Yosander Estévez: La trova está dando la pelea

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Yosander Estévez: La trova está dando la pelea

Por Bladimir Zamora Céspedes | El Caimán BARBUDO

Yosander Estévez: La divulgación en el resto del país es pobre y eso atenta contra la salud de la canción comprometida. Yosander es un joven franco y transparente, que alza sus canciones con humildad y alegría en donde haya un público dispuesto a escuchar. Aquí está un poco de su historia, que contó especialmente para El Caimán Barbudo.

A la guitarra llego un poco tarde, porque a través de mi abuelo y mi padre la vi ejecutar desde que tengo uso de razón. Lo primero que hice allá por mis lejanos siete años fue maltratar el bongó, plagiando marchas y repiques a cuanto percusionista avizoraba. Podía pasarme horas en el ejercicio de fusilar al que a veces con furia, o con maestría, dibujaba con sus manos sobre el cuero. La guitarra empezó a picar mi sensibilidad en el preuniversitario…

Recuerdo la inminente partida de mi grupo escolar a la escuela al campo y se me ocurrió que tocar la guitarra durante ese período, sería un aliciente serio y un contribuidor indiscutible a la sugestión de la masa femenina hacia mi virtuosismo guitarrero (el que hoy todavía no he logrado alcanzar), y directamente acorde con mi gula amatoria. Con aquella idea fija rondándome, le pedí a mi abuelo paterno que me enseñara un par de acordes, un ralladito y me cediera una de las novias de su parque. Así, armado con RE y LA Mayores, comencé desde el mes anterior a la salida para el campo, la idea fija rindió frutos y llega hasta hoy mi batallar con los trastes, los acordes, los bemoles y los sostenidos.

En honor a la verdad, en ese entonces apenas sabía lo que era un trovador… A través de mi abuelo y mi padre me llegaron muchísimas canciones bellas, que hoy sé que salieron de la sensibilidad de Sindo Garay, Manuel Corona, María Teresa Vera, Ñico Saquito, Faustino Oramas, Silvio Rodríguez y Pedro Luis Ferrer, entre otros. Tengo una profunda admiración por ellos y están en un lugar cimero de mi gusto musical.

Respeto a la guitarra y entiendo que un ejecutante virtuoso puede lograr maravillas melódicas y armónicas con ese instrumento. Por eso después de mi primer acercamiento a ella totalmente empírico, me llegaron algunos métodos para aprender. Conservo los de Clara Incola y Leopoldina Núñez, los cuales me han ayudado mucho a la hora de armonizar mis canciones; y aunque, esencialmente, siga siendo un empírico, ya me siento con el valor suficiente para defender una canción mía como el que más.

Mi familia y mis amigos me consideran un alma vieja, pues me encanta el bolero desde que era muy chico. Pero la primera colección que adquirí por mis ganas y mis medios, fue un volumen de Silvio, Causas y azares, el cual disfruté sobremanera. Y sería esa la primera canción que me atreví a cantar acompañándome con la guitarra. Luego entraron en mis arcas: Serrat, Sabina, Pablo, Gardel, Fito, El Cigala, Violeta Parra, Mercedes Sosa, León Gieco, Benny Moré, Bola de Nieve… A mis treinta y un años, conociéndome un poco… y aunque sabiéndome un tilín chovinista, creo que me gusta la canción de cualquier parte del mundo, siempre que sea hecha con sinceridad.

Padezco un mal que me critican mis allegados: si la música que tengo delante no me gusta, no tengo una pizca de tolerancia ni paciencia para escucharla. Por esto he cobrado el mote de El Guajiro Incauto. En los últimos tiempos escucho diariamente a Frank Delgado, Carlos Varela, Santiago Feliú, Tony Ávila y todo lo que tengo de Ray Fernández. En este 2016 me propongo hacerme de grabaciones de Samuel Águila, Yosvanny Bernal, Fidelito, Yunier Pérez, Eric Méndez, Yaima Orozco, Pedro Beritán y algún otro trovador con quien haya tenido contacto en la peña de los miércoles que celebra El Caimán.

