Por Alberto Velásquez
Periodista y relacionista público
Cuando en julio del 2019 se planteó en este medio que la Caja de Seguro Social (CSS) pudiera ser el “Talón de Aquiles” del presidente Laurentino “Nito” Cortizo no estábamos especulando. Ese planteamiento era, sin duda, más que una premonición o una simple sospecha.
Entonces, era notoria la situación financiera de la institución y, principalmente, el interés de cierto sector económico para privatizarla, dividiéndola en dos: una financiera y otra sanitaria, con marcado interés de los patronos en manejar los dineros.
Razón tenía el ex presidente y ex ministro de Estado Manuel Solís Palma, quien conocía el monstruo por dentro y vaticinó numerosos desafíos institucionales. El ilustre ex mandatario decía que los mejores negocios de este país son el Canal de Panamá y la Caja de Seguro Social. Para recibir sus servicios, rige, en ambos casos, el procedimiento de pagar por adelantado, y ello genera solvencia.
Pero, indistintamente de que no se conociesen los verdaderos estados financieros de la Caja de Seguros Social, lo cierto es que hay muchos dueños de empresas que se quedan en sus bolsillos con las cuotas obrero-patronales, sin destinarlas a su legítimo dueño. Esta institución de seguridad social ha sido convertida en una especie de becerro de oro, y no es casual que patronos morosos y mal intencionados adeuden a esa institución más 400 millones de dólares en cuotas no entregadas.
Al recurrir a una contratación supermillonaria, con el pretexto de distribuir medicinas a la población asegurada, se ha puesto en juego el prestigio de la actual administración Cortizo. El reciente sainete que se produce en medio de la pandemia, es un escándalo que irrespeta el luto de panameños que han perdido a familiares a cusa de la propagación del Covid-19.
En diversas comparecencias públicas, el mandatario ha repetido que le caerá todo el peso de la ley a quienes se aprovechen de la circunstancia del Coronavirus para apoderarse de los recursos y los bienes patrimoniales del Estado.
Sobre ese mismo tema, conviene preguntar al jefe del Órgano Ejecutivo si se estaba refiriendo solamente a quienes se roban una bolsa de comida y un bono solidario, o a los que ejecutan maniobras descaradas y recurren a artilugios para hacerse millonarios a costa del dolor ajeno y los fondos públicos.
Todos esperaban que los dirigentes de la actual administración hubiesen aprendido las lecciones sobre los escándalos que envuelven a la constructora brasileña Odebrecht. Sin embargo, vuelve a repetirse la historia con la contratación de una compañía mexicana con los mismos antecedentes oscuros, por el orden de 168 millones de dólares. Se necesita aclarar semejante entuerto económico.
Saludable es que el propio presidente Cortizo haya instruido una investigación sobre este caso. Sin duda es un gol de pandemia, sobre el cual habrá que actuar sin contemplaciones, precisamente porque en Panamá el negociado y la coima prácticamente se han institucionalizado en un clima de corrupción.
Cortizo tiene en sus manos la oportunidad de ganar la confianza del pueblo panameño, descubriendo a los delincuentes de cuello blanco que intentan atracar los dineros de la principal institución de Salud, especialmente en tiempos de pandemia.