De conciencia, moral y crímenes

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Mujer pobre frente a un campo de cultivo en Tanzania / Pep Bonet.

Por Jairo H. Pertuz
Periodista

Está vez, voy a hablarles sobre conciencia y moral, dos elementos vitales en los seres humanos que, se supone, somos los pobladores de este planeta.

¿Por que son hoy tan efímeras estas llamadas ”virtudes” que con tanta frecuencia violamos? La mayoría de la sociedad mundial está exhausta, cansada de tanta carga, no sólo sobre sus espaldas y bolsillos, sino sobre sus principios y conciencia.

Ya no sólo causan estupor tantas desgracias por abusos contra los seres humanos, la naturaleza y el medio ambiente en general que les causan tantos daños a la salud, además con sistemas de atención deficientes y que son un deber principal de todo gobierno que tenga conciencia y moral.

Sin embargo estos deberes son desatendidos, a pesar de que son los pueblos los que con grandes sacrificios generan y pagan por estos servicios. Igual pasa con la Educación y todos los servicios básicos.

La irregularidad y las desigualdades entre países y clases sociales persiste y hasta modernizada y sostenida por una maquinaria despiadada que, planificadamente, inunda con desinformación los grandes medios de comunicación.

Lo que existe hoy en el mundo es un crimen masivo contra la mayoría de la población.

Así mueren millones de seres humanos en la cara de sus asesinos, sin que esto les cause el menor rubor y, por el contrario, se hace para lograr dominio mundial y acabar con la población de adultos mayores, a quienes pretenden convertir en una carga para los Estados.

¿Será que todo esto no tiene que ver con la conciencia y la moral, o es que hay grupos de opresores criminales sin conciencia ni moral? Las exigencias a los pobres para que se capaciten profesional y técnicamente, no cesan.

Pará cumplir esas exigencias, padres  e hijos se endeudan de por vida y al salir en busca de trabajo para cancelar las deudas contraídas se les paga una miseria. No encuentran trabajo o se les imponen cláusulas ”legales”, arbitrarias e injustas, que deben aceptar, basadas en diferentes ”leyes del mercado”. Han convertido a los seres humanos en un producto del mercado con la mueca de oferta-demanda y producto desechable.

Pará colmo, quienes se supone son electos o nombrados para ”defender” los derechos de los pueblos, no cumplen sus deberes, porque están atentos a las coimas o sobre costos, a pesar de que ese mismo pueblo les paga sueldos y prebendas en una orgia de despilfarro e irresponsabilidad con total falta de conciencia y de moral, y no falta quienes se creen dueños de los cargos que desempeñan y, hasta del mundo.

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