Mi primera canción debo haberla escrito entre 1999 y 2000, gracias a una rubia que jamás supo que ella era la lluvia en mi ventana. Casi todas mis canciones iniciales me sonrojan de solo leerlas. A veces me pregunto qué tormento atravesaría para hacer tantos versos cursis por aquellos años…

En el 2007, un amigo me llevó a El Sauce para sacarme de mi hermetismo campestre. Allí se presentaría un trovador que era buenísimo, según él. Al calor del añejo blanco presencié boquiabierto, por primera vez, a un desinhibido y agudo Ray Fernández. Desde ese día me propuse en serio darle pies y cabeza a los textos de mis canciones, y en ese mismo año escribí la primera que no me pareció del todo espantosa. A partir de ahí, me di a la tarea de lograr alguna de la que me enorgulleciera.

Para componer no tengo, al menos aparentemente, método, ni horario, ni lugar específico. Cuando me agarran las ganas, tomo papel y lápiz. Me gustaría pensar que los temas de mis canciones son tan diversos como la vida misma, aunque siempre haya temas recurrentes, como la sátira social, la familia, el yo íntimo: el que proyecto y el que quisiera ser, la relación de pareja y la amistad, entre otros. Tengo especial predilección por la historicidad de las pequeñas cosas, con la pretensión de convertirme algún día en cronista de mi pedacito de Cuba y de mi tiempo.

Reconozco como compañeros de promoción a Jimmy David y Zail Ramírez, con los que comencé hace cuatro años la peña Palenque en Verde, en la galería Fernando Boada de El Cotorro. Juntos fuimos por primera vez a la peña Trovando, que tiene la revista El Caimán Barbudo los miércoles en la EGREM. Espacio que ha sido una cátedra para mi formación. Allí encontré varios más o menos de mi promoción como Yunier, Noel, Audy, Frank Martínez y Jorgito. También otros ya consagrados como Samuel y Juan Carlos Pérez.

Para mí la música es una necesidad primaria y creo que lo será siempre. Desde hace años vengo soñando despierto con ganarme el sustento con eso, que es lo que más me gusta. En el 2016 fundé el grupo de pequeño formato A Granel, con él me reconocieron en la provincia como aficionado y hemos logrado la membresía de la Asociación Hermanos Saíz. Realmente no tengo toda la información sobre las peripecias que hay que pergeñar para ser audicionado y lograr la entrada a alguna empresa musical que otorgue la categoría de profesional. De momento sigo haciendo mi música, con ganas de trasmitir la positividad, que es la óptica principal desde donde abordo mis canciones

Desde que fundé A Granel, empecé a idear mi primera maqueta de disco. En algunos momentos estuvimos a punto de grabarla, pero por una razón u otra nos tuvimos que bajar de la nube. A finales del año pasado empezamos a grabar en La Madriguera de la Quinta de los Molinos. La maqueta, que hemos titulado Trabalenguas, está en proceso de gestación. En ella aparecen los temas que más he cantado en los últimos años.

En la radio he grabado algunos guateques campesinos en Cadena Habana y Radio Mayabeque, acompañado por el grupo Campo Alegre. A la televisión no he aspirado por la gran abundancia y variedad de agrupaciones existentes. Y además los géneros que cultiva mi proyecto son muy poco favorecidos. Sin embargo, me gustaría mucho participar en Entre Manos, programa que considero una trinchera de la canción de autor… aunque a decir verdad, me aterran la radio y la televisión. Prefiero interactuar directamente con el público.

Me gustaría pensar que en los años por venir no pierda mi “yo trovador” y espero poder grabar las canciones que escribiré entonces. Me parece que aquí en La Habana la trova está dando la pelea. La divulgación en el resto del país es pobre y eso atenta contra la salud de la canción comprometida. Sin embargo, mientras quede un trovador en pie, la trova sigue. Tengo la certeza de que nuestra manera de decir gusta a niveles inimaginables. La peña de El Cotorro la iniciamos para los amigos, prácticamente, y uno fue trayendo al otro y se fueron sumando más y más al respetable. Sin proponérnoslo, ya hacemos extraña competencia con el Suda Suda, centro nocturno divulgador de toda esa musiquilla empalagosa y del peor gusto.

Me gustaría pensar que en los años por venir no pierda mi “yo trovador” y espero poder grabar las canciones que escribiré entonces. También quisiera convertirme en padre ejemplar para mi pequeño y en una mejor persona para mis familiares y conciudadanos. Y desde luego, quisiera todavía vibrar con el musgo en la piedra y que allá todavía habite la poesía.

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