Diálogo y calle: opciones del torrijismo

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Las lecciones que el general Omar Torrijos aprendió de la guerra de Vietnam, fueron cruciales para negociar con Estados Unidos la descolonización de Panamá.

“Combatir en Saigón y negociar en Paris” fue la exitosa estrategia de Ho Chi Minh, el líder de la lucha de liberación en la península de Indochina.

Es justo reconocer que el apoyo de la antigua Unión Soviética, China, incluso Francia, a las negociaciones entre Estados Unidos y Vietnam, fue clave para la derrota de la política intervencionista de Washington. De gran valor fue la solidaridad internacional a favor del pueblo vietnamita.

Al igual que lo hizo Vietnam, Omar Torrijos llevó a Estados Unidos a la mesa de negociación y, posteriormente, a los acuerdos de descolonización pactado en los tratados Torrijos-Carter, acompañado por la vigorosa solidaridad, principalmente, del Movimiento de los Países no Alineados liderado por estadistas como el comandante Fidel Castro o el mariscal Josip Broz Tito, de Yugoslavia.

Las movilizaciones desplegadas en las calles por la gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y las organizaciones de mujeres UNAMUP y FENAMUDE contribuyeron a ese resultado. Esas organizaciones recabaron respaldo internacional en las jornadas desarrolladas por la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), la Organización Continental Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE) y la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FEDIM).

Negar el diálogo o rechazar la calle no es una opción del torrijismo.

La realidad revela la necesidad de elevar la conciencia nacional a través del dialogo que ponga sobre la mesa la derrota de una República bicéfala y privilegie un debate sobre la nación inconclusa.

Es urgente debatir, más allá de la pasividad de los algoritmos políticos, para el diseño de las bases de un proceso constituyente que abarque los siguientes puntos propuestos por el Foro Social Panamá:

  1. El derecho pleno a la autodeterminación de la nación panameña.
  2. Declarar neutral a la nación, para fortalecer el principio de neutralidad del Canal.
  3. La regulación de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) que sitúe las necesidades primordiales y participación del ciudadano panameño, para garantizar “uso más colectivo” de la riqueza recibida de la ex-Zona del Canal, sobre los intereses de grupos hegemónicos nacionales e internacionales.
  4. La estructuración para la gestión del poder político que controle el hiperpresidencialismo, garantice un efectivo control y auditoría ciudadana de la gestión, y regule al Poder Legislativo a favor del interés ciudadano que lo elige.
  5. La regulación del régimen social que incluya el derecho al trabajo, la protección de la maternidad, tercera edad y personas con discapacidad. Una educación científica, popular y patriótica, que eleve el pensamiento crítico y fortalezca la identidad nacional. La salud, como derecho humano debe ser responsabilidad integral del Estado.
  6. Un régimen de economía mixta que conjugue el sector estatal con el privado y el social cooperativo y, la regulación de la tributación y el desequilibrio entre la acumulación de riqueza y la contribución al Estado.
  7. El retorno a la doctrina de “la tierra debe ser para quien la trabaja”.
  8. La despolitización del sistema judicial y la desjudicialización de la política.
  9. La Defensa Nacional, garantizada por el Estado, sin la tutela de una potencia extranjera, con una doctrina de paz, respetuosa de la democracia, que asegure la integridad de la nación.
  10.  La regulación de la explotación de los bienes y servicios ecológicos y el “extractivismo neocolonial”.

El torrijismo debe tener expresión y movilización en las calles para orientar a la población y participación en el diálogo para debatir la necesidad de un proceso constituyente para la refundación de la República. Capitular antes de entrar en combate, no lo haría Ho Chi Ming, ni lo aconsejaría Omar Torrijos.

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