soporte a un plan que incluía la entrega de tierras a los campesinos organizados,  la lucha contra la pobreza, la elaboración del Código de Trabajo para los obreros, la incorporación de miles de trabajadores agroindustriales a la seguridad social, la construcción de escuelas básicas en el campo, la alfabetización y la lucha para la recuperación de la soberanía panameña en la Zona del Canal. Ese 11 de octubre Omar se hizo Torrijista, dijo Mitchel Doens en la despedida a Ramiro Vásquez Chambonnet.

Sin duda, el Día de la Lealtad ayudó a cambiar la historia de Panamá, a dar esperanzas a los soldados patriotas y a consolidar el proyecto de nación soberana, dejando atrás a los grupos entreguistas que habían hecho alianza con el capital explotador para silenciar las voces de rebeldía del pueblo.

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