Cuando hablas con el diablo (además de otros atajos)

Por Roberto “Toño” Rosas

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El PRD organizado por Omar Torrijos recorría las montañas.

Los escrúpulos no están por gusto y los atajos son de llevarte hacia despeñaderos. Si quieres servir al país, necesitas tener muy claro tus principios. Sobre todo, ahora, Panamá necesita de hombres -y mujeres- de nobleza obligada. Vivimos en tiempos de cambios acelerados y si no estás del lado correcto de la historia, estás condenado a la infamia y, eventualmente, a la obsolescencia.

Nos enfrentamos a un nuevo ciclo electoral divididos, lo cual no es una posición de fuerza y la unidad es imprescindible. Pero hay que entender que esta división no es producto de luchas naturales. No es una batalla usual por los espacios políticos. Estamos divididos porque el criterio que impone la dirección del Partido es incongruente con los intereses del colectivo.

No es un asunto personal. Creo que hablo por todos los compañeros que estamos en contra de un Partido clientelista, cuando digo que la lucha no es por el poder personal. Cada compañero tiene el derecho incuestionable a aspirar al cargo en el que le pueda servir mejor a su comunidad, y entiendo a los compañeros que ven el clientelismo como la mejor manera de conservar sus espacios. Pero, a ellos, les recuerdo que si ven sólo con las luces cortas, eventualmente van a fracasar en aspiraciones y mientras tanto, halan irresponsablemente al resto, conduciendo esos kilómetros en la dirección incorrecta.

Este contraste en la representatividad política de la dirigencia del PRD para con sus bases, ha producido nada menos que dos derrotas electorales –seguidas- y mantienen al Partido al borde de la extinción. El inicio del proceso de postulación de cargos internos revela que los elementos más notables de la dirección del Partido apuntan por tercera vez a la misma fracasada dirección: usar tantos sombreros como les sea posible y poner al Partido en función de sus campañas electorales. Reitero, que entiendo su error, funciona en forma de bella para sus aspiraciones personales, pero no tanto al resto de nosotros y sin nosotros, no hay representatividad, influencia o partido para usar de escalera, ni de nada.

Los entiendo, compañeros. Más allá, los invito a recapacitar objetiva y desprendidamente, sobre cómo lograr la unidad torrijista. Especialmente, a los candidatos a puestos de elección que quieren ser a la vez de la dirección del Partido. ¡Qué difícil es seguir los consejos de Omar Torrijos! El comandante sentenció en aquella histórica concentración del Parque Cervantes en David: “Aquellos que quieran dedicarse a la construcción del Partido, que ahí estaban los Estatutos del Partido y su organización, y aquellos que se querían postular a puestos de elección que salieran a buscar los votos”. Recuerden: seguro llegarán a la conclusión de que el PRD tiene que asumir su naturaleza de Partido permanente y revestirse de institucionalidad para ganar todos los procesos electorales. Tiene que operar independiente de toda candidatura electoral.

Son tiempos elocuentes. Nuevos líderes nos recuerdan que si bailas con el diablo, el diablo no cambia; te cambia a ti. El espíritu que recorre el mundo ya no es tan cínico, ni facilista. El consciente colectivo, empoderado por la era de la información, exige verdadera representatividad. Demanda líderes reales, desprendidos, valientes y sobre todo, sinceros. Necesitamos ser virtuosos.

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