El Ángel de la Historia

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El Ángel de la Historia,

Por Miguel Montiel Guevara

La monoprinta Angelus Novus de 1920, del alemán Paul Klee, representando el infortunio metafórico del Apocalipsis judío, fue adquirida, secularizada y renombrada como El Ángel de la Historia por el filósofo también alemán Walter Benjamin. Paradójicamente, se convirtió en un ícono de la izquierda. Es con este último significado que aparece aquí con las “buenas nuevas”, anunciando la salvación de la humanidad. Angelus Novus, el Ángel de la Historia, llega a salvar la humanidad del capitalismo, del “lobo con piel de oveja”, azote de los seres humanos y hasta no humanos.

El capitalismo depredador inició su marcha como reemplazo del feudalismo en un lejano siglo XIII. Creció, se desarrolló, maduró y se consolidó con la Primera Revolución Industrial en Inglaterra en el siglo XVIII. El exceso de mortalidad en la India capitalista se estima en la horrorosa cifra de cuatro millones de vidas humanas al año. Razón suficiente para estudiar la naturaleza homicida del capitalismo. Las relaciones capitalistas hunden lo que sea, la vida misma, para obtener ganancias: es la ley de la selva mercantil, en la que “el hombre es el lobo del hombre”, al decir de Tomás Hobbes.

Hoy, en pleno siglo XXI de la Cuarta Revolución Industrial, despiertan mucha atención las predicciones del fin del capitalismo que hacen dos eminentes economistas de tiempos diferentes: el alemán Karl Marx y el austríaco Joseph Schumpeter.

La predicción de Marx aparece en su escrito Contribución a la crítica de la economía política, de 1859. Dice así: “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social”. Que llevará al socialismo como ya ha ocurrido.

La predicción de Schumpeter, quien no era marxista, se encuentra en su obra: “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, de 1942. El fin del capitalismo sería producto de su propio éxito. Dos ganadores del Premio Pulitzer opinan sobre él. Thomas K. McCraw, profesor emérito de la Universidad de Harvard, Schumpeter es “el analista del capitalismo más penetrante que jamás haya existido”. Steven Pearlstein, de la Universidad George Mason, opina que “Schumpeter fue para la economía lo que Charles Darwin fue para la biología”.

La razón de citar a Marx y Schumpeter la indico al principio: desde perspectivas diferentes ambos predicen el fin del capitalismo (y la asunción del socialismo). Podría decir que en última instancia la causa es la misma, pues lo que Marx apunta “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes…” correspondería precisamente a la fase que Schumpeter concibe de “innovación y destrucción creativa” del capitalismo que lo hace víctima de su propio éxito. Predice entonces que emergerá una sociedad socialista una vez que el capitalismo perezca. Igual que Marx, desde distintas coordenadas. Son las “buenas nuevas” que anuncia el Ángel de la Historia.

Schumpeter creía que “el proceso de acumulación incesante de capital iba a llevar en algún momento a lo que Marx de alguna manera había anunciado como la tendencia creciente de la tasa de beneficio y acumulación incesante de capital que lleva a competir también de manera incesante. Esa competencia obliga a las empresas a tener una guerra constante por innovar, obtener nuevos mercados, nuevos productos. Y ahí está el peligro.” Donde Marx predice que la decadencia del capitalismo procede de sus contradicciones internas Schumpeter especula que su fin es producto de su propio éxito. Se diría pues, que “todos los caminos (las contradicciones internas o el propio éxito) conducen a Roma”: el socialismo.

Para mí, es la utopía viva aún, hermanada con la democracia. Sea.

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