Ensayos ayudan a conservadores a asomarse al poder
Más allá de la presión ejercida en las calles, en los medios de comunicación y en las redes sociales, para enfrentar un proyecto de ley de educación sexual que los grupos conservadores consideran profano y pernicioso, se oculta un ensayo para examinar el posible acceso de grupos aferrados al pensamiento tradicional a las estructuras de poder e instancias de decisión en Panamá.
La lectura cuidadosa de los mensajes de desinformación, el contenido de las consignas descalificadoras utilizadas y los símbolos de las protestas contra el proyecto de ley 61 (sobre educación sexual en planteles públicos), demuestran que hay algo más dentro del costal de buenas intenciones de moral y fe ciega trasladado a la multitud de creyentes en las marchas opositoras, en las que se instaba a luchar a favor de la decencia y en contra del libertinaje
El procedimiento no es nuevo. Fue puesto en práctica en la década de 1970, cuando elementos hasta entonces dispersos por el impacto del golpe militar de 1968, vieron la oportunidad de coaligarse y dominar los escenarios que habían quedado huérfanos de participación dominante, luego del desmantelamiento de los partidos políticos. Y tuvieron éxito en esa empresa. Consiguieron derrotar una reforma educativa de objetivos avanzados y neutralizaron el discurso de sectores progresistas beligerantes.
En la década de 1980, volvieron a aparecer antiguos símbolos conservadores, para enfrentar al gobierno militar que había desafiado el poder expansionista de Washington Surgieron entonces manifestantes de una denominada Cruzada Civilista, que denunciaba la corrupción y promovía en las demostraciones el uso de pañuelos y globos blancos (un símbolo de la pureza), además de la incineración de neumáticos para representar imágenes de caos.
De hecho, la invasión extranjera en 1989, Panamá fue un laboratorio bélico completo, que incorporó componentes de ablandamiento a través del cerco económico, el aislamiento político y diplomático, las campañas de desinformación, las operaciones de sabotajes, intimidación, engaño con el uso de maniobras y provocaciones militares, hasta alcanzar el objetivo trazado. En esas acciones, también tuvieron un papel relevante movimientos retardatarios, que se autoproclamaron paladines de la democracia.
No es casual que en 2016 grupos de distintas denominaciones religiosas marchasen juntos contra una iniciativa legal que pretende instruir a niños y niñas para evitar los embarazos no deseados y frenar el aumento de casos de enfermedades de transmisión sexual en los centros educativos de enseñanza pública. La visión ecuménica no ha prevalecido con la misma fuerza y convicción para articular la unidad contra la explotación infantil, el expolio de bienes o la avaricia de organizaciones rentistas que hipotecan al Estado, lo que genera cierta sospecha sobre el papel de las iglesias.
El fracaso de los partidos políticos tradicionales y la crisis de institucionalidad, abren la puerta a grupos conservadores que intentan cautivar las mentes de una población con arengas de virtud, salvación y moral, mientras se desmoronan los pilares de partidos políticos y declinan los liderazgos En ese caso, una reserva doctrinal y dogmática podría surgir como una tabla de flotación del sistema, en contra de corrientes que apuestan por un verdadero cambio y desarrollo con equidad social. Hay que estar prevenidos.