Donald Trump en la encrucijada

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Nancy Pelosi emplaza a Donald Trump. (Foto: AFP).

Por Efraín Reyes Medina
Director vitalicio de Bayano

En diversos escritos, se ha advertido que cuando los candidatos presidenciales en Estados Unidos buscan la reelección, fabrican un conflicto armado en alguna parte del mundo, para emerger como la figura triunfante del “Capitán América”.

En ese sentido, hay que recordar las acciones asumidas por George Bush (padre), quien ordenó la invasión a Panamá en 1989, para reelegirse como presidente de Estados Unidos, pero fracasó en el intento. Su hijo, del mismo nombre, elaboró en la llamada Cumbre de las Azores el mayor infundio mediático para invadir a Irak, con la colaboración cómplice del español José María Aznar y el primer ministro británico Tony Blair.

El argumento utilizado para organizar la ofensiva contra Irak, era que ese país era poseedor de armamentos de destrucción masiva, incluido un arsenal de gases tóxicos y recursos ofensivos para atacar a países que se oponían a su gobierno.

Al poco tiempo de haber sido consumado el genocidio contra Irak, por parte de una coalición bélica encabezada por Estados Unidos, George Bush, hijo, apareció en un portaviones disfrazado de piloto de combate. El mandatario sostuvo que la guerra había terminado con el triunfo de las armas estadounidenses, pero la verdad es que esa guerra aún no ha concluido.

Con el paso de los años, se ha comprobado que en Irak no existía el armamento bélico que Washington había mencionado. Lo cierto es que el llamado Trío de las Azores falseó la realidad para justificar las matanzas contra el pueblo iraquí.  Ante los ojos de los estadounidenses, el hijo de papá surgió ya no como el Capitán América, sino como Superman y pudo ser reelecto.

Trump adoptó la misma cartilla que sus predecesores, quienes se aferraron al poder político, e inventó su propia guerra contra Irán, a ciencia y paciencia de las madres norteamericanas. Una inagotable industria de bolsas negras para empacar cadáveres acompaña esa decisión, cuando miles de jóvenes soldados son enviados al desolladero, creyendo que lo hacen en defensa de la democracia.

Es absurdo que esos soldados empuñen las armas para defender en Estados Unidos una democracia que deja sin derecho a votar a más de seis millones de individuos capaces de sufragar y a una cantidad similar de personas sin seguridad social y educación de calidad.

Si se examina con cuidado la situación en la que se encuentra Trump, frente a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, no es extraño que el ultraconservador presidente tomase medidas extremas encaminadas a fabricar su guerra. No obstante, hay elementos que inciden en el futuro electoral del polémico mandatario estadounidense:

El señor Trump está a punto de enfrentar un juicio político por mentiroso y corrupto. La interminable guerra en Afganistán, las diferencias comerciales con China y Rusia, sus acciones delincuenciales en Siria y el estrangulamiento que Washington aplica al pueblo iraní, desempeñan un papel en la desaprobación de su imagen.

A ello se suma el repudio de la revista evangélica más importante de Estados Unidos, Christianity Today, fundada por Billy Graham. La publicación ha instado a la destitución del mandatario, quien en una ocasión dijo: “Yo puedo salir a la Quinta Avenida, pegarle un tiro a alguien y no me pasa nada”. Años más tarde, Trump usó un arma más poderosa para declarar que asesinó al general Qassem Soleimani y a 10 oficiales que lo acompañaban.

¡Así de sencilla es la cosa! El criminal confeso ya tiene su guerra declarada. Ahora, no sólo no le ocurre nada en el ámbito legal, sino que emerge como un híbrido de Superman, Batman, Capitán América y otros superhéroes de las historietas infantiles.

Afortunadamente, en Estados Unidos se levantan voces contestatarias que condenan la decisión de los trumpistas. Entre esas voces se escuchan las del dirigente político Bernie Sanders, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y otros activistas opuestos a nuevas guerras inhumanas. Ellos se han convertido en un fuerte valladar en la pugna entre demócratas y republicanos. ¡God bless America! (¡Dios salve a América!).

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