Asean: un pastel con 50 velitas y muchos más que 10 invitados

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La Asean conmemora su 50 aniversario.

Por Alberto Salazar

Hanói (PL) – Probablemente ni el 0,1 por ciento de los 630 millones de personas que viven en los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) sepan que el bloque cumplió 50 años el 8 de agosto.

Pero bien debieran saberlo los ciudadanos de Brunéi, Cambodia, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam, porque a esa comunidad le deben parte del bienestar que hoy cubre los cuatro millones y medio de kilómetros cuadrados donde viven.

El aniversario se festejó por todo lo alto en Manila, Filipinas, al término de una reunión de los cancilleres del grupo y de invitados de casi una veintena de países, en lo que los organizadores han dado en llamar la Gran Celebración.

Cumpleaños aparte, lo cierto es que hay motivos de sobra para fiestear: la Asociación cumple largamente sus objetivos fundacionales y otros surgidos en el camino, y ya es la séptima mayor economía del mundo con un Producto Interno Bruto superior a los dos millones de millones de dólares.

Radicada en Yakarta, Indonesia, la Asean marcha firme hacia la consecución de sus principales objetivos, esto es, fomentar el crecimiento económico de los Estados miembros y contribuir a la conservación de un clima de paz y estabilidad en el sudeste asiático.

Por añadidura, esos 10 países se benefician en grado creciente de un gigantesco mercado común cada vez más liberalizado en materia de comercio, inversiones y servicios, y conectado con las economías desarrolladas dentro y fuera de la región.

De ayer a hoy, pero no de un día para otro

Al momento de nacer la Asean, el sudeste de Asia era el epicentro de la Guerra Fría a causa del conflicto entre Vietnam y los Estados Unidos, cuyas ondas conmovían a los países vecinos e incluso amenazaban con propagarse nadie sabía hasta dónde.

Fue en tan difícil contexto, el 8 de agosto de 1967, cuando los cinco miembros fundacionales (Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia) firmaron la Declaración de Bangkok, considerada el acta de nacimiento de la hoy renombrada Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

Un manto de pobreza cubría a la región en general y a aquellos cinco países en particular, que a la sazón tenían una población de casi 200 millones de habitantes, el 80 por ciento de los cuales vivía en zonas rurales y carentes hasta de los servicios más elementales.

Indonesia, el mayor miembro del grupo entonces, mostraba por ejemplo un PIB per cápita que apenas llegaba a los 56 dólares.

El final de la guerra en Vietnam marcó un gran respiro: el tronar de las armas cedió espacio a una creciente atmósfera de desarrollo que permitió el aumento de la familia Asean: Brunei se sumó en 1984; Vietnam, en 1995: Laos y Myanmar, en 1997; y Cambodia en 1999, para completar la actual decena.

Hay una visible disparidad entre sus integrantes, pues mientras Singapur y Brunéi tienen altos ingresos, Cambodia, Laos y Myanmar están en el otro extremo, y los demás quedan en una franja intermedia.

Bajo semejantes condiciones, la Asean eligió como patrón de integración el libre comercio y permitió a cada nación negociar sin trabas acuerdos con terceros, fijar sus propios aranceles y otras decisiones de ese estilo.

En la última década la economía del bloque creció un promedio del 5,1 y sus países recibieron un importante flujo de capitales foráneos, atraídos por sus inmensos recursos naturales y el bajo costo de la mano de obra. Solo el año pasado las inversiones extranjeras hacia el conjunto ascendieron a 97.000 millones de dólares.

En diciembre de 2015, fue constituida la Comunidad Económica Asean con el objetivo de programar la dirección estratégica de integración hasta 2025 en base a la eficiencia, la complementación y el libre comercio.

Ello le ha permitido explorar nuevas posibilidades de integración en medio de la crisis global y de obstáculos coyunturales, como la retirada de Estados Unidos del proyectado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).

A la espera de si este consigue o no ser reflotado, las naciones del sudeste asiático miran con creciente interés a la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), formulada por la Asean en 2012.

En la práctica, ese mecanismo sería un tratado de libre comercio entre la Asean y Australia, China, Corea del Sur, India, Japón y Nueva Zelanda, que de conjunto abarcan alrededor del 40 por ciento del PIB mundial y casi la mitad de la población del planeta.

La Asean también espera completar este año negociaciones para firmar acuerdos de libre comercio con China, la Unión Europea y Hong-Kong.

En un escenario de incertidumbres globales, una certeza recorre a la comunidad internacional: si por alguna región del mundo se puede apostar sin muchas reservas, esa es el sudeste de Asia.

A eso, bien parada frente a su pastel con 50 velitas, invita la Asean.

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