¿DEBATE PRESIDENCIAL EN MARTE?
Julio Yao Villalaz
Analista Internacional y ex Asesor de Política Exterior.
Especial para Bayano digital
Después de presenciar el debate presidencial, he debido restregarme ojos y oídos. Lo visto, escuchado y entendido me convence de que el pueblo panameño vive como en el espacio extraterrestre; o así al menos nos lo quieren hacer ver los candidatos, sobre todo los responsables de hacer las preguntas.
Lo que el electorado necesita saber es la visión integral que los candidatos tienen del país que piensan gobernar, y esto incluye su visión nacional e internacional de Panamá, que no es una tribu nómada o insular, desconectada de su entorno. Al contrario, el pueblo panameño es cosmopolita por razones históricas.
Los debates quieren convencernos que vivimos en Marte. Sin embargo, desde hace cientos de miles de años, nuestro Istmo fue a la vez puente, cruce y camino de animales, plantas y seres humanos y emergió de los océanos en fechas recónditas aún bajo investigación.
Por ser uno de los cruces geopolíticos más importantes del mundo, hasta el más insignificante evento internacional tiene consecuencias en nuestro país. Pero del Panamá internacional y universal, nada han dicho los candidatos presidenciales. ¡Pobres Simón Bolívar y José Martí!
Más responsabilidad por esta falencia les cabe a quienes formulan las preguntas; entre ellos, el Tribunal Electoral y la Universidad de Panamá.
Los aspirantes han hablado de todo, pero nada que diga que a los panameños nos importa el mundo. Pero sí nos importa el mundo, y precisamente por eso lamentamos que se nos irrespete con este show electoral, no diseñado para resolver los problemas básicos de la población — como han descubierto los medios, al no presentar ni soluciones ni planes de gobierno – sino para hacer más de lo mismo: demagogia y clientelismo, salvo una o dos excepciones.
No aspiro a que los candidatos digan algo sobre la militarización del espacio; cómo descuartizaron al periodista del Washington Post, Khasoggi; las misiles nucleares de Corea del Norte; por qué renunció el presidente argelino, Buteflika; el regalo de Trump a Israel de los Altos del Golán de Siria; la balcanización del mundo; por qué derrocaron y asesinaron a Gadafi; las implicaciones del Brexit; las sanciones de EE.UU. al Tribunal Penal Internacional o los líos de Donald Trump con el Congreso.
Sí, en cambio, me gustaría preguntarles sobre las amenazas del presidente Trump de matarnos de tétano con una oxidada “Doctrina Monroe”; las divergencias entre EE.UU. y China sobre Panamá; la Ruta de la Seda; la denuncia ante la Asamblea de que Panamá viola toda la normativa internacional y constitucional en el caso de Venezuela; los acuerdos post invasión, violatorios del Tratado de Neutralidad; los No Alineados; las Maniobras PANAMAX bajo el Comando Sur; el aumento del militarismo en nuestra región como Zona de Paz; el Cambio Climático y su afectación al Canal. Pero todo será en vano.
La ausencia del Panamá Internacional sólo significa que los gobiernos desde 1990 pactaron con la invasión y que sólo nos queda el Panamá Nacional, si acaso. La invasión nos dejó un Panamá satelizado, sin política exterior; es decir, un semiprotectorado, desarmado además.
Significa, además, que la clase dominante aceptó la invasión como un hecho irrevocable y se la impuso al pueblo. Ningún gobierno ha cuestionado la invasión ni exigido perdón a EE.UU. por las miles de víctimas y la destrucción masiva. ¡Ningún Duelo Nacional!
Lo anterior explica que todas las preguntas giren en torno a cuestiones internas y que, además, sean prioritariamente de interés para el sector privado.
Por esta razón, los candidatos presidenciales no están aspirando a gobernar un país de verdad sino una parcela de país. Con suerte, el potrero.
En consecuencia, la tarea nacional prioritaria es recuperar nuestra independencia, convocando a una gran unidad nacional de todos los sectores y organizaciones populares y nacionales de Panamá. Las elecciones de mayo no servirán para ese propósito.