Del “Estado mínimo“ actual, hacia un Estado de bienestar

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El clientelismo conspira contra el poder popular.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

La combinación de los poderes político y económico en las mismas manos es una receta segura para la tiranía“.
Milton y Rose Friedman

El Estado panameño se denomina República de Panamá. En sus primeros 65 años de existencia, el grupo hegemónico (oligarquía liberal) estableció el concepto —pese a la progresista Constitución de 1946— de libertad política. Esto es, con el solo hecho de realizar procesos electorales —independientemente de la forma— se garantizaba la libertad.

Sin embargo, con el advenimiento del régimen neoliberal de la plutocracia corrupta y de clientela política, impuesto por la barbarie de la agresión estadounidense —el ejército más poderoso de la tierra contra un pequeño país de 75.517 kilómetros cuadrados de extensión y de apenas dos y medio millones de habitantes— el concepto de libertad se ha retrotraído en algo más de 300 años. Para los trogloditas políticos en Panamá, la libertad es “no estar sometido a restricciones y violencia por parte de otros“.

En esa involución ideológica y política del Estado nacional, han tenido responsabilidad los tres (3) últimos gobiernos del otrora partido socialdemocrático torrijista PRD, transfigurado en entelequía política neoliberal de la plutocracia corrupta y de clientelismo, que abandonó la concepción socialdemócrata de la libertad, la cual consiste en la “capacidad de efectuar ciertas elecciones y de tener abiertas una serie de alternativas reales“. Es decir, para la socialdemocracia, la pobreza, la falta de Educación de calidad, la ausencia de “Salud igual para todos“, la mala distribución del ingreso económico, son consideradas como atentatorias de la libertad.

Pero, resulta que el neoliberalismo, fecundado por el individualismo Hayekiano, “se llevó en los cachos“ el “Estado de Bienestar“ keynesiano y, en su lugar, han colocado el Estado gendarme del “capitalismo salvaje“ y de la egoísta y explotadora “libertad individual“.

De manera que las organizaciones y líderes del pueblo que se activan en luchas legitimas por “demandas democráticas“, están en la obligación de realizar el salto cualitativo de articular el frente popular capaz de transformar las demandas democráticas en demandas populares y convertirse en un factor real de poder para convocar junto a otras fuerzas democráticas la Asamblea Nacional Constituyente para cambiar el actual modelo político que está socavando los cimientos de la República.

Así de sencilla es la cosa!

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