Nancy, Nancy, Nancy, ayer pude bajar el programa Zoom.
Ahora podemos hacer videoconferencias.
Tobitín: ¿Dónde estás metido? Te extraño mucho.
Todavía estoy en Wuhan.
Te ves muy bien a través de la cámara, Tobitín.
Sí, Nancy… Full HD.
Recuerda que la vez pasada te dije que el Tortugón me pidió que me quedara con él.
Para ver si vendía el licor “vuelve loco” que tiene en bodega, desde el año nuevo chino.
Sí, Tobitín. Recuerdo que el Tortugón decía que un trago de Seco es mejor que el INTERFERÓN cubano.
Nancy: Pero, acá no le paran bolas.
Nos agarró la cuarentena en Wuhan.
Vieras Nancy, qué miedo, los dos metidos en el hotel.
Qué romántico suena, su momento más íntimo. El Tortugón y Tú. “Friend for ever”.
Para la agüevazón. Déjate de vainas, que estoy hablando en serio.
Tuuu (…) Tobitín (…) serio (…) ¿desde cuándo? Cómo que el COVID te cambio el buen humor.
Mira Nancy: Mejor cuéntame cómo van las cosas allá. ¿Cómo está la familia?
Jodidos, Tobitín. Jodidos con la cuarentena total.
Entre la fila en el banco para cobrar la jubilación, el supermercado y el retén a la Tía Bonny, se le pasó media hora de las dos que le permiten salir.
Mira doñita: A esta hora, usted debe estar en casa. Así le dijo una “tonga” que chequeaba la cédula.
¡Qué vaina, Nancy! Acá, en Wuhan, los comités de vecinos llevan la comida y las medicinas a casa a los viejitos. Vieras lo bien que están de organizados estos chinos.
Nancy: Acabo de hacer una videoconferencia con la prima Preñilda.
Ella se la pasa con una sola quejadera y cansa con la misma letanía.
Está cabreada de estar metida en la casita en Veranillo.
Con cinco pela’os que no van a la escuela, que no tenían data para conectarse a los módulos del MEDUCA.
Preñada y encima de ello tiene que aguantarse a su marido Herlindo, quien se quedó sin trabajo durante la pandemia.
Sí, Tobitín. Cuando la constructora liquidó a Herlindo, se fue a tomar unos tragos con sus compañeros a “La Mayor” y perdió la cédula.
Por suerte, es amigo del representante que le dio su bolsita de comida y el BoNito.
¡Ay, Tobitín! Te cuento que el Tío Bayano está que echa chispa. Esta súper emputa´o.
¡Cuándo no!
Tú si puedes joder, ¿verdad?
Para no hacer filas en el Seguro, el Tío Bayano compraba sus medicamentos para el corazón en las farmacias.
Pero, esta vez, se confió porque el chino que camina de Lao, el mismo que se la pasa taquillando en las conferencias de prensa, prometió que llevaría la medicina a la casa a todos los viejitos.
Ahora resulta que para despacharlas necesita unos robots que cuestan 168 millones de dólares. ¡Jo! Parece que es verdad lo que dicen, de que Confucio inventó la confusión.
Me cuenta la Tía Bonny, quien trabajó en el Seguro, que en la administración del Tortugón, los robots solamente funcionaron en Chiriquí, y para de contar.
Ahora no hay Digoxina ni Espirolonactona en las farmacias y el Tío Bayano tiene que esperar hasta que compren los robots.
Clarito Tobitín, si no matan a los viejitos del COVID, los matarán del corazón.
¡Guaat! Como así Nancy, un robot puede despachar medicinas, explícame como lo hacen.