Por Antonio Saldaña
Abogado y analista polígico
Crisis es un concepto que, independientemente de su evolución histórica, de acuerdo con los teoóricos Carlo Bordoni y Zygmunt Bauman, es punto de inclinación para uno, y, para el otro, incertidimbre sobre la que necesariamente se tiene que actuar.
Para Bordoni, la crisis o estado de crisis consiste en “la maduración de una experiencia nueva, que conduce a un punto de inflexión (ya sea personal o en el plano sociohistórico colectivo)”. (Estado de crisis, 18).
Mientras que para Bauman la crisis indica “una sensación de incertidumbre, de ignorancia en cuanto a la dirección que están a punto de tomar los acontecimientos, y, en segundo lugar, la necesidad de intervenir, es decir, de seleccionar las medidas correctas y decidir como aplicarlas lo antes posible”. (Ibid, 38).
En ese contexto, el problema de la República de Panamá es que en los ultimos 32 años, tras la invasión y con el ascenso al poder de gobiernos de corte oligárquico/neoliberales, la entidad nacional ha estado “de tumbo en tumbo”, producto de la ingobernabilidad, la anarquía política y el saqueo del erario a que ha sido sometida y; en el presente régimen, además de todo lo anterior, presa del “efecto Titanic”. ¿Por qué? Sencillamente, porque en lugar de la transparencia en el manejo de la Hacienda Pública ha persistido la opacidad.
En vista de un presupuesto general del Estado equilibrado y de austeridad, existe un marcado interés en el gasto exagerado y del aumento de la planilla inproductiva. Peor aún, en lugar de «ajustarse el cinturón», en ocasión de la pandemia, el gobierno ha incrementado la relación deuda/PIB, de 49% antes del inicio de la “peste” a 70% en el presente, ha aumentado el gasto, y ha incurrido en compras directas por un monto cercano a los mil millones de dólares.
Dicha conducta —de las fuerzas politicas y personalidades en el poder— envía un claro mensaje a la sociedad (pueblo panameño) de que la burguesía burocrática gobernante no ha tomado conciencia de la gravedad de la crisis sanitaria, económica, social y política que vive la Nación. Es más, ni siquiera ha internalizado su existencia.
De manera que la conmemoración del “Bicentenario de la independencia de 1821”, es una iniciativa banal y se inscribe o es “piedra de toque” de la conducta irresponsable y escapista de la administración del presidente Laurentino Cortizo Cohen, quien lejos de reconocer que el Estado nacional enfrenta una terrible “incertidumbre” que constituye un “punto de inflexión” para asumir nuevos derroteros, insiste en la improvisación politica y económica, la atomización de la sociedad y el desgreño administrativo.
En consecuencia, es propicia la ocasión de la celebración del Bicentenario de la Independencia del 28 de noviembre de 1821, para pasar del “mareo político” gubernamental, a la acción serena y consensuada de la unión de la mayoría de los panameños. Objetivo que sólo es posible con la instauración de un gobierno de unidad nacional y la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
¡Así de sencilla es la cosa!
Análisis muy directo y realista de la situación política y económica que vive el país. Muy de acuerdo con todo lo expresado.